Una novela que ni te cuento

Sobre Noticias sobre el Iceberg, de Liliana Heker, Alfaguara, 2024

Juan Saharrea

Noticias sobre el Iceberg, Liliana Heker (ph: Infobae)
Noticias sobre el Iceberg, Liliana Heker (ph: Infobae)

La idea faulkneriana de que una novela puede ser el resultado de una imagen inicial que la o el escritor/a debe descifrar y elaborar en su escritura, parece ajustar con la arquitectura forjada en Noticias sobre el Iceberg de Liliana Heker. Toda la historia resulta de la imagen de una mujer grande comprando un escritorio al sur glacial de la Argentina, en una ciudad muy lejos de donde vive, y de las consecuencias plausibles que se siguen de ese acontecimiento.

Greta es una escritora de setenta y siete años que en su juventud deslumbró a la crítica con dos novelas, convirtiéndose en una figura prestigiosa en la escena literaria argentina, entre los años sesenta y los ochentas. Luego del brillo inmediato e inicial, no concedió más entrevistas ni volvió a publicar. Ese cerco autoimpuesto se rompe, sin embargo, cuando dos jóvenes, Marcos –un modoso tesista de periodismo– y Albertina –su amiga indiscreta pero con un interés personal en la aventura–, la contactan. Motivo: el muchacho desea entrevistar a la escritora para su trabajo final. Este deber académico no la hace ceder a Greta tanto como un hecho doméstico y en parte afectivo: el pedido de ayuda para mover una mesa de lugar que tiene fastidiada a su gata Prascovia.

Además de ser un afecto, Prascovia oficia de "guardiana de la escritura" (tal como en el pasado lo hizo Ilich, un antecesor decisivo en el largo impasse literario de Greta). El juicio gatuno define la buena escritura: si Prascovia no está en su hueco de la biblioteca sobre la mesa de trabajo donde la escritura ocurre, Greta sabe que algo anda mal en su proceso creativo. Prascovia recientemente rehúye salir y eso significa que ha rechazado el repentino cambio de mesa de trabajo, propuesto por Greta, por un escritorio con pequeñas persianas. En un viaje a Carmen de Patagones, Greta se fascinó por el mueble y no pudo resistirse a tenerlo. Claro que no contó con el encono de Prascovia. El periplo de la compra y el traslado de la flamante adquisición desde el sur hasta Buenos Aires resulta el punto de partida de la trama. En el camino, Greta conoce a Marita Volkonski, ex campeona de valetodo y camionera, quien es la transportista del escritorio y con la que trabará una amistad de ruta que tendrá un capítulo de reencuentro junto con la dupla de entrevistadores.

La cronología de la novela es el largo día que dura la entrevista. El texto se divide en cuatro partes. La primera relata la historia del escritorio y la reticencia de Prascovia a aparecer, junto con el encuentro con los entrevistadores que, antes que nada, cumplen con su promesa de ayudar a Greta. Las tres partes restantes siguen el abordaje de los tres proyectos literarios de la escritora. Hilda Wangel, inspirado en un personaje de una obra de Ibsen, que representa la incitación temeraria a ir hacia lo más alto cuando un miedo atroz nos llama a evitarlo. La memoria de Uma Harán que es el racconto de la vida de una muchacha "que se elije puta, se construye puta como un acto de rebeldía". Finalmente, Vera y el optimismo pretende ser una reversión del pacto fáustico orientado a la eterna juventud pero "encarado desde una mujer". Este último proyecto inacabado forma parte de la obsesión vigente de Greta desde hace cuarenta años. El develamiento de este misterioso intervalo de cuatro décadas es un eje clave para entender, sobre todo, el interés de Albertina, que está muy interesada en la vida personal de Greta. En tanto el interés de Marcos se circunscribe a su tesis, Albertina va más allá y se muestra ávida por penetrar en la privacidad de la escritora.

Me gustaría abordar tres cuestiones para justificar por qué juzgo fascinante la lectura de Noticias…. Primero: las implicancias que se dan en el diálogo entre Greta y sus visitantes; la entrevista en buena medida alimenta la autorreflexión de Greta a la vez que dispara los hitos de la trama. Luego, cierta mirada opuesta que hay entre Greta y sus entrevistadores respecto de su escritura que será clave en la resolución del conflicto por parte del personaje (nota: no habrá spoiler) y finalmente me gustaría retomar la resignificación de la idea del 'iceberg' que en la literatura está asociada a la célebre teoría de la escritura de Hemingway, según la cual, la gracia de una historia reside en una gran cantidad de elementos que la/el escritor/a sabe pero no pone explícitamente, del mismo modo que "la dignidad de los movimientos" de un iceberg se debe a que sólo un octavo de la masa del fenómeno está expuesta a la superficie. La también llamada técnica del iceberg se resume en la prerrogativa de "no hay que poner todo al escribir" o "hay que darle espacio al/la lector/a para que infiera lo que pasa". En Noticias sobre el Iceberg hay un elemento complementario a la lección de Hemingway que resulta útil no tanto para pensar una técnica de escritura como para entender la relación entre el deseo de escritura y las posibilidades de llevarlo adelante.

Respecto de los diálogos (que son la entrevista más los off the record) Marcos, quiere una conversación siguiendo los lineamientos metodológicos de su tesis que instan a provocar a la entrevistada. Ajena al compromiso académico, Albertina en su curiosidad desenfrenada pasa por alto la metodología de preguntar a la vez que los explícitos límites de Greta. Ante una mínima incomodidad en la entrevista, Marcos se desmarca, da espacio y vuelve a empezar. En cambio, Albertina azuza, molesta, toca, se mete, agarra las cosas y pregunta a fondo (de hecho ella le hará la pregunta más obvia que se le puede hacer a la autora de una memoria de puta que ha sido un fabuloso éxito). Por su parte, entre Marcos y Albertina hay disputas permanentes por esta diferencia. Él pretende dejar en claro que han venido por su trabajo final y no por su afán de husmear. Ella ve en el señalamiento de Marcos una censura de "machirulo". En el medio de estas frecuentes fricciones, Greta se mantiene indemne, interviniendo de modo tangencial y contenta de formar parte de algo que le interesa de verdad y mucho: la juventud.

Ante cada pregunta a Greta se le disparan recuerdos que, en su corriente reflexiva, juegan como un subtexto en donde sus respuestas se podrían tornar más crudas y certeras. Esta técnica, la de la corriente reflexiva, es uno de los grandes recursos que caracterizan a Heker tanto en sus novelas previas (sobre todo en Zona de Clivaje, 1987), como en sus cuentos (ejemplo: "Georgina Requeni o la Elegida" –1977– y "La crueldad de la vida" –2001). Heker es una especialista en hacer convivir el fluir de conciencia con un riguroso rompecabezas en donde cada elemento indica, promete, sugiere o está en función de una trama perfectamente lograda. Tal vez se podría citar esta característica para responder a la pregunta de si hay un modo peculiar cómo escribe una formidable cuentista una novela. Sin embargo, aquí la división en géneros resultaría ambivalente porque el valor de Noticias… también se puede inferir de forma auto contenida sin hacer esta alusión a la obra cuentística previa.

ph: Vuelvo al Sur, libros
ph: Vuelvo al Sur, libros

Volviendo a los intercambios en la entrevista, Greta se mide al principio pero con el paso de las horas modula este recaudo, incitada por corrientes de ternura y de cariño que estos dos chicos le provocan. A no confundirse: nada de la bondad de abuelita buena asoma en este gesto empático. Tampoco Heker pone a una Salinger versión mujer como la escritora célebre. El tópico de la leyenda viva aquí no se cumple del todo. El prestigio de Greta no se condiciona ni por la amenaza del olvido ni por eventuales malas lecturas que pudo haber sobre su producción. Ella no tiene deudas de reconocimiento ajeno, en esto se parece al escritor de La Grande Belleza de Paolo Sorrentino. Sin embargo, a diferencia de este escritor romano su vida transita puertas adentro y con un afán insobornable de seguir escribiendo.

La ídola, en este caso, es muy vital a razón de la escritura: ni un solo día ha dejado de tomar notas, trabajar y sobre todo de desear escribir Vera y el optimismo. Sí, a medida que transcurre el diálogo, expone bastante sentimentalismo. Por ejemplo, en uno de los descansos más conmovedores de la entrevista, Greta se pone a explicar el significado de frases hechas no reconocibles por los púberes: "Chau, Pinela", "Chupate esa mandarina" o "Ahí te quiero ver, escopeta". La complicidad de Albertina y Marcos para mostrar curiosidad y para seguir sus genealogías resulta enternecedora y brinda un momento de distensión en un diálogo que, las más de las veces, se atiranta por los hilos del recuerdo, las premeditadas provocaciones de Marcos y las indiscreciones de Albertina. La suma de estos elementos plantea un tipo de lector/a. La maestría en el uso de la corriente reflexiva involucra que, si uno o una no es un lector/a atento, puede perder de vista elementos fundamentales para comprender el propio proceso. El orden del fluir de conciencia que Heker propone es acumulativo, con una simbología in crescendo que jamás resulta redundante.

La beligerancia y desfachatez de Albertina un tanto naif se compensa por la densidad que tienen las respuestas que brinda Greta cuando es consultada por su obra. Cada una de sus novelas tiene origen no sólo en lecturas y experiencias sino en algo más específico que son "representaciones", algo así como visiones de mundo que dan a la escritora una credulidad indispensable para desear escribir la historia. Esas representaciones se anudan con vivencias personales que Greta no explicita del todo a sus entrevistadores.

La identificación de Greta con Marcos y Albertina, entre tanto, no es lineal. No emerge tanto la "Greta joven" al compartir con estos chicos. Más bien, sale a la luz algo de "la enana jodida" (el lado de Greta más visceral, espontáneo e irónico). Compartiendo con ellos, la entrevistada puede recordar los procesos creativos de una forma en que sólo puede hacerlo un/a escritor/a con sus íntimos pares o en diálogo consigo mismo/a. El anudamiento que ha llevado a forjar su narrativa es un proceso autorreflexivo en donde el deseo está muy presente. Un deseo voraz, ambicioso y siempre desmedido. La juventud, como dimensión existencial, tiene mucho de eso y ese rasgo está bien representado en los movimientos que constituyen la entrevista.

Ahora bien, no puede decirse que Marcos y Albertina comprendan el ansia creativa y el vigor de una mujer grande a la que ellos recurren ya hecha una suerte de mito. Este es el segundo punto que me interesa tocar: la tensión que se produce luego de una camaradería y complicidad iniciales, cuando se gesta un choque entre la juventud representada por los entrevistadores y el impulso vital de una mujer grande que, si bien puede entender que los chicos subestimen la edad adulta, es renuente a asumir que cuarenta años para un proyecto de novela es demasiado tiempo de maceración.

En ambos jóvenes, a su vez, la comprensión de quién tienen en frente resulta estrecha no solo por la asimetría natural entre entrevistado y entrevistador (acentuada en este caso por la admiración hacia una escritora reconocida) sino porque dan por descontado que la edad de Greta debería ubicarla en una actitud creativa diferente a la que tenía a los veintidós años (cuando publica Hilda Wengel) o cuarenta y dos (cuando publica Memoria de Uma Harán). De hecho, la alusión a una pretendida "recuperación" de su legado le resulta indignante a su admirada narradora. Una ira extrema se enciende en Greta cuando comprende que la entrevista tiene cierto fin vindicativo por parte de ambos. Marcos casi que se había mostrado distinto al reconocer que la convicción de que podía lograr lo que se proponía era nodal en la obra de Greta.

La novela se enfoca en cómo operan los procesos creativos en los efectos de obra pero también en la propia escritora. Greta es del tipo de creadora que está pensando en aquello que escribirá porque es la obra futura la que podrá justificarla. Es una artista que no renuncia a su cometido y para quien el deseo conduce a un trabajo que tarde o temprano se concluirá (de hecho, se jacta de tener una "voluntad subterránea" como gran característica personal que la obliga a no cejar en lo que se ha prometido).

Nada cuentan los impulsos externos que, luego su segunda novela, no le indicaban ir más arriba. Ella misma indiscretamente dejó en claro, después de un envidiable éxito editorial y de crítica con La Memoria de Uma Harán, que todavía no había escrito lo que verdaderamente podía o le correspondía. Entre sus dos obras publicadas, se traza una dialéctica opuesta que, en buena medida, dan cuenta de esta ambición. La insistencia de Hilda Wengel recae sobre ella. Es a ella a quien Hilda Wengel incita a subir y subir de manera temeraria. Uma Harán, en cambio, es un personaje que proyecta una sombra diversa sobre Greta. A través de Uma logra expresar un volantazo provocador. Su segunda novela es la provocación exquisita y osada de una novelista que puede decir que su audacia no compensa su falta de recursos. Sino al contrario: así como Thomas Mann (en quien Greta se inspira) escribe la historia de un personaje "tramposo desde la cuna" (Confesiones del Estafador Felix Krull) luego de sus más complejas y celebradas novelas, ella decide emprender una búsqueda similar después de dar por probada su calidad de narradora. Escribe así su novela picaresca. A continuación de ese riesgo se supone, en la mentalidad de Greta, que la apuesta debe seguir aumentando. Vera y el optimismo es la cifra de esto mismo.

Este afán de superación postula este tercer proyecto que surge de un episodio, de una representación vale decir, un tanto dolorosa: una visita al veterinario en donde se entera de que Ilich es fisiológicamente incapaz de procesar los alimentos. Luego de cuatro décadas de esa epifanía, lo que a Greta le permitirá abrir la pregunta de que quizá su voluntad subterránea no pueda brindarle el auxilio esperado esta vez, no es tanto la entrevista de estos dos jóvenes como la interacción con ellos y el desliz relacionado a cuál es la pretensión de elegirla a ella, una escritora casi fuera del mapa por decisión propia. La furia que le produce a Greta la hybris de juventud que la coloca como escritora clausurada, le obliga a cuestionar su propia autoexigencia. El cuerpo le va a dar una advertencia de que tal vez ha tocado el límite de su voluntad en cuarenta años de silencio.

Sin embargo, esa alerta no le basta para ceder ante su convencimiento de que una escritora escribe lo que debe (o quizá lo que quiere). La evocación de la imagen del desprendimiento de un iceberg que acaba de ver en su viaje al sur, ese mismo donde compró la mesa enemiga de Prascovia, le da una clave fundamental para salir de un ¿bloqueo, impasse, resistencia? En lugar de funcionar como signo de lo dicho, el iceberg funciona como analogía del armazón o de la arquitectura de un proyecto literario. De esos cometidos que en general, comprometen a un/a escritor o escritora a tres o cuatro años de tallar la piedra. Esa arquitectura debe ser sostenida por una estructura en profundidad que se gesta con "incidentes, descubrimientos y virajes múltiples" –como reconoce la autora en sus agradecimientos– pero ¿si los icebergs no siempre se mantienen iguales, si se desprenden, si giran y se modifican e incluso se colorean de un ligero azul –tal como Greta ha descubierto en su viaje al sur– eso no da la pauta de a que a la prerrogativa de Hemingway le falta una importante aclaración? Si una estructura ambiciosa puede resquebrajarse y así y todo dejar lugar a un nuevo iceberg sostenible y quizá más bello, ¿cómo debería traducirse eso en términos de escritura? Durante las veinte páginas finales Heker desanuda esta pregunta en un recital literario de recursos que constituye un regalo fascinante a la vida de cualquier lector o lectora y en donde hay algo del orden del trenzado de un telar de múltiples hilos que converge estrechamente en una imagen nítida.

Noticias sobre el Iceberg tensa la vida de una mujer al cimbrar de la vida bajo la forma de un deseo insobornable. Se trata de una novela que coquetea con la nostalgia para finalmente acotarla a un recuerdo perfectamente desechable. Aun cuando haya una historia amorosa que se verá sacudida por su determinación, Greta no pierde de vista que la escritura es el sostén que mantiene activo su hogar, a Prascovia y a ese deseo que, insisto, por nada del mundo cabe relegarlo. Etgar Keret, en sus consejos para escribir, decía que había que amar a los personajes; Heker postula personajes que uno desearía encontrarse en estos tiempos, para compartir anécdotas, para recordar otras épocas y para concluir que, usando una de esas frases que Greta hubiera adorado, viejos son los trapos.


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