Spoon River, un pueblo fantasma cerca de Springfield
Creo que es más gratificante hablar de un buen libro que exponer un texto literario propio. No de cualquier libro, sino de uno esos libros que vuelan la cabeza, que iluminan. No se trata de escribir una crítica o cosas así, solo se trata de una recomendación afectuosa a futuros lectores. A los desprevenidos que todavía no se dieron con él, les presento a un escritor joven que cumplió en agosto pasado 147 años, y a su obra consagratoria que cumplió en abril el centenario de su primera edición. Se trata de Edgar Lee Masters, natural de Garnett, Kansas, de profesión abogado. Escribió mucho el cuervo, pero un solo libro, Antología de Spoon River, creo que el único traducido al español, le valió reconocimiento universal para convertirse en inspirador de cientos de poetas y escritores alrededor del mundo. Dicen las malas lenguas que este libro deslumbró e influyó a varios monstruos sagrados de la literatura desde Bertolt Brecht, Ezra Pound a Neruda, podríamos poner también a Juan Gelman, y hasta Roberto Bolaño recibió influencias que se pueden observar con claridad en su gran novela Los Detectives Salvajes. Y hay que considerarle como el antecedente, el precursor del "realismo sucio" norteamericano. El amigo que te recomienda un buen libro se gana en tu corazón un afecto entrañable, unos cuántos años atrás Carlos Busqued (Bajo este sol tremendo) me dijo te presto este libro, te lo presto por el fin de semana. Se lo devolví al mes luego de amenazas que pusieron en riesgo mi integridad física. Finalmente, Busqued me lo regaló. Traté de conseguirlo en las librerías, pero fue imposible, ahora se consigue bajo la misma edición de aquella que había leído, la de Cátedra Letras Universales. (En la librería El Espejo te lo consiguen). También ya existe una edición nacional mucho más económica. Lee Masters defensor de los trabajadores, feroz opositor a las políticas imperialistas de su país, creó una obra maravillosa inspirada en una antología griega llamada Antología Palatina, que no es otra cosa que una antología de las voces de los muertos. Son alrededor de 250 epitafios de los habitantes de un pueblo que no existe, Spoon River, si existe el río Spoon, con los epitafios de los habitantes de este pueblo imaginario Lee Master se ganó un espacio relevante en la geografía de la literatura norteamericana. Más que epitafios, los poemas son autobiografías condensadas, alegatos, testimonios, confesiones, acusaciones póstumas, protestas o gritos, como dice en el prólogo el traductor y editor Jesús López Pacheco. La Antología de Spoon River se puede leer también como una novela, una trama protagonizada por 250 personajes que transitan laberintos de al menos 19 historias. A unas de las primeras traducciones al español la realizó un poeta argentino, un gris representante de la tibieza como Alberto Girri que ofreció una visión miope y desenfocada de la dimensión de Lee Masters. A Lee Masters no le fue fácil, los formalistas lo destrozaron con sus críticas que le reprocharon el uso del verso libre, lo acusaron de escribir en prosa, de ser vulgar y hasta de inmoral. En tiempos en que se editan muchísimos libros de poesía que transcurren alrededor del mito de Onfalia, alrededor del propio ombligo para decirlo en criollo, que transitan la intrascendente intimidad más cercana al lamento de autoayuda que a la poética visceral, así las cosas, entonces entrar y dar una vuelta por el cementerio de Spoon River puede volvernos la voz hacia una conversación con la poesía y no con los ecos de los muertos.
MINERVA JONES
Yo soy Minerva, la poetisa del pueblo,
La irrisión de los patanes de la calle
Porque era gorda, bizca y me balanceaba al andar,
Pero lo peor fue cuando Weldy "El Duro"
Me atrapó después de una brutal persecución.
Me abandonó a mi destino en manos del Doctor Meyers;
Y yo me hundí en la muerte, me fue subiendo el frío desde los pies
Como a quien va adentrándose en un río de hielo.
¿Irá alguien al periódico del pueblo
Para reunir en un libro los versos que escribí?
¡Estaba tan sedienta de amor!
¡Tan Hambrienta de vida!
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