Papaíto Piernas Largas
Hay que tomar la decisión de volver a leer un libro que guardaste treinta años en el estante amarillo de tu biblioteca. Lo guardaste porque lo disfrutaste cada vez que lo leíste (y fueron muchas) antes de los diez años. Pero desde los ochenta hasta ahora pasaron varias décadas, hoy una es otra persona, quizás con una esencia que se sostiene, pero a la que le atravesó el cuerpo mucha vida. La literatura es otra, con muchísima más producción local para las infancias, y muchísimas propuestas de narrativas, la sensación es que hay mucho más para elegir. La colección Robin Hood quedó en el pasado, con sus adaptaciones en muchos casos reducidas del original (sin aviso a los lectores, ¡alta traición!), y sus traducciones españolas (de España) que fue el idioma que leí toda mi infancia y adivino que gran parte de mis contemporáneas también.
Abrir este libro hoy es darle la posibilidad a la decepción que te estalle en la cara, que debas enfrentarte a tu ingenuo recuerdo de un hermoso pasado literariamente mágico y perfecto y descubras que no era tal: que la protagonista no era tan genial, que el ritmo era aburrido, que las palabras eran sofisticadas y hoy te suenan ajenas, que no te reconocés en la lectura y no encontrás ni siquiera vestigios del disfrute de aquellos años lejanos en los que leyendo ese libro fuiste feliz.
Hace un tiempo, buscando otra cosa, entré a Wikipedia y terminé rastreando -vaya una siguiendo qué búsquedas- a Jean Webster, la autora de "Papaíto Piernas Largas" y su continuación "Mi querido enemigo", y descubrí que vivió entre finales de 1800 y 1916, que había sido activista comprometida de los derechos de la mujer: del sufragio femenino y sobre todo del derecho de la mujer a estudiar, puntualmente del derecho a los estudios universitarios. Cuando se tienen 10 años a quién le importa la biografía de la autora… Al menos a mí no me importaba. Y me doy cuenta de que tampoco importa la edad de la protagonista, en mi infancia disfruté muchas historias de aventuras de pibes de 10 o 12 años, pero leí muchos más libros protagonizados por heroínas de más de veinte y eso no me impidió crear lazos con ellas para siempre.
Fue así que, siguiendo el impulso, miré el alto estante amarillo de mi biblioteca con miradas a la vez nostálgicas y curiosas. Me subí a una silla, alcancé "Papaíto Piernas Largas", lo bajé con cuidado y le acaricié la tapa. Lo hojeé con cariño, la tinta marrón y los dibujos garabateados de la autora acariciaron un rincón archivado de mi memoria. Me dispuse a leer con cierto pavor. Tomar la decisión de poner a prueba uno de mis libros más queridos fue un desafío peligroso.
Pero como sucede con las cartas, guardadas con amor, atadas con una cinta en una caja especial, depositarias del cariño y el vínculo que construimos epistolarmente con alguien amado y especial a lo largo de muchos años..., así, al abrir las tapas del libro, fue como adentrarme en la lectura de esas cartas amadas. Un trozo de memoria, de mi pasado y sus personajes volvieron como si nunca se hubieran ido. O quizás mejor: tal vez viajé a ese rincón de mi memoria donde los conocí hace treinta años y descubrí que la torre de la universidad para señoritas y la vieja casa de campo se veían tan bien como en mis recuerdos.
Barbi Couto
Comunicadora social egresada de la universidad pública de Córdoba. Es editora en Ediciones de la Terraza, traficante de libros, capitana de las Brujas Bucaneras y parte de la organización Libre Base, desde donde promueve la lectura y la difusión del software y la cultura libre como herramientas de democratización de la cultura.
En las redes es @eneroenlaciudad
Comentarios:
- Barbi: Un placer inmenso acompañarles en esta aventura de tierra media
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