Otra vez sopa

10.12.2023

-Ni uno es de uno-


Sísifo. Edward Coley Byrne-Jones, 1870
Sísifo. Edward Coley Byrne-Jones, 1870

Pero no la de letras, esa que tiene las palabras cruzadas, tan cruzadas que a veces se vuelven oblicuas.
Quizás sí sea la de Mafalda que, según su papá Joaquín Lavado (a) Quino, es "una metáfora sobre el militarismo y la imposición política."
Pero la primera, la de letras, pareciera querer asomar en la frase de Mariano Cognini haciendo honor a su apellido como hijo del mítico inventor de Hortensia: "A los locos hay que darles la razón, no un país".
No fue así.

Se le dio un país, el nuestro ¿nuestro?, a alguien que conversa con su perro muerto y al que le hablan desde el cielo.
Y nos encontramos como aquello que escribiera Horacio González: "Debemos pensar en otra cosa y no sabemos en qué". 

Quien sí parece saberlo es Álvaro García Linera, el marxista que fuera vice de Evo Morales.
Dijo que el llamado progresismo no comprendió que los paliativos sociales eran solo eso y no realizaron medidas superestructurales.

Y eso arrojó a la cancha, agrego yo modestamente, a una montonera informe de analfabetos políticos que votaron en contra de sí mismos, sin saberlo.
Esos que hicieron que, por la calentura, a Katja Aleman se le diera por decir que el voto debiera ser calificado.
Nosotros no nos animamos siquiera a calificar ese voto.

Nos parece mejor hacernos algunas preguntas, a más de las certezas de las que nos proveyó Álvaro García Llinera.
Por ejemplo, nos podemos preguntar por qué cantamos, que luego se podrá traducir en el "todavía cantamos".
Y respondernos con Mario Benedetti "Cantamos porque el grito no es bastante, y no es bastante el llanto ni la bronca. Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota."
Por ejemplo, nos podemos preguntar por qué escribimos.
Y podemos respondernos, con Roque Dalton, porque la poesía no es puro verso.
"Uno tiene en las manos un pequeño país
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
(…) Nietos de la sentencia y lo que fueron
(…) y vendrán nuevos hombres pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos, quienes con llamas puras les antecedieron, a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien
Eso hacemos:
Custodiamos para ellos el tiempo que nos toca."

Ese mismo tiempo del que habla Sandra Russo desde la rúbrica: "Saludos a los neutrales"
Y Jorge Alemán desde el título: "Inmolación y preguntas".

Finalmente, o casi, están los que dicen que el campo nacional y popular perdió las elecciones porque jugó con uno de los que no son nuestros como Massa.
Y que hubiera sido mejor perder con uno de los nuestros.
Los corrijo:
Hubiera sido mejor, ganar con uno de los nuestros.
Los tenemos: Kicillof, Wado de Pedro, Grabois y siguen las firmas.
Porque sí que hace falta un cambio.
Generacional e ideológico.
Recordando lo que escribiera John William Cooke: "En un país colonial, la oligarquía es la dueña del diccionario:"

(Esta columna que firmo fue escrita el lunes 20 de noviembre, paradójicamente Día de la Soberanía Nacional, a estar por el resultado de las urnas favorables a los antiestado. Y ese lunes, o aquel lunes, será totalmente diferente a los otros tres lunes que nos habrán separado de esta siguiente columna.
La velocidad con que cambian las cosas en la Argentina es muy superior a la de cualquier país de los que no sé por qué son llamados normales.
Siete veces mayor, como la resultante de calcular a un perro su edad como humano.
Por tanto, alguna o varias ideas y conceptos de la columna podrán aparecer como repetitivos o anacrónicos.
Creo que es inevitable.
Tan inevitable como el paso del tiempo.)



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