Merca de alta kiureza

Adrián Savino


Cuando por fin salió Songs of a lost world, el último disco de The Cure, intenté escucharlo por primera vez yendo en bici, bajo el sol de la siesta.

No funcionó.

Esa misma noche dije: ok, es hora (del año) de armar la pelopincho.

Decidí llenarla al otro día, que tocó nublado y frío.

Ah listo, dije entonces, no la lleno por ahora.

Y me puse, ahora sí, a escuchar el disco entero.

Posteé una historia de Instagram con la pileta vacía en mi patio ventoso y gris, con el solo de guitarra de la canción "A fragile thing" de fondo.

Un amigo me hizo notar la similitud de mi historia con la tapa de Los llanos, de Federico Falco.

Y sí, el hilo estaba: esa novela, se podría afirmar, consiste en el racconto detallado de una depresión.

De una desintegración.

Canciones de un mundo perdido. De un mundo desintegrado.

De cuando aún estaba a gatas integrado.

Canciones íntegras en torno a eso: la desintegración.

Inminente-Desencadenada-En proceso-Consumada.

¿Qué me pasó a mí con The Cure?

Uh, a esta altura es una larga historia…

Me flechó en la adolescencia, escuché su música a diario durante dos o tres años.

Hasta un día del 89 en que me sentí como empachado de sus yeites, y la dejé.

Justo el año de Disintegration, tremendo disco que en su momento no llegué a degustar.

Y luego pasaron décadas, en las que The Cure me sonaría inevitablemente a un pasado más o menos remoto al que no deseaba volver.

Hasta abril de 2013, cuando los vi una noche en River.

No fue sólo la banda, no fue sólo la música: también fue el público.

Esos miles de darks cuarentones, ahora más sobrios y compuestos, con el ánimo expectante de saborear un viejo y amado vino.

Y yo metido allí, siendo uno más, escuchaba esas casi tres horas de música y pensaba una y otra vez, como en un loop: "Wow, cómo no me iba a gustar tanto esto, es muy hermoso…".

Belleza sin edad, como un retrato de Dorian Gray pero completamente exento de descomposición. De desintegración.

Y ahora escuchaba estas canciones 2024, las de un mundo perdido, tan parientes de aquellas de Disintegration.

Viejas y nuevas, y tan adecuadas al día nublado.

Una amiga me comentó: "Creo que tampoco hoy va a dar para que llenes la pelopincho, parece que mañana va a ser otro día Cure".

"Sí, puede ser –le contesté- pero la voy a llenar igual, a ver si resulta un día más Beach Boys".

Porque así me viene sonando el vaivén de estos días y meses: de lo leve a lo denso, de lo denso a lo leve, y así.

Surfeando, en la acotada medida de lo posible, los mares de la desintegración.


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