La chica nuez
Marta García
Le dicen "la chica nuez" porque nunca las saca de sus bolsillos. Tiene pánico de no sentir los pies sobre la tierra y eyectarse como un globo que perdió la dirección de una fiesta. Cuando está en su trabajo, desea que aparezca una mujer flotando y la rescate de su miedo. Se la imagina de su mismo género porque vio la película "El futuro es mujer" de Marco Ferreri y lo que pasa en los cines es cierto.
La sueña deslizándose, empoderada, por la ventana de su oficina, con un aura de galaxia a conquistar, y que la deja asombrada por el esfuerzo que le dedica a alguien tan rupestre como ella. Siempre la espera con un puñado extra de nueces sin abrir en su bolsillo. En primer lugar, porque trabaja en una fraccionadora patriarcal de frutos secos de la que recibe hace siglos la paga con que humillan a la chica nuez. Así que expropia toda la mercadería que puede. En segundo lugar, porque eso la mantiene arraigada al piso. Y en tercer lugar, porque la mujer que flota las va a necesitar para liberarla. La chica nuez es muy omnisciente cuando imagina.
Hay momentos en que tiene utopías en Full HD y la ve atravesando, valerosa, las cinco capas de la atmósfera como si fuera un desfile de resistencia, mientras que ella abre la puerta de su oficina, que no es más pesada que una papita suflé, con gran esfuerzo muscular. A veces la siente igual que un big bang capaz de crear en menos de un segundo la materia, la energía, el espacio y el tiempo para que haga tortitas de barro cósmico sobre los expedientes. En otras ocasiones es una segunda fuerza, un empuje en sentido contrario a la ley de gravedad. Y hace que todo flote en espiral sobre los reclamos de la clientela. Y hasta la visualiza entre los vencimientos bailando junto a los dinosaurios y el aerolito, sin rencores, con todo el tiempo del mundo.
Aunque la mujer que flota tiene la apariencia de una viajera galáctica, la chica nuez la dota de opresivas preocupaciones terrenales y hasta la escucha preguntarle si pagó el monotributo y si tiene suficiente para la comida y los libros. Como sabe que le miente porque a duras penas le alcanza para los tampones, le dejará fragmentos de satélites capitalistas sobre el escritorio para que los venda como chatarra en el barrio y pueda ponerse al día bancarizando su indigencia. Sólo al ver su escafandra empañada, toma dimensión del esfuerzo que le ha costado a su fantasía llegar hasta la realidad.
En la fraccionadora, la patronal murmura que tiene mucha gravedad que la chica nuez hable sola durante las horas de trabajo. Lo que demuestra que no saben nada de ella ni de su pequeña oficina que, justamente, lo que no tiene es gravedad. Hoy enviaron a uno de sus esbirros a espiarla y al escucharlo reptar por la escalera dejó rápidamente de pensar en la mujer que flota por las dudas la viera.
Y como no es ninguna tonta, cuando el capataz oprimido con discurso de opresor la enfrenta preguntándole con quién estaba hablando, señorita, le dice que con una astronauta que se asustó cuando él subía por la escalera y salió volando por la ventana. Si le decía que hablaba con la mujer que flota las iba a tomar por locas a las dos. Mientras le pedía detalles biométricos de la astronauta como tomándole el pelo y le comunicaba su despido, sintió que el miedo iba desapareciendo y que ya era el momento esperado y sacándose las nueces del bolsillo comenzó a elevarse ante los ojos desorbitados del vasallo que huyó dejando una estela de miedo y de huelgas reprimidas.
El cielo raso detuvo la ascensión de la chica nuez y mientras diseñaba una estrategia para traspasarlo vio cómo su fantasía tantas veces planificada hacia su entrada triunfal. Pero no se trataba de la mujer que flota. Eran todas las chicas nuez que trabajaban en la fraccionadora. La fantasía había tomado la fábrica no bien se enteró de su acto valiente y la realidad no quiso quedar afuera de la epopeya. Y al llegar a su oficina y verla iridiscente y muerta de la risa contra el cielo raso, se sacaron las nueces de los bolsillos y estrellándolas contra el piso como bombas de estruendo flotaron todas juntas, ni una menos, hasta llegar al cielo raso y pulverizarlo. Por primera vez en sus vidas, volaron su propio vuelo.
Y recién entonces, la chica nuez se dio cuenta de que la mujer que vuela por su cuenta y riesgo también es capaz de correr en la superficie y que si el trabajo sólo da frutos secos, es lastre. Y hay que sacárselo de encima. Como las nueces.
Cada 8 de Marzo, hay más chicas nuez que dejan de serlo y demuestran que se puede volar con los pies en las calles. Y seguir ganando derechos.
Y que ya no es el título de una película. El futuro llegó.
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Comentarios:
- Carina: Es muy hermoso... gracias
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