La universidad cósmica
La universidad cósmica
Martín Prestía y Matías Rodeiro
Reforma-Revolución
—¿Córdoba es conocida en Méjico?
—Sí, a raíz del movimiento universitario del 18, Córdoba es conocida en los círculos universitarios de Méjico (entrevista, "Con el Dr. Vasconcelos", en La voz del interior, Córdoba, 5 de Octubre de 1922).
El 5 de octubre de 1922 dos fuerzas morales de la emancipación de Nuestra América confluían en la ciudad de Córdoba. Se encontraban la reforma universitaria con la revolución mexicana. La primera bajaría a tierra y politizaría la idea de universidad, poniéndole fin a un desvirtuado modelo monacal, dando un primer paso en la proyección de un modelo de universidad pública (que a nivel nacional aseguraría el peronismo al decidir financiarla estatalmente en noviembre de 1949). La segunda le ponía fin al siglo XIX de América Latina y de la historia mexicana, cuyo último tramo fuera moldeado por la dictadura del porfiriato, los terratenientes que acaparaban las tierras de indios y campesinos, y la guía intelectual del gabinete de los "científicos" cultores del positivismo y adoradores de las luces de París.
La revolución mexicana (al parecer de Enrique Dussel y Jorge Abelardo Ramos, primer movimiento nacional-popular americano) extendida desde 1910, llegaba a Córdoba encarnada en la figura de José Vasconcelos (1882-1959). Político, autor entonces conocido en la Argentina por ensayos editados y comentados en la Revista de Filosofía de Buenos Aires y libros como: Pitágoras, El monismo estético, Divagaciones literarias, Prometeo Vencedor y Estudios Indostánicos. Para la fecha de su visita, era Ministro de Instrucción Pública y Embajador Extraordinario de México en misión diplomática por Sudamérica. Venía a la Casa de Trejo para ofrecer una disertación: "Orientaciones del pensamiento en Méjico"(1).
"…La revolución que acaba de pasar en Méjico tuvo por fin principal cambiar el régimen económico de la República. Es cierto que el grito de guerra era: «¡Muera Porfirio Díaz!» porque Porfirio Díaz era el dictador, y «Mueran los científicos» porque los científicos eran el grupo de hombres que se había enriquecido a la sombra de Porfirio Díaz, y se les llamaba los científicos porque ellos aseguraban en nombre de su ciencia que su poderío, sus privilegios y sus abusos eran legítimos, conforme a la ciencia que predica la supervivencia de los más aptos y el triunfo del fuerte sobre el débil" (Orientaciones…, 1922).
Vasconcelos arribaba al salón de actos de la Universidad Nacional de Córdoba, invitado por las autoridades de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y los por los estudiantes de la Federación Universitaria de Córdoba, aquella del grito-manifiesto de 1918 que estremeció a los entumecidos recintos de la casa estudios superiores del 1600, para anunciarles a "los hombres libres de Sud América" que se estaba caminando "sobre una revolución", "viviendo una hora americana". En tanto lo que comenzó en Córdoba, como rebelión estudiantil y demanda educativa, desde su mismo vientre llevaba la voluntad de trascender los claustros para engarzarse y conversar con otras gestas independentistas de la "América toda". Y asimismo derramar y contaminar ese impulso libertario con los afluentes provenientes de las esferas culturales, artísticas, intelectuales, sociales y políticas.
Al acoger a uno de los maestros de la juventud -así era considerado Vasconcelos por las federaciones estudiantiles de Colombia, Perú, México, etc.-, el movimiento del '18 cumplía con aquello de procurarse la elección de sus propios maestros. Y abrevaba de primera mano en lo que fuera una de sus vertientes inspiradoras, la primera revolución social del siglo XX. Sobre cuyos significados, decía José Ingenieros, "hacen que hoy México merezca, además de nuestra simpatía, nuestro estudio. Convertido en vasto laboratorio social, los países de la América Latina podremos aprovechar muchas de sus enseñanzas para nuestro propio desenvolvimiento futuro ("Por la Unión Latino Americana. Discurso pronunciado el 11 de octubre de 1922 ofreciendo el banquete de los Escritores Argentinos en honor de José Vasconcelos"). Desde aquella revolución emergía José Vasconcelos, uno de los referentes intelectuales de aquel proceso. Recíprocamente, el mexicano, ponderaba y reconocía "...a los estudiantes de Córdoba que han sido directores, que han sido líderes de un ilustre movimiento por la liberación del pensamiento en la Argentina..." (Orientaciones…, 1922). A quienes además alentaba para que conquisten el poder y su propio pensamiento.
La alocución se intersecaba entonces con otra de las líneas del plan de la reforma: constituir un pensamiento renovador tanto de la escolástica como del positivismo y sobre todo emancipado del colonialismo mental y del eurocentrismo. Rectificar a Europa era un imperativo leído en libros que alimentaron la Reforma. En el mismo tono, Vasconcelos declaraba a la prensa de Córdoba, "el haber practicado por más de cincuenta años el macaquismo, creyendo que todo lo que debemos aprender del europeo, influenciados quizá por el cosmopolitismo que nos absorbía, haciendo desaparecer todas las trazas de nuestra propia idiosincrasia para invitar, a veces torpemente, todo lo que tenía rótulo extranjero" (entrevista, "Con el Dr. Vasconcelos", en La Voz del Interior, Córdoba, 5 de Octubre de 1922).
En ese sentido, la invitación y la visita, más allá de toda formalidad, constituían el anudamiento de dos puntas de la hebra vital del americanismo que por entonces atravesaba y orientaba las acciones y los pensamientos de aquellas fuerzas convergentes, así como, de un vasto conjunto de movimientos (los vanguardismos estéticos y políticos, los indigenismos, los nacionalismos populares y revolucionarios) y acontecimientos suscitados alrededor de "los años '20 latinoamericanos"; preñados por los mismos ideales que quizás resumiera el manifiesto liminar de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Lucha contra el Imperialismo. Búsqueda de la unidad política en América Latina. Nacionalización de tierras e industrias. Internacionalización del Canal de Panamá. Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.
La APRA sería organizada por el líder estudiantil peruano Víctor Raúl Haya de la Torre. Quien, desterrado de su patria por la persecución política del gobierno de Leguía, fue asilado y apadrinado por Vasconcelos en México. De aquel acto fundador además de la organización política saldría la bandera de Indoamérica diseñada por Diego Rivera y legada por Haya de la Torre a los estudiantes de la Federación Universitaria de México. "Esta bandera que yo os entrego, camaradas estudiantes mexicanos no presume originalidades recónditas. Es vuestro blasón vasconceliano de la Universidad de México, hecho pendón, oriflama, ala de esperanza. La juventud indoamericana que tiene ya un alma fuerte, que entona un himno unánime, adivinaba en el escudo de vuestra casa universitaria el intento simbólico de la enseña del futuro, que saludaremos un día en todos los rincones de América… La tenéis aquí: el rojo dirá de las aspiraciones palpitantes de justicia que en esta hora admirable del mundo inflama la conciencia de los pueblos, y que nuestra generación proclama con la nueva humanidad; nos habla también del amor, convivio con la justicia. Sobre el ancho campo verde, la figura en oro de la nación indoamericana, señala las tierras vastas que, unidas y fuertes, brindarán hogar sin desigualdades a todos los hijos de la raza humana" (Discurso, 7 de mayo, 1924).
Como antecedente, en 1921 Vasconcelos en diálogo con los jóvenes universitarios de su patria, promulgó la realización en México del Congreso Internacional de Estudiantes, desde cuyas mociones además se constituiría la Federación Internacional de Estudiantes. Por la delegación argentina, entre otros, participaron: Ripa Alberdi, del Mazo y Orfila Reynal.
Discurso del rectorado
Al asumir la rectoría de la Universidad de México (4 de junio de 1920), Vasconcelos, expresaba: "He revisado, por ejemplo, los programas de esta nuestra Universidad y he visto que aquí se enseña literatura francesa, con tragedia raciniana inclusive, y me hubiese envanecido de ello si no fuese porque en el corazón traigo impreso el espectáculo de los niños abandonados en los barrios de todas nuestras ciudades, de todas nuestras aldeas; niños que el Estado debiera alimentar y educar, reconociendo al hacerlo el deber más elemental de una verdadera civilización. Por más que debo reconocer y reconozco la sabiduría de muchos de los señores profesores, no puedo dejar de creer que un Estado, cualquiera que él sea, que permite que subsista el contraste del absoluto desamparo con la sabiduría intensa o la riqueza extrema es un Estado injusto, cruel y rematadamente bárbaro".
Manifestación de la hora americana, Vasconcelos llegaba a Córdoba y en sus labios traía las calientes noticias de la revolución mexicana que comenzaba a diseñar un nuevo modelo de estado nacional. Y en particular destacaba las buenas nuevas que comprendían a su faz pedagógica y educativa. Muchas de las cuales, a pasar de los matices, encontraba hermanadas con las "conquistas de la reforma": "la libre docencia", "la asistencia libre", "la designación de profesores por oposiciones", "la participación de los estudiantes en el gobierno universitario", las derrotas de las "tesis religiosas y científicas", la promoción de la "extensión universitaria", etc. Destacaba otras, propias de aquella experiencia, que Vasconcelos entre 1920 y 1924 impulsó desde el vértice del rectorado de la Universidad de México, la Secretaría de Educación Pública y sobre todo desde el Ministerio de Instrucción Pública Nacional. Federalización de la educación (hasta entonces de escala municipal). Incremento en el presupuesto educativo –hasta entonces- el más alto de la historia de México. Aumento exponencial de la cantidad de escuelas, maestros y estudiantes.
"Tanta importancia ha cobrado entre nosotros lo que antiguamente se llamaba la extensión universitaria, que ya, propiamente, es algo más que extensión universitaria, es la universidad en acción en todo el país" (Orientaciones…, 1922). Así, contaba al auditorio sobre la iniciativa de las Escuelas nocturnas para los obreros. En la misma línea se inscribió el intento de la implementación de una política de integración educativa de la población y la cultura indígena, a través de una enorme campaña de alfabetización que movilizó a miles de maestros y maestras voluntarios, Gabriela Mistral entre ellas. En el ámbito rural también se crearon las Casas del pueblo (cuyo lema principal era construir una escuela para la comunidad y la comunidad para la escuela en la que participaran todos los vecinos para establecer vínculos de solidaridad y sin distinción de clases). Para las regiones donde "no se puede establecer un salón de lectura permanente, se han hecho colecciones de 50 a 100 ejemplares de bibliotecas circulantes que recorren el país y que están arregladas de manera que puedan ser cargadas por una mula, puesto que las regiones más apartadas no las podemos alcanzar por ferrocarril" (Orientaciones…, 1922).
Considerando la pedagogía desde la estética, Vasconcelos impulsó la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura (paralela al movimiento muralista), desde donde el ministro le encargaría a los artistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros que tradujeran a través de sus pinturas las ideas de Vasconcelos acerca de la revolución, el estado y la cultura nacional-popular: un México criollo y mestizo. El resultado probablemente fuera la definición en imágenes más acertada de la ideología de la revolución. Aunque, eso no estaría exento de tensiones, ya que, el reconocimiento de los indios y los campesinos se tensaría desde el interior de los mismos murales. Las inquietas brochas de un Rivera que se acercaba al comunismo, entre las alegorías del mestizaje conciliador; interpolaba hoces, martillos y contundentes condenas a los conquistadores.
Destinada a profesores extranjeros y en el marco de un proyecto de intercambio cultural, que conllevaba la idea de conocer la cultura universal y de dar a conocer al mundo la cultura mexicana, Vasconcelos establecía la Escuela de Verano de la Universidad Nacional de México, cuyo primer director fue el domicano Pedro Henríquez Ureña (autor de La utopía en América, 1925).
Otro hito de la gestión vasconceliana fue la publicación de El Maestro Revista de Cultura Nacional (1921-1923)(2), la que a su vez formaba parte de un notable plan editorial y de promoción de la lectura a cargo del estado; dije a Obregón un día –lo que este país necesita es ponerse a leer La Ilíada. Voy a repartir cien mil Homeros en las escuelas nacionales y en las bibliotecas que vamos a instalar….
Homero entre Obregón y Vasconcelos. La conjunción de los apellidos del entonces presidente por el partido laborista general Obregón y el del intelectual y político Vasconcelos (quien previamente había apoyado a Madero en 1910, luego a Villa y Zapata en la Convención de Aguas Calientes de 1914), es un índice por demás significativo de la revolución mexicana a la que cierta historiografía suele confinar en una interpretación signada en su conflictividad caudillesca y su violencia (particularmente después de 1929, el propio Vasconcelos, alimentaría esa línea). Pero, ¿acaso la revolución francesa no fue también parida por la guillotina y su cuota de terror? Los franceses se han encargado de hacer primar junto con la pedagogía del enciclopedismo, las imágenes de libertad, igualdad y fraternidad. De modo semejante, algunos auto-percibidos reformistas han expurgado de su memoria la conflictividad y las escenas de violencia que tuvieron las reformas universitarias en nuestro continente. Con el agravante que también neutralizaron en su recuerdo sus potencias emancipatorias.
En el ya referido discurso de asunción a la rectoría de la Universidad Nacional de México, Vasconcelos agregaba. "El cargo que ocupo me pone en el deber de hacerme intérprete de las aspiraciones populares; y en nombre de ese pueblo que me envía os pido a vosotros, y junto con vosotros a todos los intelectuales de México, que salgáis de vuestras torres de marfil para sellar pacto de alianza con la Revolución. Alianza para la obra de redimirnos mediante el trabajo, la virtud y el saber. El país ha menester de vosotros. La Revolución ya no quiere, como en sus días de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios. La Revolución anda ahora en busca de los sabios. Más tengamos también presente que el pueblo sólo estima a los sabios de verdad, no a los egoístas que usan la inteligencia para alcanzar predominio injusto, sino a los que saben sacrificar algo en beneficio de sus semejantes. Las revoluciones contemporáneas quieren a los sabios y quieren a los artistas, pero a condición de que el saber y el arte sirvan para mejorar la condición de los hombres. El sabio que usa de su ciencia para justificar la opresión y el artista que prostituye su genio para divertir al amo injusto, no son dignos del respeto de sus semejantes, no merecen la gloria. La clase de arte que el pueblo venera es el arte libre y magnífico de los grandes altivos que no han conocido señor ni bajeza. Recuerdo a Dante proscrito y valiente, y a Beethoven altanero y profundo. Los otros, los cortesanos, no nos interesan a nosotros los hijos del pueblo" (1920).
Por mi raza hablará el espíritu
En un momento de cierta estabilización, la revolución salía de México mostrando sus blasones y emprendía una gira por Sudamérica con Vasconcelos como su mascarón de proa, y en la tripulación acompañaban poetas, artistas e intelectuales: Carlos Pellicer, Julio Torri, Ricardo Gómez Róbelo, la cantante Fanny Anitúa y Pedro Henríquez Ureña. La misión diplomática comprendía estaciones por Brasil (por el Centenario de su Independencia), Uruguay, Chile (donde condenaría la Guerra del Pacífico) y Argentina (asunción de M. T. de Alvear).
De lo escrito sobre ese viaje saldrían varios apuntes de su futuro ensayo programático, La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana. Notas de viajes a la América del Sur, libro que se comenzaría a publicar en 1925 (en la Argentina recién en 1948). Donde consignaría: "La revolución estudiantil, como la llaman los muchachos, ha tenido, desde luego, el benéfico efecto de crear vínculos entre los centros universitarios principales del continente... Del movimiento libertario han salido propósitos de mejoramiento social y conceptos continentales que colocan a la juventud argentina, junto con la uruguaya y la chilena, en un puesto de avanzada y de esperanza".
Los mejicanos venían con la intención de poner en acto las banderas de la unidad continental la que por entonces buscaba materializarse a través de las más diversas vías e iniciativas: a través de programas de intercambios de estudios universitarios; con invitaciones y recibimientos de artistas y pensadores como la chilena Gabriela Mistral o el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre; en la circulación de ideas a través de libros y sobre todo revistas de alcance continental; organizando cónclaves internacionales de federaciones universitarias; mediante viajes de referentes como Alfredo Palacios y Manuel Ugarte; con invenciones políticas de magnitud continental como la APRA o "La Unión Latino Americana". Y también con misiones institucionales como la encabezada por el propio Vasconcelos, quien además asumiría y reimpulsaría el ideal confederativo bolivariano.
Inspirado en aquel ejemplo, lamentaría la existencia de aduanas entre los países de Nuestra América y buscaría persuadir a los oyentes de su conferencia en Córdoba sobre la necesidad de construir un nacionalismo de dimensión continental que trascendiera los nacionalismos de patria chica producto de la balcanización que Vasconcelos atribuía a la injerencia anglo-sajona. Ante lo cual esgrimía los "propósitos de unión hispano-americana", es en ella "donde debemos ver nosotros la fuerza que da a un pueblo el sentimiento de raza".
Vasconcelos utilizaba –la siempre incómoda y peligrosa- noción de razas para mentar a las culturas (en una línea semejante al significado que los estudios de Toynbee o luego Darcy Ribeiro le darían al concepto de civilizaciones). Probablemente, como la palabra puñal, la palabra raza cargue con un destino difícil de retrovertir. En el prólogo a la edición de 1948 de La raza cósmica, Vasconcelos se vería necesitado de aclarar: "La tesis central del presente libro que las distintas razas del mundo tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto con la selección de cada uno de los pueblos existentes. Se publicó por primera vez tal presagio en la época en que prevalecía en el mundo científico la doctrina darwinista de la selección natural que salva a los aptos, condena a los débiles; doctrina que, llevada al terreno social por Gobineau, dio origen a la teoría del ario puro, defendida por los ingleses, llevada a imposición aberrante por el nazismo".
Vasconelos, que no era indigenista, proponía la epistemología del mestizaje. Epistemología afín a las derivas del barroco americano desde, la que por ejemplo, se repotenció la imagen de la guadalupana en términos revolucionarios. De todos modos, el indigenista Mariátegui le observaría a Vasconcelos que para que el mestizaje ocurriera "el conquistador español, tuvo que tomar como mujer a la india". Acaso por la barroquización y el mestizaje practicados por las culturas populares, el uso del lenguaje en el habla coloquial mexicana hoy ha convertido a la palabra "raza" en sinónimo de "conjunto de familiares o amigos", multitud, pueblo.
De regreso a 1922, sobre el propósito de la unificación continental Vasconcelos insistía con la necesidad de darle un sustento filosófico (ético, estético, afectivo e intelectual). Y en aras de acuñar una imagen para aquel proyecto, recurrió a la figura de raza cósmica. José Carlos Mariátegui justipreciaba el asunto. "Nadie se ha imaginado el destino de América con tan grande ambición ni tan vehemente esperanza, como José Vasconcelos en el prefacio de la Raza Cósmica, cuya tesis esencial encuentra explicación y desarrollo admirables en Indología, el último libro del pensador mexicano. El objeto del Nuevo Mundo, según esta tesis que aspira más bien a ser una profecía, es la creación de una cultura universal. En el suelo de América se confundirán todas las razas, para producir la raza cósmica. Concluye con la cultura occidental, que se caracteriza ya por su fuerza expansiva y su ideal ecuménico, la edad de las culturas particulares. La misión de América es el alumbramiento de la primera civilización cosmopolita. Universalidad, dice Vasconcelos, debe ser nuestro lema" (en Variedades: Lima, 22 de Octubre de 1922).
Universidad-Universalidad
En el mismo plan de la recepción de Vasconcelos, los reformistas cordobeses publicarían la conferencia ofrecida por el mexicano: José Vasconcelos, Orientaciones del pensamiento en Méjico, Universidad Nacional de Córdoba, Establecimiento Gráfico A. Biffignandi, 1922. Como consignara Gregorio Berman, la tarea estuvo al cuidado de Carlos Astrada, entonces director de publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba. "Bajo la dirección del distinguido colega se han refundido la sección Publicaciones y la Biblioteca de dicha Facultad, habiendo iniciado sus actividades con las ediciones de la serie III. En cinco clases han sido distinguidas las publicaciones de esta Sección Serie I: Boletín (por entregas); II: Boletín Bibliográfico; III: Conferencias; IV: Varias; V: Actos y Documentos. Hánse publicado hasta ahora la conferencia de Vasconcelos Orientaciones del pensamiento en Méjico… Precede al folleto de Vasconcelos un breve y sustancioso estudio del Sr. Astrada sobre su filiación filosófica. Los tomitos, elegantemente presentados, están llamados a tener mucha difusión dado el acierto del Director. Se espera con interés los trabajos de otras series". En 1923 Astrada sumaría a esas publicaciones la traducción y edición de El conflicto de la cultura moderna del filósofo vitalista Georg Simmel (reeditado por la Editorial de la UNC en 2011).
En el breve prólogo que antecedía la conferencia de Vasconcelos, texto que además habría fungido como discurso de bienvenida (siendo leído por el rector de la UNC Eliseo Soaje), Carlos Astrada atisba notas fundamentales de la compleja cosmovisión del pensador y educador de la revolución mexicana. Quien, con "una sed de totalidad, propia de una conciencia que medita el universo", expandía la ontología del mestizaje hacia todos los ámbitos de la existencia, en busca de un nuevo equilibrio para las fuerzas del Cosmos. Capital y trabajo, ciencia y destino, legado hispánico y legado indígena, materia y espíritu.
Para Vasconcelos la educación (universitaria) implicaba "una enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la potencia de cada cerebro que piensa. No soy amigo de los estudios profesionales porque el profesionista tiene la tendencia a convertirse en parásito social, parásito que aumenta la carga de los de abajo y convierte a la escuela en cómplice de las injusticias sociales. Necesitamos producir, obrar rectamente y pensar. Trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y pensamiento alto: he allí nuestro propósito" (Discurso del rectorado, 1920). Y al mismo tiempo, tal como reza el escudo destinado para identificar a la Universidad de México, una preocupación por el espíritu, es decir, por la reflexión acerca del hombre y su destino. "Ojala que esta Universidad pueda alcanzar la gloria de ser la iniciadora de esta enorme obra de redención nacional" (1920).
Sobre la ubicación de Vasconcelos del puesto del hombre en el Cosmos, subrayaba Astrada, "existen, pues, dos movimientos, uno objetivo, el otro subjetivo. Ambos emprenden rumbos diferentes sin divergir. El primero, está gobernado por la gravedad y por todas las leyes físicas: se llama, por esto, newtoniano; el segundo se aparta tangente a la tierra y se dirige al infinito, y se llama por esto, pitagórico. Es el movimiento de la libertad y el pathos estético". Así, destacaba su conjugación entre la nota científica ("movimiento newtoniano") y la nota estético-espiritual ("movimiento pitagórico") que comprendía cabalmente su "posición mística" y sobre todo su interés por la dimensión del mito.
Reconocimiento de una dimensión que vibraba en armonía con las preocupaciones astradianas de entonces. Recordemos que el año anterior, en 1921, el joven cordobés había reivindicado a la Revolución rusa como un acontecimiento que señalaba el renacimiento del mito, a partir del cual la humanidad atravesaba un "trance de religiosidad". El mito se configuraba, así, como una figura de reencantamiento profana que devolvía a los hombres la fe y la esperanza necesarias para una lucha heroica y trágica en pos de la superación del estado de cosas existente. Los profetas eslavos —Lunatcharsky, Dostoievsky, Tolstoi, Gorki, Lenin— y su Verbo encarnado en la lucha de los bolcheviques, anunciaban a los pueblos oprimidos la ruta a seguir en la permanente ascensión de la humanidad guiada por los ideales de "justicia" y "libertad".
Astrada no podía sino destacar esta dimensión del pensamiento de Vasconcelos, en que ve reflejada su crítica al positivismo y a los cultores de la diosa Razón, adoradores de una ciencia que deviene cientificismo y que olvida lo que hay de poético en el hombre que admira e intenta comprender los fenómenos naturales. "En cada cosa duerme un alma; solo falta que algo la evoque para que despierte y cantando penetre en lo Absoluto. Es el secreto del arte…. Tal es, en líneas escuetas, según lo exige esta somera noticia, la posición mística de Vasconcelos. Añadamos, para concluir, que su síntesis estética es creadora y vital. «En esta época, cuando todas las fuerzas morales vienen a sumar y a cotejar sus significados, la creación entera vuelve a convertirse en el Verbo, como lo enseñan los mitos indostánicos; un Verbo renovado a través de las conciencias humanas de generación en generación; nutrido no solo en una frente sino en todo el mundo admirable y en el mensaje de todas las grandes almas»…".
"No hago historia, intento crear un mito", diría Vasconcelos sobre su proyecto pedagógico-político que iba de la universidad a la raza cósmica. Ante la devastación civilizatoria dejada por la Primera Guerra Mundial y la esterilidad del ideal burgués, la impronta potencial del mito tenía ni más ni más ni menos que el anhelo de concebir y proponer desde América una nueva idea de humanidad.
Contra el ajuste de la imaginación y los recortes epistemológicos, aquel Vasconcelos, hijo de la revolución mexicana y amigo de la reforma universitaria; proponía una pedagogía del exceso. "Quiero el derroche de las ideas porque la idea sólo en el derroche prospera" (Discurso del rectorado, 1920). Se trataba de un desmesurado programa de estudios basado en la síntesis de todos los legados, mestizados desde América. En su discurso del 9 de julio de 1922 en ocasión de la inauguración del edificio de la Secretaría de Educación Pública, Vasconcelos se explayaba: "Algo de esto quise expresar en las figuras que decoran los tableros del patio nuevo, en ellas Grecia, madre ilustre de la civilización europea de la que somos vástagos, está representada por una joven que danza y por el nombre de Platón que encierra toda su alma. España aparece en la carabela que unió este contingente con el resto del mundo, la cruz de su misión cristiana y el nombre de Las Casas... La figura azteca recuerda el arte refinado de los indígenas y el mito de Quetzalcóatl, el primer educador de esta zona del mundo. Finalmente, en el cuarto tablero aparece Buda envuelto en su flor de loto, como una sugestión de que en esta tierra y en esta estirpe indoibérica se han de juntar el Oriente y el Occidente, el Norte y el Sur... en una nueva cultura amorosa y sintética".
El diario cordobés que entrevistó a Vasconcelos en 1922 a propósito de su visita, cerraba su nota consignado: "Por el directo de las 20 y 45 regresará a Buenos Aires, nuestro distinguido huésped".
(1) La misma se puede consultar en: https://www.filosofia.org/aut/001/1922vas2.htm
(2) https://memoricamexico.gob.mx/es/memorica/el_maestro_revista_de_cultura_nacional_1921-1923
Martín Prestía
Martín Prestía (1990) es cantor de tango. Licenciado en Ciencia Política y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Magister en Ciencia Política por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (IDAES-UNSAM). Es Docente de la materia "Pensamiento Político Argentino" en la carrera de Ciencia Política de la UBA y becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con lugar de trabajo en el Instituto "Ezequiel de Olaso" del Centro de Investigaciones Filosóficas (INEO-CIF). Es Director de la Editorial Meridión. Ha publicado varios trabajos sobre existencialismo y filosofía argentina. Ha realizado la edición crítica de los libros de Carlos Astrada Nietzsche, profeta de una edad trágica (Meridión, 2021) y El mito gaucho (Meridión, 2023, en co-autoría con Guillermo David), y ha compilado, también de Carlos Astrada, Escritos escogidos. Artículos, manifiestos, textos polémicos. Tomo I [1916-1943] (Caterva, Meridión, FFyH-UNC, UniRío, 2021) y Epistolario (2 volúmenes, Biblioteca Nacional Mariano Moreno, 2022).
Matías Rodeiro: Link Bio y Notas
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