Hugo Francisco Rivella
"Escribo para vivir"
Hernán Jaeggi

Desde que lo conozco Hugo Francisco Rivella, apodado amorosamente "El Negro" vivió cada uno de sus días leyendo incansablemente poesía desde los grandes clásicos hasta los ilustres desconocidos que todavía sueñan. Y también reflexionando y conversando acerca de la poesía. Y escribiendo poemas unos tras otros con la misma facilidad con la que habla con sus amigos, con el verdulero, con la vecina y el mecánico en su vida diaria, sin dejar de ponerle el cuerpo y las palabras a las causas sociales. "El Negro" Rivella nació en Rosario de la Frontera, Salta, en 1948. Ha publicado los libros de poesía: Algo de mi muerte (1981), Yo, el toro (2008), De fuego y sombras (2010), Piedras de ángel (México, 2011), Espinas en los ojos y siete poemas de barro (Ecuador, 2014), Oración por mi cuerpo (Premio Leonor de poesía, España 2020), entre muchos otros libros publicados. También tiene una cincuentena de libros inéditos (¿Futuros premios?) Y hablando de premios ha merecido el Premio de los Juegos Florales Centroamericanos (1985), el Premio Poesía Rubén Darío (2016), Premio Jaime Gil de Biedma (España), el Premio de Poesía Mística Fernando Rielo (2013). Premio Internacional de Poesía en Paralelo Cero (2016), por mencionar algunos. En el 2024 su obra recibió el Reconocimiento de la prestigiosa Universidad de Salamanca.
Leyendo tu poesía no puedo evitar pensar que escribís como hablás: la misma fluidez, desenvoltura y espontaneidad en la construcción de las oraciones, que me lleva a la pregunta: ¿Qué importancia tiene la tradición oral en tu escritura?
La fluidez, la desenvoltura y la espontaneidad están ligadas al conocimiento, a desmenuzar el lenguaje, los modos de expresar lo que se lleva adentro, y uno es justamente eso, lo que ha leído, lo que ha escuchado, lo que marca en cada uno nuestra sensibilidad, como quien pone el oído en la tierra para escuchar retumbar un caballo inexistente o el corazón en las cosas que vivió en la infancia, las cosas que te trajeron hasta el hombre que ahora somos.
Me voy cerca del niño, en la galería que oficiaba de cocina-comedor, y a veces hasta de dormitorio, entonces escuchaba narrar a Don Pablo Puntano las aventuras de Pedro Urdimán o Urdimales como leí después, la del Ucumar, que dicen todavía ronda por los cerros de las termas en Rosario de la Frontera, La Viuda, del Perro Familiar que iban desenredando mi imaginación y le daba alas a mi fantasía. Las historias de gauchos y de hacheros que en el Boliche de Berna, al lado de mi casa, se prolongaban en bagualas y música de violín y bandoneón.
Cuando andaba por los siete años mi Tío Pedro pata de palo, como no sabía leer me hacía leerle el Martín Fierro porque quería aprenderlo de memoria, y entre lectura y lectura bagualeaba o me contaba historias de taba y de riñas de gallo, incluso un día llegó a contarme porque tenía una pierna cortada en la mitad del muslo.
Eso quedó en mí como una llama tiesa. La tradición oral se emparenta con los juglares que tejían y destejían la historia para que podamos entender nuestro presente, nada de eso existe hoy, la rapidez muriente del féibuk nos ha quitado la palabra y nos acorrala, uniforma los mensajes. Nuestra permanencia está ligada al mousse. Los mensajes de wassaps nos acarician y luego se van vaya uno a saber adónde
¿Cuándo comenzaste a escribir?

Siempre digo que fue cuando empezábamos a destruir a la literatura, los acrósticos del secundario, los primeros versos enamorados. El desafío de escribir unas décimas inspiradas en los versos de Almafuerte. Algunos abandonaron esta tarea, otros nos empecinamos en seguir escribiendo. Porque necesitábamos decir las cosas de una manera diferente, no como el que va a comprar un kilo de papas si no como el que junta del aire caracolas.
En realidad pienso que siempre estamos empezando a escribir, porque derrumbamos mitos, porque reconocemos en otros la magia de la escritura, porque somos parte de un espejo que a cada rato nos rearma y nos prolonga en otros para permitirnos cambiar, releer las huellas que fuimos dejando en el camino, algunas de las cuales todavía el viento no las ha vuelto polvo, herrumbre, escapar del círculo que nos entrampa si no entendemos que escribir es un desafío constante a la eternidad.
Te recuerdo primero como cantautor en aquellos inicios del Canto Popular en Córdoba, después descubrí tu poesía…aunque cantar y escribir nacieran unidas.
A veces a uno se le chamusca el corazón . Recuerdo en mi niñez haber escuchado semiescondido bajo la"sombra i toro" al Bandoneón de Horquera, al violín del Negro Boero, a la guitarra de Carrazana meta y ponga con chacareras, zambas y algún tango. También a escondidas manosear una guitarra a la que le faltaban cuerdas, casi siempre la cuarta, intentando sacarle algún sonido, después, ya en el secundario, cuando salíamos de la Academia de Baile del Chasqui Mayorga, nos íbamos a tocar la guitarra, incluso hasta intentar alguna serenata que en esos tiempos era casi religioso hacerlo.
Como bailarín gané por esos años el concurso de danza del sur de Salta. Ese ritmo me parece que tengo cuando escribo, no lo sometido a una métrica estática, si no aquella que golpetea tu lengua y tu corazón y está íntimamente ligada a lo que sientes crecer adentro tuyo.
En Córdoba, estuvimos en AMIC, y armamos un grupo con el Chino Baró en piano, Mario Ramón en guitarra, Horacio Peyre en bajo y en percusión, o Aldo Cerino, luego vino el Encuentro de Unquillo junto a Mario Díaz, el Chato Díaz, Pocho Bértora y un programa de radio en Radio Nacional. También la música me dio satisfacciones y hoy algún dinero recibo como compositor. Después me dediqué básicamente a la Poesía aunque tenga más de 100 canciones.
He compuesto con muchos músicos, entre ellos con Mario y Chato Díaz, Rubén Cruz con una obra integral que se llama Cristo de barro, con Ica Novo, Jorge Nazar, Alberto Oviedo, Carmen Guzmán, Ramón Navarro, Ernesto Romero, Diego Massimini. Y canciones interpretadas entre otros por Mery Murúa, Susana Castro, Tridente, Paola Arias, Alejandra Bermejillo, Alberto Oviedo…
Quiero decir también que fui Primer Premio Fondo Nacional de las Artes de Canciones de raíz Folklórica, Buenos Aires, Primer Premio en el Quinto Concurso nacional de la Zamba, y enorgullecerme de que al Cuarto Concurso lo había ganado Ramón Ayala, además fui finalista en otros concursos o haber sido Primer Premio en el Concurso Provincial de la copla en Salta.
Desde aquellos inicios hasta hoy tu producción poética alcanzó niveles casi épicos, entre los muchos libros publicados y los que tenés inéditos (no me atrevo a arriesgar un número) …¿Cuál es tu ritmo de trabajo para alcanzar semejante productividad en tu tarea creativa?

No sé si tengo un ritmo de trabajo o realmente no puedo vivir de otra manera. Jamás he intentado alcanzar determinada productividad, ni ahora ni nunca, de pronto me doy vuelta y al mirar atrás no dejo de asombrarme, porque se acumulan los libros que he leído, las frases que hurguetearon cada día mi corazón, los intelectuales que me ayudan a mirar y comprender que nos necesitamos, desde aquella Megafón de Eduardo Azcuy, Graciela Maturo y Pío del Corro la mirada de Tristán Tzara, surrealismo o Rilke o Valery o Bonnefoy o Meschonic. Todo fulgura mientras leo, una palabra me lleva a otra, esta me presta un sueño aquella desamarra utopías, desciendo al infierno montado en un caballito de escarcha o me azuzan los poemas de Castilla o Ponge o Whitman o Vallejo o Borges que se deshace en una esquina de compadritos y malevos.
Los y las poetas que me acercan nombres que rondan por Tucumán Salta, Mendoza, la Patria entera o aquellos que surgen bajo la luz secreta de lo que sueño. También tengo una novela por terminar.
Digo en un poema que " tómalo de la primera letra que te ofrezca exprímele los sesos, no lo dejes huir ni sollozar…escribe hasta que la eternidad te pida perdón de rodillas"
En todo lo que miro se oculta el huracán, llega el León de Francia en un circo del pueblo, el ángel del altillo de Efraín Huerta me lleva a la estratósfera y Alfonsina Storni me seduce desnuda en una playa.
A lo largo del tiempo has logrado numerosos e importantes premios por tu poesía: Premio Internacional Jaime Gil de Biedma, Premio Internacional de Poesía de Paralelo Cero, Gilberto Owen Estrada, Juegos Florales Hispanoamericanos de Guatemala, Premio Leonor de Poesía y muchos otros a los que se suman al reciente Reconocimiento de la Universidad de Salamanca…¿Qué se siente ser un poeta multipremiado tanto a nivel nacional como internacional? Por un lado imagino que debe ser muy gratificante para el ego, pero por otro creo que es una carga y un compromiso para mantener un nivel cada vez más exigente con la palabra poética…
Al ego no lo alimentan los premios sino las acciones generosas con el otro. No lo que recibimos sino lo que podemos dar. Hablábamos con el Teuco un día y decíamos, es cierto que ganamos muchos premios… y los que perdimos. Esa es la cosa.
El premio te visibiliza, abre una puerta a lo desconocido, pero a la vez te tiene que hacer más solidario. Ser un puente entre poetas, compartir libros, fomentar las relaciones entre nosotros. Desde el año 85 cuando me premiaron en Guatemala, no dejo de llevar libros de mis compañeros poetas o acercar nombres que en una época eran casi desconocidos como Romilio Ribero (lo conocí gracias a vos que me regalaste Tema del Deslindado en una fotocopia poco legible, jaja), Glauce Baldovin, Jorge Leónidas Escudero.
Por otra parte, me ha tocado ser jurado de premios importantes como Paralelo Cero, José Santos Chocano, Juegos Florales de Guatemala y siempre llegan a las instancias últimas del premio, por lo general un grupo de poemarios contundentes.
No quiero dejar de lado que recibir un reconocimiento económico por la obra no deja de ser muy reconfortante, máxime cuando en broma decimos que los poetas tenemos toda la plata invertida en deudas. Particularmente tuve la dicha de conocer y compartir charlas y anécdotas, bellas y risueñas, con Omar Lara, Juan Gelman, Antonio Preciado, Euler Granda, Edgar Morisoli, Alberto Szpumberg, personas sencillas, abiertas, generosas, y un montón de poetas jóvenes con los que me relaciono regularmente.
Las puertas que me abrió la poesía no deja de asombrarme, máxime cuando miro los lugares en donde estuve: Cuba, México, España, Portugal, Grecia porque de otra manera, siempre lo digo, no hubiera pasado del quirquinchal.

Desde tu lugar como coordinador del Encuentro de Poetas en Cosquín, por donde han pasado y siguen pasando poetas de distintas generaciones y poéticas… ¿Cuál es tu lectura de las tendencias de la actual poesía argentina y de Córdoba?
Antes quisiera destacar que el Encuentro que ya lleva el número XXIII, ha convocado al Segundo Concurso Nacional de Poesía al que concurrieron más de 200 poemarios y el premio fue para Raquel Jaduszliwuer, de Buenos Aires, en el primer concurso el premio fue para Jotaele Andrade. Eso habla de la repercusión del premio.
Destaco el apoyo desinteresado y generoso de mis compañeros de Palabras de Poeta. El Encuentro intenta ser una muestra de la poesía Argentina, por allí anduvieron Boccanera, Laura Yassan, Miguel Ángel Féderick, Darío Villalba, Lucía Carmona, Laura García del Castaño, Tere Andruetto, Misael Castillo entre tantos.
Hay tantas miradas como ojos.
Es casi imposible, por lo menos para mí, hablar de las tendencias, la cantidad de libros publicados, ya sea por producciones independientes o por internet me exceden largamente, si no fuera por Tina andaría a los tropezones con la ignorancia. Cuando desaparezcan las tendencias va a quedar la Poesía y entonces gozaremos del Cadáver exquisito de Tzara, El hombre que se comió un autobús de Alfredo Mario Ferreiro, Tupac Shakur, las golondrinas de Bécquer, Las hojas de Hierba de Walt Whitman, Vallejo Trilceando, Ginsberg aullando, Almafuerte apostrofando
Amo la libertad del que se entrega a desvariar con las herramientas que elija desafiar a ese desvarío.
¿Cómo te definirías como poeta?
A uno querido Hernán lo definen los otros, es cuando realmente llega a ser. Lo repetiré hasta el cansancio: a costa de sangrar para adentro
Alguna vez comparaste al poeta con "Frankestein"…Me gustaría que volvieras a ampliar esa idea.
Porque uno está hecho de retazos de los libros que ha leído, de los amores que ha vivido, de los muertos y desaparecidos, de las madres que buscan a sus hijos. Tengo en mis ojos la mirada de mi madre cuando me soltó de la mano para que empezara a caminar solito, la música de la gotera del techo de la casa, los libros de Salgari deambulando por la Jungla Negra, Patoruzú y el avestruz que picotea su sombra, la flecha detenida en el aire que Zenón de Elea mira desbocado, el golpeteo del mar en una playa solitaria, la mujer enredada a un espejismo, Dios modelando sus derrotas. Uno está hecho con lo que ha escrito y con lo que imagina.
He escrito un libro que se llama FRANKESTEIN poemas del deshecho. El libro empieza diciendo "Ni el sueño que he soñado me pertenece".
Eso somos o por lo menos eso creo que soy.
¿Por qué escribís y para quién escribís?
Escribo para vivir, para subsistir pongo una compraventa de frutas y murciélagos.
Escribo para darle gracias a la vida, a mis madres y a todos lo que hacen posible recorrer este laberinto con los ojos cerrados.
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