Fernando Vélez: Sarcasmo y humor de un artista serio 

Parte II

Aníbal Buede

Fernando Vélez es, según sus propias palabras, fotógrafo, carpintero, realizador audiovisual, performer, cocinero y cronista. Un anti especialista, puro y duro. Hace tiempo que viene alimentando nuestra curiosidad; ¿Cómo se las arregla alguien que va haciendo malabarismos por su vida? En esta entrevista que finalmente se convirtió en conversación, y a partir de una exposición retrospectiva que está preparando y que inaugura en estos días, intentamos desentrañar algunos de esos misterios.

Lo intentamos.

Apuntes a la segunda entrega:

Aún no habíamos comenzado con la segunda parte de la entrevista cuando Fernando nos solicitó otra charla, según sus palabras para comentar algo que tenía ganas de decir, ok.

La hicimos una mañana de hace un par de semanas. Misteriosamente, al momento de desgrabar, el audio era mudo, silencio absoluto.

Ahora fuimos nosotros quienes, con pedido de disculpas incluido, le pedimos una nueva conversación. La hicimos hace un par de días. Esta sí, se escuchaba todo. Pero fue distinta a lo que recordábamos de la primera. Allí, Fernando arrancó comentando que lo publicado en la primera entrega no solo no reflejaba su proyecto sino que no se reconocía a si mismo en su manera de hablar. De allí en adelante la conversación se transformó en una escalada delirante y surrealista.

Intentamos retomar el final de la primera entrega pidiéndole que nos contara de qué iba su proyecto del Muro Rojo. Imposible, lo que Fernando hacía era sobrevolar el proyecto, pero en ningún momento aludió al dispositivo, al procedimiento.

Aquí pues, esta es la crónica de un fracaso (el nuestro) que llegó a un final … feliz?

TM: Volvamos donde terminamos la primera charla, ¿Cómo te la vas a arreglar para pasar el Muro Rojo de un formato a otro, de un tiempo a otro, de lo que fuimos a lo que somos?

FV: En esa época fui a una clínica de un fin de semana en la casa de un coleccionista, yo era de otro palo, no entendía nada, quedé azorado ante esa disposición de los artistas a que los diseccionen y los maltraten. Eso me influenció muchísimo como persona y como artista.

Y cuando arranco con el muro rojo estuve como una semana sin dormir porque un artista amigo que consulté me dijo; "tenés que decidir", entre abrirlo o a elegir a las personas a fotografiar, y decidí abrirlo, como deriva. Creo que lo gestioné muy bien, sobre todo porque desde allí surgieron otros proyectos. No desde un punto de vista artístico sino de comprensión de lo social, lo artístico me chupa un huevo. No me importa la forma que tome, sino apreciar todo ese proceso como algo interno. De ese proceso no hay un registro.

¿Podrías describirnos el proyecto del Muro Rojo? Eso, describilo.

Fernando se ríe y no para de reírse.

Ok, voy a tratar de hacer el esfuerzo. Cuando presenté el proyecto en la casona explotaron pensando lo que iba a pasar en las redes. A ver como puedo resumir, dame 2 minutos para que arme mi cabeza y volvemos a la charla.

Okay

Se va durante unos minutos.
Vuelve. Nos muestra una imagen de una puerta en la que hay un montón de fotos.

En esa puerta hay 75 fotos pero había 163 originales

Pero por qué en una puerta

Porque tenía la puerta disponible

Pero ¿va así en la muestra?

No, eso es mi casa

Pero contános de qué iba el proyecto, cómo era, cómo era el dispositivo que vos inventás… por favor.

Ok, esto es algo muy íntimo, muy autorreferencial, de lo que me estaba sucediendo personalmente con mis vínculos afectivos. Yo estaba como en un limbo, en ese limbo emocional yo me encuentro con Facebook, se me apareció.

¿Te acordás el año?

Sí, 2009. Fb nace en el 2008. En el 2009 tenía 90000 usuarios en todo el mundo. Me llamaba la atención la herramienta, me parecía algo increíble. Y me parecía que había algo para explorar como herramienta. Desde el arte, pero yo nunca había hecho un proyecto personal, expresivo, siempre fui un laburante. Aquí encuentro un espacio en el que podía manifestarme.

Pará, te vamos a leer el último párrafo

se lo leemos

Todo lo que nos estás diciendo ya lo dijiste, ahora… decinos qué poronga es el muro rojo. De qué iba.

A ver, como puedo explicarte… el proyecto consistía en ………………………… consistía en………… en un enunciado, el enunciado era "el muro rojo, apariciones del ser".

Cuando lo inicié al proyecto, al principio no sabía de qué iba, había que decidir, comencé a ver como iba la deriva de esto. Al poco tiempo que lo comencé a abrir me di cuenta que el enunciado era una profecía autocumplida.

O sea, cuando alguien iba a fotografiarse a mi casa, en un espacio íntimo se iba a manifestar su ser. Una profecía autocumplida. Eso es una manipulación.

¿Quién manipulaba a quién?

Yo me daba cuenta que yo estaba manipulando pero a la vez posiblemente yo también era manipulado porque cada vez que llegaba gente a mi casa podía pasar cualquier cosa, yo estaba abierto y dispuesto a lo que tuviera que suceder. Era un espacio, mi casa, donde el ser se iba a manifestar. Hay una situación en particular, una mujer que me escribió durante mucho tiempo. Cuando yo hacía la convocatoria también se daban charlas por el chat. Esas charlas las perdí. Esta persona me escribía por mail, llevó años anotándose en las convocatorias y nunca venía, pensá que el proyecto duró como tres años. En un momento le digo, vas a venir o no, ella me dijo no se si voy a ir, a mi lo que más me importa es que me hiciste interrogarme sobre quién soy, cómo me quiero representar, para mí eso ha sido un conflicto permanente.

Yo sé que hay un montón que no vinieron, que se anotaron y no vinieron, muchos.

¿Vos rechazabas a alguien?

Yo aceptaba a todos. Se anotaban, yo les pasaba mi teléfono, un día, una hora y la dirección. O sea, estaba en un estado de desprotección, recibía en mi casa a personas que no tengo idea de quienes son. Era una lotería. ¿Cómo es tu ser? Okay, hagamos la foto. Yo me sentía como un instrumento de la voluntad del otro.

¿Hace una hora que estamos hablando? Si, una hora. Nunca llegaste a decirme de qué iba el proyecto, no lo vas a decir.

Pero me estás pidiendo algo y yo estoy sobrepasado con todo lo que tengo que producir para la muestra y todavía no he llegado a los textos, tengo que escribir sobre el muro rojo. Eso que me estás pidiendo algo adelantado de lo que va a pasar en la casona. Disculpáme.

Al día siguiente nos llega un mensaje de Fernando con este texto

MURO ROJO – APARICIONES DEL SER (2009-2011)

El proyecto se inició el 1 de agosto de 2009 en una habitación de mi casa que dispuse especialmente para eso. En el cuarto pinté dos paredes con óxido rojo en polvo. Al principio comencé retratando mi familia y amigos, los que me estaban haciendo el aguante en ese momento. Uno de los muros pintados representaba mi corazón desgarrado. Desde el inicio lo publiqué en Facebook y dije que en ese lugar se manifestaba el ser, eso le dio el nombre al proyecto. Para las fotografías escogí la cámara de peor calidad que disponía, descarté el uso del flash y completé la iluminación con una linterna que tenía. Una o dos veces por semana publicaba una foto con el nombre de la persona y a veces algún comentario. En un momento un hombre desconocido me dijo: "Yo quiero estar ahí". Hablamos por teléfono, le expliqué que era algo íntimo que yo estaba haciendo público. El hombre lloró y me rogó fotografiarse en ese muro, accedí. Eso me puso en crisis. Busqué ayuda, le pedí a Anibal Buede que me dijera qué tenía que hacer, llevaba una semana sin dormir. "Lo que tenés que hacer es decidir" me dijo secamente. Me fui peor que antes. Mi dilema era: ¿Si dejo entrar un desconocido a mi casa, cómo sigo? ¿Lo dejo pasar y después lo cierro? ¿O debo abrir mi casa a todos? Decidí abrir mi casa a cualquiera que quisiera venir y dejar que su ser se manifieste contra esa pared. El dispositivo se completaba con convocatorias en Facebook donde anunciaba la fecha en la que se haría una sesión, los interesados se anotaban por privado. Yo no pedía ningún dato de contacto, les pasaba mi número de celular y la dirección de mi casa. También les comunicaba que yo era un instrumento para que su ser se manifieste, yo no intervenía, no daba sugerencias ni indicaciones. Cada persona podía concurrir con los elementos que considerara necesarios a la sesión con la única condición que pasaran por las puertas de mi casa.

Durante la duración del proyecto pasaron más de 160 personas en su mayoría desconocidas.

Todo lo que sucedió desde el momento en que comenzaron a llegar personas a la casa no fue imaginado. Cada sesión era diferente. A veces venían tres personas, otras seis o nueve…y en tres ocasiones llegó una persona sola. Llegaban, se sentaban en el comedor de la casa, recorrían los lugares, me pedían ver el muro y que les contara. Muchas veces había risas, otras no, era más serio. En una ocasión en que se hablaba de muertos y fantasmas se cortó la luz en la casa. Encendimos velas y la reunión continuó. A veces se hacía tarde y comíamos algo, yo cocinaba o se pedía algo. También nos emborrachábamos y terminábamos bailando por toda la casa. Lo que siempre sucedía sin excepción eran esos nervios previos al momento de las fotografías. Ahí los rostros se ponían serios después de la risa. Ahí asaltaban las dudas y las certezas. Adrenalina y temor. Hubo personas que vinieron a la casa y no se animaron a entrar al cuarto y hacer sus fotos. Hubo muchas personas que se anotaron y no vinieron. Hubo una persona que se anotó muchas veces y nunca vino. A ella le pregunté: ¿Cuándo vas a venir? Me dijo: "Creo que nunca y no importa, todavía no sé quién soy ni quién quiero ser."

Leé la Primera Parte de la nota


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"Vamos a la caverna"

Retrospectiva de Fernando Vélez
(2009-2024)

Curaduría: Fernando Vélez – Eva Finquelstein

18 de Diciembre de 2024 - 19 horas

Casona Municipal, Rioja y General Paz. Córdoba

Ingresá al sitio oficial de la Muestra


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