Ese que canta es el Dúo Salteño

Horacio Sosa

A raíz de la publicación de "Dúo Salteño. Memorias de Largos Caminos", de Ana Falcón y Lucas Fernández, conectando con un viaje imaginario y real a la vez, que dispara las emociones y el placer que nos ha prodigado este fenómeno salteño de música popular, contagiable a oyentes y colegas músicos de todo el mundo, acá voy con mis reflexiones sobre los queridos Chacho Echenique y Patricio Jiménez, este dúo que es un trío, por ese duende de la música que fue el Cuchi Leguizamón. Entre los tres hicieron realidad un corpus integrado por un contrapunto vocal singular, un repertorio de canciones eternas (sociedad mediante con Manuel José Castilla y otros tantos hacedores de la poesía) y una interpretación superlativa apoyada en dos voces tan poderosas como sutiles.

Dúo Salteño (Ph: portaldesalta)
Dúo Salteño (Ph: portaldesalta)

De dúos e interválicas, de tensiones y distensiones, de dúos memorables

Tal vez ya sea tiempo de dejar de remitir un evento sonoro y musical sólo a la historia del género en que se inscribe. Tal vez nuestra melomanía nacida al son de zambas y chacareras -cuando el boom del folklore de los '60 y la emergencia de Los Fronterizos y Los Chalchaleros- pero, al mismo tiempo, también con el melodismo fundamentalmente bi-vocal de Los Beatles o de Simon & Garfunkel, Crosby & Nash, etc. etc., ya viene marcada por esa hibridez, que si es mala, habría que repetir aquello de que "no hay mal que por bien no venga".

¿Tiene caso hoy hablar del Dúo Salteño y buscar referencias solamente en un supuesto "canto criollo" o en la "tradición Gardel - Razzano", por ejemplo, y omitir la comparación con el canto por terceras de Pedro y Pablo -el dúo de Cantilo- Durietz- o con el de Sui Géneris -de Charly García y Nito Mestre-? Es cierto que "La madrugada", de Saúl Salinas -la célebre canción interpretada por la dupla Gardel - Razzano - es un ejemplo vocal de armonización por terceras. Tanto en la versión del pionero dúo tanguero, como en una versión posterior del Gardel solista, la tercera superior es la melodía y la 3ra descendente armoniza en espejo (¿ya se habría sobregrabado o doblado el propio "Carlitos"?… eso parece), es decir que se trata de un movimiento directo y paralelo de las voces (ya aclararé estos conceptos). Esto mismo sucede con el famoso y tan "cantabile" vals criollo "Tu olvido", de Vicente Spina, -versionado hasta el cansancio- aquel de "…han brotado otra vez los rosales/junto al muro en el viejo jardín…", donde la 3ra que engorda la melodía está por debajo, en el registro más grave -esto es lo más frecuente- aunque esa voz también puede cantarse por arriba a distancia de 6ta, otra posibilidad. También está el canto a dúo de los uruguayos Los Olimareños, destacados por sus voces tímbricamente muy ricas y por un repertorio que más allá de chamarritas, candombes y joropos, y de letras que alentaban las rebeldías militantes de los '70, muestran en lo musical un planteo más convencional de las consonancias.

¿Y es que el Dúo Salteño dejó de cantar en 3ras y 6tas? No, claro que no. Pero sí alternó esa interválica con otra de 4tas, 7mas, 2das, y sin sujetarse al movimiento directo (cuando las voces van en la misma dirección) ni al movimiento paralelo (cuando además de la misma dirección las voces se mueven con la misma interválica horizontal), y jugando también con los movimientos contrarios (cuando una voz sube y la otra baja) y oblicuos (cuando una voz permanece en una altura y la otra se mueve en alguna dirección).

La cuestión de los intervalos me impone citar la cuestión "consonancia - disonancia", y en correspondencia, la noción "distensión - tensión". Se supone que hay interválicas que tensan y las que distienden. La idea de tonalidad era defendida como equivalente a la ley de gravedad, como una evidencia natural, objetiva, y científicamente verificable, pero hoy ya hasta Google aclara que la noción de consonancia es "subjetiva", y esa subjetividad aludida no es de carácter individual sino social… cultural. Puede decirse lo mismo de la tonalidad, y es lo tonal lo que predomina en el ámbito de la música popular; sin embargo es en ese terreno donde aún es posible ampliar los límites, tensar las melodías y las armonías. Y allí radica la magia y la temeridad del Dúo Salteño: fueron provocativos y arriesgados en el centro mismo del folklore, asociado siempre a una idea de inmovilidad y de sujeción al pasado que Patricio Jiménez y Chacho Echenique desafiaron bellamente en su manera de cantar.

Hablar de dúos memorables para mí es hablar de canciones que lo son. Y en buena medida lo son justamente porque en ellas hay momentos inolvidables a dos voces: las de Charly y Nito: el final a dos voces por 3ras de "Cuando comenzamos a nacer", o la 2da estrofa y el estribillo de "Aprendizaje", o la 2da estrofa de "El tuerto y los ciegos", el estribillo de "Rasguña las piedras"; o el dúo de Paul McCartney y John Lennon en el estribillo de "We can work it out", los dúos de Lennon a McCartney en "Hey Jude", los de McCartney a Lennon en los distintos segmentos a dos voces de "The ballad of John and Yoko", en Mi M, donde Paul arma 5as y 6tas muy exigentes por el registro y hasta el tritono del acorde de Mi7 por encima de la melodía principal de John, es decir que se forma por la 7m (descendida) y grave en la voz de John y la 3M aguda en la voz de Paul. Y estos dúos están en nuestra constitución melómana y musical conviviendo en plena libertad artística con cada uno de los dúos de Chacho y Patricio, esas voces que impactaron por igual a propios y extraños, a músicos de todos los géneros, de distintas generaciones y geografías, que guardaron y tomaron en muchos casos esa referencia de cómo podían ser las cosas del canto.

La dimensión vocal/armónica del Dúo Salteño + "el tercer integrante del dúo"

En los últimos años de mi paso por la Licenciatura en Composición con Orientación en Música Popular de la Universidad Nacional de Villa María incorporé como trabajo práctico para mis alumnos la partitura de la "Zamba del silbador" (Leguizamón y Castilla) con el arreglo guitarrístico y fundamentalmente -lo que más me importaba- el arreglo de las dos voces del Dúo Salteño. Al igual que tantos músicos -muchos de los cuales han dedicado sus palabras al Dúo en el libro de Ana Falcón y Lucas Fernández- músicos de géneros muy distintos, no sólo del folklore sino también del rock y del jazz, fuimos y somos enamorados del contrapunto vocal tan transparente y misterioso a la vez del dúo. La voz del Chacho, la de un contratenor, dueña de la melodía y de la altura (la mayoría de las veces es así) con un falsete no sólo capaz de trepar en el registro sino también de hacerlo con potencia y con un color de voz tan reconocible y atractivo como el de Patricio, quien, por su lado, hace una segunda más grave (por lo general) llevando una melodía en ritmo paralelo al de la voz alta, pero con una independencia melódica notable, cuya mejor manera de incorporarla es aprendiendo de memoria el singular movimiento interno de sus alturas, movimiento muchas veces enamorado de los cromatismos que suben o bajan, tensión mediante. No podía privarlos a mis jóvenes alumnos de que probaran ese andar, ese desafío de las notas alteradas o el de terminar la frase final del estribillo en una crudo y forte semitono, una 2ª menor vertical y simultánea, ese choque de las notas más próximas en la citada zamba, que siempre dejaba absortos y exultantes a los oyentes del Dúo. Eso que hice en un práctico debiera hacerse -si no con la totalidad del repertorio- con los temas más representativos del Dúo. Tal vez haya intentos aislados pero estoy hablando de un sistemático registro escrito que muestre al detalle la sinuosidad de ese contrapunto que entra en fricción y en relajación, sucesiva y casi caprichosamente. Ésta es una deuda de la música popular argentina hacia sí misma que seguramente un día se saldará. Si alguien lo ha hecho, por favor que me lo haga saber.

Recuerdo cuando Juan Quintero fue a la Universidad de Villa María (¿habrá sido en 2010 o antes?) a dar unas clases sobre arreglos vocales en el folklore, no recuerdo si éste era el título preciso de dicho evento. Era para alumnos que promediaban la carrera pero de una generación muy joven, que en su mayoría desconocían la existencia de Los Fronterizos y Los Chalchaleros. Yo fui un docente intruso que me colé en la clase por un rato -ya había comenzado bastante antes, así que ignoro por dónde habría iniciado el curso- pero llegué cuando comenzó a hablar de los mencionados en primer lugar. Una maravilla lo que escuché. Este tremendo tucumano, guitarrista, compositor y arreglador que ya nos había deslumbrado con su música, en sus discos y en vivo, con sus desafiantes y modernos arreglos guitarrísticos y vocales (junto a Luna Monti o en Aca Seca) estaba allí dando muestras de su pormenorizado conocimiento de las armonizaciones vocales de Los Fronterizos, representantes emergentes de esa tradición folklórica que se expresó en el llamado "boom del folklore" de los años '60. Quintero no estaba hablando de Take 6 ni de los arreglos mega polifónicos de Jacob Collier, y tampoco del "Because" de The Beatles, y lo hacía con la misma pasión y el mismo interés… ¿Y qué decía? Decía que más allá de las 4 voces y de los momentos en que todas sonaban, el entramado de consonancias convencionales (3as, 6tas) y la duplicación de la melodía en registro grave con las consecuentes 8vas, más allá de esto, había una inteligente alternancia de momentos de dúo, de tríos, del tutti vocal del grupo, con algún unísono que subrayaba algún verso de la canción, y también una aparición de los colores de cada uno: la estridencia y el timbre particular de la voz de Gerardo López (conocida como "La Voz de Los Fronterizos") alternada con la profundidad de la voz grave del grupo (aparición ésta siempre muy celebrada en aquella época por la tribuna femenina de los festivales). Sobre esta tradición, abarcándola y trascendiéndola, vendrían otros dos cantores salteños a sumar la propia novedad. Esa novedad de la que precisamente el tucumano Juan Quintero vino a tomar debida y pormenorizada nota, y si no, escuchen "Canción de bañar la luna", sí, la de María Elena Walsh (otro de mis prácticos para mis alumnos en Villa María) y vean cómo la arregló a dos voces y armó un compendio de interválicas consonantes y disonantes, de unísonos, de 3ras y 6as, de 4as y 5as, de 7as y 9as, de cruzamientos y de cromatismos, muy al estilo Leguizamón/Echenique/Jiménez, yo diría más que una cita, un tributo, un homenaje a la trinidad salteña. Pero claro, no son formas de armonización, una fórmula bien estudiada y reproducida en otro contexto temático: hay que cantarlo como lo hace Juan (Quintero) y Luna (Monti). Y esto es precisamente lo que hay que decir del Dúo. A ese maravilloso contrapunto hay que sumarle una interpretación poderosa, ese juntarse los dos de una manera plena, voluptuosa y refinada a la vez, que daría mucho trabajo para ser empardada por otros cantores que se le animaran alguna vez. Y, además: había otra cabeza pergeñando -piano en manos- ese universo mélico, midiendo punto a punto, nota a nota las voces, capturando la sonoridad reunida como un solo sonido. Y esa cabeza era la del Cuchi Leguizamón, ese músico desde chico, que aprendió a tocar quena, guitarra y piano y que componía música instrumental y canciones que él mismo cantaba, que decidió ser abogado en La Plata y luego abandonar esa profesión para dedicarse de lleno a la música. Y esa maravillosa escritura musical del Cuchi terminaría contagiando a los intérpretes, a punto tal que ellos incorporaron esa manera de armonizar sus voces. Alguna vez pude preguntárselo a Patricio y así me lo respondió. Su manera de concordar con la melodía que Chacho cantaba nunca más sería convencional. Y lo loco es -lo dicen las anécdotas que se cuentan en el libro- que en ausencia de Patricio era Chacho quien tomaba esa melodía enrevesada, porque otro u otros tomaban la melodía principal, la que está asimilada en los oídos del público.

Dúo Salteño (ph: Isidoro Zang)
Dúo Salteño (ph: Isidoro Zang)

La dimensión poética y política del dúo

A lo ya dicho sobre el Cuchi hay que sumar otro de sus talentos: el de musicalizar la poesía, sea ésta la del gran Manuel J. Castilla, la de Miguel Ángel Pérez, Armando Tejada Gómez, o del mismo Chacho Echenique, entre otros. Porque si bien se trata de alturas y duraciones, no es la misma tarea arreglar voces que musicalizar un texto, componer su música. Y hay que decir que las composiciones de Leguizamón fueron el afluente principal del repertorio del Dúo, aunque no el único, claro, con el resultante aporte poético-letrístico de Castilla, Pérez, Tejada, etc. Poesía que llevaba las imágenes del paisaje geográfico y humano de la tierra de la que provenían, con su hondura existencial y su cotidianidad iluminada poéticamente.

No recuerdo con precisión el año en que los conocí. Seguro que fue en los primeros años '80: nos salió la posibilidad de tocar en Cosquín con Pancho Alvarellos y los actores Toto López y Omar Rezk (con quienes habíamos armado el espectáculo poético-musical "Córdoba va", homónimo de la canción). No en el "escenario mayor" -como suele llamárselo- sino en un salón de una de las calles paralelas de la Próspero Molina, tal vez una de las mentadas peñas. Allí tocaríamos antes del Dúo Salteño. ¡Qué honor! Y no fue sólo eso: nos volveríamos a encontrar con ellos días después en un evento en Río Cuarto, organizado por organismos de derechos humanos y que contaría con la presencia de Hebe de Bonafini, a quien allí pudimos conocer personalmente. Para nosotros -una generación sub 30 por esos años- Chacho y Patricio ya eran una reverenciada expresión artística, tan de raíz como de vanguardia, y estar en ese contexto aún de dictadura, con ellos y con Hebe, es de las cosas que recordaremos para siempre.

El libro de Ana Falcón y Lucas Fernández

El libro "Dúo Salteño. Memorias de Largos Caminos" (Ed. Serial) es un relato narrado por un "nosotros" constituido por sus autores: Ana Falcón (docente, sicóloga social y música porteña) y Lucas Fernández (cordobés, operador de radio en LRA7 Radio Nacional Córdoba, productor y conductor del programa "Mama Rock", editor de libros referidos a bandas y músicos de rock nacional, e integrante del dúo Sin vento junto al guitarrista Bachi Freiría) y en relación con ellos surgen los testimonios de otros narradores, en un viaje imaginario, siguiendo los pasos iniciales del Dúo, desde los primeros escenarios hasta los consagratorios, y tanto autores como testigos son los llamados "dueros", es decir seguidores enamorados del canto de los dos salteños.

Su estructura se organiza en 7 capítulos que van desde la geografía que los vio nacer y conectar con la gente y el canto, la infancia y juventud de ambos héroes antes de conocerse entre ellos ("Los habitantes del paisaje"); las sucesivas semblanzas del Cuchi Leguizamón ("El duende de la música"), de los poetas que tanto el Cuchi como los intérpretes más eligieron como sociedad creativa, es decir Manuel Castilla y Miguel Ángel Pérez ("Los duendes de las palabras"), los "largos caminos" que recorrió el Dúo en términos de giras por todo el país, sus periodos de separación y reencuentro, sus destacadas actuaciones y conciertos, su gira fuera del país por Las Palmas de Gran Canaria y por la Isla de Tenerife (en sendos capítulos: "Se abre el telón" y "Dos escenarios allá en las islas"), el imaginario periplo "en un viejo Bergantín" por todos los eventos de reconocimientos recibidos por el Dúo (" Galardones y laureles"), y el último capítulo, el n°7 ("En las profundidades de la caverna") seguramente el de mayor interés (al menos para mí…) ¿Por qué?...

No es este un libro donde se encontrará un análisis puntual y específico de la armonización vocal del Dúo Salteño, con partituras y puesta del foco en pasajes donde se verifiquen procedimientos, interválicas, técnicas contrapuntísticas, etc. No es este un libro de carácter académico o simplemente de aportes técnicos específicos para músicos curiosos que pudieran interesarse en la cuestión. No, no lo es. Sin embargo, tampoco se abandona este aspecto, pero de una manera muy interesante: en el capítulo 7 en cuestión los autores hacen que sean los músicos quienes hablen de esto, allí se reúnes los testimonios muy atrapantes de músicos e intérpretes destacados, conocidos y reconocidos, de diferentes generaciones y experiencias, de distintos géneros, -mayoritariamente folkloristas- acusando recibo de lo que el Dúo Salteño les hizo sentir, pensar, vibrar, experimentar, y en esa manifestación aparecen detalles, observaciones, percepciones, que no dejan de ser "técnicas", que vienen de músicos activos y muy receptivos, cuyo camino en la música popular argentina es altamente notorio, y desde su experticia aportan bienvenidas lecturas y reflexiones. Destaco las siguientes: de Jaime Roos, el célebre cantautor uruguayo, cuando en 1975 los bailarines santiagueños Coqui y Pajarín Saavedra le hicieron escuchar el Dúo… "De golpe escuchaba una música con el sabor telúrico más puro, adobada con una sofisticación armónica inusual. Unas composiciones exquisitas cantadas por dos voces también exquisitas"; de Leo Maslíah, cuando repara en la originalidad de los arreglos vocales del Dúo… "un camino completamente diferente al de Los Olimareños, que era lo que hasta entonces yo más había escuchado como dúo vocal de raíz folklórica, y que me encantaba, pero la escucha del Dúo Salteño fue como la apertura de una ventana hacia otro universo de colores fantásticos"; la del periodista uruguayo Daniel Machín… "…dos voces que se tensaban y viboreaban como en un duelo (…) esa manera única de cantar que años después entendería que se trata de 'la baguala dormida dentro de la zamba'…"; el de José Luis "Pepe" Guerra -uno de Los Olimareños, fallecido el año pasado- de cuando fueron a conocerlo al Cuchi a su casa en Salta "…el Cuchi quería que nosotros hiciéramos algo parecido. Le dije que era imposible, que para esos arreglos que él conseguía con las voces del Dúo Salteño había que nacer con esos registros"; de Juan Falú… "…su aporte musical absolutamente renovador y su repertorio exquisito, dos cualidades realmente centrales…" (del Dúo)… pero otra de su virtudes (fue) …ponerle un freno al tempo de la zamba (…) ese tempo pausado fue un oasis, recordaba el intimismo de los grandes solistas que, sin apuro, habían forjado un universo estético, como Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui y el mismo Leguizamón en sus esporádicas visitas a los escenarios. El canto rodeado de silencios, las introducciones serenas de las guitarras, ponían en primer plano la milagrera síntesis de sonidos y palabras…"; de Juan Quintero… "En esa época las voces siempre se movían paralelas, al menos mucho más notoriamente. Y ahí entraron ellos: ¡era como meter unos rayos de neón en las melodías, ¡eran muy notorias las maneras radicalmente diferentes con que se movían las voces! (…) cuando llegué a la facultad se me abrió la posibilidad, no tan sólo el observar esa música, sino de meterme adentro, cantar esas voces, hacer el ejercicio de encontrar una compañera, un compañero que pueda, porque era de una dificultad mayor, y entonces ahí meterme, ya con el cuerpo, no con el oído, sino con el cuerpo a la música esa (…) pude ver lo que costaba, lo divertido que era pegar esos saltos, hacer que suenen. En un punto lo recomiendo a quien quiera meterse con eso, porque es como irse al parque de diversiones, da mucho placer"; de la cantante cordobesa, Mery Murúa… "Entre los tres (el Dúo y el Cuchi) lograron establecer una nueva forma, una nueva mirada (…) sentaron el precedente para un montón de nuevos artistas"; de Raly Barrionuevo, quien cuenta entre otras anécdotas, del día que cantó "Dona Ubensa" en una zapada en la sala de ensayo de La Renga, y termina su extenso comentario diciendo de Chacho y Patricio "…son como dos pájaros bailando en el aire".

Y así se suceden numerosos comentarios, todos recomendables, de Roberto Cantos y Julio Paz, los integrantes del Dúo Coplanacu, de Jorge Fandermole, de Carlos Aguirre, de León Gieco, de Víctor Heredia, de Miguel Cantilo y de Jorge Durietz -quienes fueran los integrantes del dúo Pedro y Pablo-, de Teresa Parodi, de Martín Neri, otro de los guitarristas del Dúo, etc. Y otro aporte más, y muy sorpresivo: el de Bob Telson, el autor de la bellísima canción "Calling you", nominada al Oscar, cantada por Jevetta Steele para la película alemana "Bagdad Café", de 1987, dirigida por Percy Adlon… "Creciendo en New York como músico, y muy interesado en explorar las otras músicas del mundo, lo que conocía de Argentina era el tango. Pero la primera vez que escuché al Dúo salteño se abrieron para mí nuevos horizontes. Una música que mezcló tradición con innovación en las canciones de Cuchi Lequizamón, siempre cantado por dos voces, una arriba con la melodía, y otra abajo con un contrapunto misterioso lleno de sorpresas. ¡Y los acordes! Progresiones de acordes inesperados, influenciados por el lado dulce del jazz moderno sin perder lo auténtico de la zamba… (¡y hasta algo de la sensiblidad de Satie!). El sonido de las guitarras tocadas con una gran sensibilidad sobre una poesía que en la letra habla de cosas nunca pensadas en la música popular de mi país".

Los 7 discos de estudio y los epílogos

Luego se suceden otros capítulos -ya no numerados- con los 7 discos de estudio grabados por el Dúo Salteño, con textos cargados de información detallada de dichas grabaciones -y al igual que la totalidad del libro- poblados de fotografías que ilustran y aportan interés al relato de Falcón y Fernández. También aquí son altamente recomendables los testimonios de los participantes en la realización de los distintos discos: los intérpretes, los músicos, los técnicos, etc. Destaco, del Disco I, grabado en 1968, el testimonio del gran guitarrista cordobés Daniel Homer, cuando le pidieron que tocara el bombo en "La Arenosa" y "La Pomeña", ambas de la dupla Leguizamón y Castilla, y donde las guitarras fueron confiadas a su hermano Lalo Homer; y del disco VII, "Vamos cambiando", último disco de estudio del Dúo Salteño. Allí, las palabras publicadas de Litto Nebbia, productor y arreglador del álbum, del gran guitarrista Gustavo Gancedo, guitarrista cordobés que trabajó mucho tiempo con el Dúo, y las de Mario Sobrino, el técnico de Melopea (el sello de Nebbia), son imperdibles.

Los epílogos (I y II, uno de Ana Falcón, el otro de Lucas Fernández), completan una semblanza final de las circunstancias y avatares de los héroes del relato y también del emprendimiento conjunto del libro co-escrito. Luego, la lista de los agradecimientos a los entrevistados, cierra el trabajo que viene a declararle gratitud y reconocimiento a este fenómeno de la música popular. -


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Comentarios:
- María del Carmen Martinez: Maravillosa nota explicando la belleza del Dúo. Soy una duera que he disfrutado y disfruto hasta el éxtasis de esas voces que me trasladan a paisajes y personajes transportándome a un mundo donde sólo lo humano, lo sensible, lo hermoso tienen cabida. Gracias Horacio Sosa, gracias Anita Falcón y Lucas fernández por esa joyita que escribieron y gracias al Dúo Salteño y al Cuchi Leguizamón que han conmovido, siguen y seguirán haciéndolo con su canto exquisito. sin igual

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