El sueño sobre el sueño de Barda

La compositora, multiinstrumentista, DJ y activista feminista Barda incursiona en la canción con el profundo El sueño sobre el sueño, una oda electrónica y folklórica donde también se lucen las letras que narran cada episodio sonoro

Cecilia Gebhard alias Barda publicó el año pasado dos álbumes que exhiben diferentes aristas de su repertorio: Paseo Telúrico a través de su propio sello Basalto, y El sueño sobre el sueño vía Fértil Discos.

En el segundo, El sueño sobre el sueño, de 10 tracks, sorprende la incursión de Barda en la canción, donde su voz emerge para contar pequeñas historias en cada episodio. La sonoridad es folklórica (aires de vidala, tonada, folklore andino, con melodías armonizadas en terceras), aunque matizada en ocasiones con blues psicodélico y electrónica con beats más aletargados que en sus álbumes anteriores.

"Acurrucada en el caballo me dejo llevar / veo el sendero deslizarse detrás de mí / cierro los ojos escucho y empiezo a soñar / que cruzo en un tronco por un canal / y hace tanto frío / que empieza a nevar."

Para la psicología "el sueño sobre el sueño" o "un sueño dentro de otro sueño" significa que hay algo en nuestra vida que nos agota y provoca estrés. Afortunadamente Barda le añade otra impresión: la canción que da nombre al álbum y cuenta con la voz de la inconfundible Luvi Torres, es un viajecito al galope sinfín. Los arreglos corales y los bajos y violas bluseaditas nos acompañan en la travesía.

El álbum abre con la instrumental "Vidala y voltaje" donde manda el piano procesado, y nos deja al dente para la caricia de "Versos en la arena", en compañía de Manuela de las Casas. Levantan los beats de "Rama en el río" junto a Gus Goncalves, inspirada en la "Tonada de luna llena" de Simón Díaz y coescrita por ambxs. Ahí nomás salta "El sueño sobre el sueño", seguida de "El viento y el lago", de ritmo presuroso que invita a danzar, con la preponderancia de samples de vientos.

"En el arroyo un susurro me arrulla al soñar / despierto sobre el caballo y el sigue su andar / Siento percutir mi oído por un viento tibio / es largo el camino / ya voy a llegar / si es que no es el mismo / y he sido engañada".

"Naranja en el cielo" pone en evidencia la quema indiscriminada de la floresta, divisada desde la costa porteña. Cuenta con la intervención de Brawlio, ese decidor y coplero urbano que escuchamos en otras experiencias de Fértil junto a El Remolón. Le pone voz a una vidala downtempo enriquecida por Aldo Benítez. Entra "Un yuyo", telúrico pero con acento porteño, un intermezzo entre el campo y la ciudad, ensalzado con sampleos de guitarra.

"Emborracharme de mar" es un spoken aletargado, valsecito hipnótico de los confines costeros. En "Desgrabando" todo se va al maso: danza rota, glitchy, progresiva, contemplativa a más no poder hasta que tercia el piano con sabor a final. El sueño termina con "Avanza", más galope de beats entre cuerdas bluseaditas y una expresión de liberación:

"Avanza / el río / el fruto del árbol caído a su ritmo / se lanza / y con el río avanza".

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