El legado de los gramscianos cordobeses

Baal Delupi

Cuando hablamos de la revista Pasado y Presente, publicación surgida en Córdoba en el año 1963, hacemos alusión, también, al trabajo intelectual, filosófico, político y filológico de sus integrantes conocidos como "gramscianos argentinos". Se trató de un colectivo que rompió con el Partido Comunista Argentino para realizar un camino propio que marcó el pulso intelectual y político de la época y, que, como señalaba José María Aricó, pasó de una identidad "guevarista-togliattiana", en sus comienzos, a una más vinculada a Montoneros hacia el final de 1973. Como el núcleo central del grupo nació y/o vivió en Córdoba, considero pertinente designar a los miembros de esta revista con el nombre de "gramscianos cordobeses".

Este proyecto político-cultural fue, dentro del campo editorial cordobés, la publicación en su tipo que más repercusión tuvo en el ámbito nacional e internacional. Como dice Raúl Burgos: "el vehículo del cambio era una pequeña revista en formato de libro, impresa en papel rústico, pero con una inédita capacidad crítica y calidad retórica" (2004, p. 63).

No fue casualidad que una publicación como Pasado y Presente con pretensiones revolucionarias apareciera en Córdoba. Su emergencia es consecuencia también del proceso de industrialización que empezó a acelerarse en los años 1950 y que convertía a la ciudad en un epicentro de la producción argentina de automóviles. A las industrias existentes se les sumó FIAT, IKA (luego Renault) y PERKINS: el campesino empezaba a convertirse en el obrero industrial. En 1914 Córdoba tenía una clase obrera de al menos 11.700 trabajadores, cuando la ciudad contaba con 135.000 habitantes. Esto fue creciendo en los años 1930 a partir del proyecto del gobernador Amadeo Sabattini y se completó con el denominado Plan Ansaldo del gobierno provincial en 1959, con el financiamiento de dos centrales eléctricas de capitales italianos: las estaciones de Deán Funes y Pilar.

Así, Córdoba se convertía en el mayor productor de energía en el país y un emblema en la industria automotriz, que había crecido a partir del convenio, en el año 1954, entre Perón y la empresa FIAT de Turín, ubicada en el barrio periférico Ferreyra de la ciudad de Córdoba, para la fabricación de tractores IAME. A esto se le suma la Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua del país, y el antecedente de la Reforma Universitaria de 1918, que se extendería por toda Latinoamérica.

Estos acontecimientos dieron lugar a la migración desde otras ciudades, provincias y países de miles de personas a la ciudad de Córdoba, generando en poco tiempo un gran crecimiento de la población. En una ciudad con una cantidad de habitantes significativa, estudiantes y obreros tendrían un escenario propicio para defender sus derechos en la rebelión que después se conocería como el Cordobazo (1969).

Ese es el marco en el que surge la revista. Oscar del Barco y Aníbal Arcondo, José María Aricó, Samuel Kieczkovsky, Juan Carlos Torre, Héctor Schmucler, César Guiñazú, Carlos Assadourian, Francisco Delich, Luis J. Prieto y Carlos R. Giordano, entre otros, sostuvieron esta revista donde se discutían nuevas propuestas políticas e intelectuales.

Los textos que se escribían tenían la intención de comunicar sus puntos de vista sobre el contexto argentino y mundial, tomando distancia del peronismo y de algunas de las ideas de la izquierda tradicional. La revista se publicó en dos períodos: el primero tuvo lugar entre 1963 y 1965, y el segundo en 1973. Este segundo momento estuvo signado por grandes cambios, el contexto ya no era el mismo que en la primera época: el retorno de Perón de su exilio español era inminente y las desilusiones en relación a la Revolución Soviética hicieron que Pasado y Presente modificara algunas de sus posiciones. En su primera época, publicaron nueve números en seis volúmenes y, en su segundo momento, tres números en dos volúmenes.

Como dijo el filósofo especialista en Gramsci Fabio Frossini en su visita a la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba (lugar que comparte edificio con la biblioteca José María Aricó): "Gramsci se trabajó seriamente por primera vez en Córdoba antes que en Italia", haciendo alusión a la revista Pasado y Presente. Esta afirmación generó la sorpresa de muchos de los que nos encontrábamos ese día allí. No desconocíamos el trabajo minucioso y significativo de los intelectuales cordobeses respecto a la obra de Gramsci, pero lo que llamó la atención es que el italiano especialista en este autor lo supiera y reafirmara la idea de que en Córdoba se traduciría y se elaboraría una teoría heterodoxa que se exportaría hasta Turín y otros lugares del mundo.

Sus producciones discursivas, de alcance local, nacional y hasta internacional versaron sobre teorías marxistas revolucionarias, problematizaciones sobre el pensamiento de Lenin, Stalin, Gramsci, entre otros; también dieron cuenta de la clase obrera argentina, de acontecimientos vinculados a Córdoba, de la importancia de la estética en la novela, del psicoanálisis, el peronismo, entre otras cuestiones. Publicaron artículos de Marx, Gramsci, Jean-Paul Sartre, Palmiro Togliatti, el Che Guevara, John William Cooke, etc.

Proyectaron una imagen de intelectuales comprometidos con su tiempo histórico. Uno de sus objetivos principales fue problematizar la realidad argentina y cordobesa. "Pensar desde la coyuntura", como decía Gramsci, implica desafíos enormes y este grupo se orientó a la reflexión sobre la clase obrera de Córdoba y los procesos de transformación social en distintos puntos estratégicos del país.

Crónica del "fin" de una intelectualidad militante

Hace unos días falleció Oscar del Barco, el filósofo "pasadopresentista", quizás el último, que deja un potente legado, junto a José María Aricó, Héctor Schmucler, Noé Jitrik, Francisco Delich, entre otros intelectuales que habitaron y pensaron la Córdoba monacal, reaccionaria y también revolucionaria.

Fueron al menos cinco mazazos en muy poco tiempo: Héctor "Toto" Schmucler en 2018; Sergio Schmucler un año después; Horacio González en 2021; Noé Jitrik en 2022; y, ahora, Del Barco. Con él, se nos fue una generación dorada del pensamiento político e intelectual de Córdoba.

Tuve la fortuna de conocer a todos, pero apenas pude realizar dos entrevistas (y media) sobre la Córdoba de 1960 y 1970. Por ese entonces me encontraba desarrollando una tesis doctoral en el Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, centrada en el vínculo entre intelectuales y política a partir de la experiencia de la revista cordobesa Pasado y Presente (1963-1973), y la publicación Carta Abierta (2008-2019). Luego de una primera conversación con el filósofo Diego Tatián, miembro por entonces de Carta Abierta Córdoba, me decidí a entrevistar a los protagonistas de Pasado y Presente.

Noé Jitrik fue el primer entrevistado. Me ofreció un panorama completo de ambas publicaciones, dado que fue el único intelectual que participó de ambos grupos. El encuentro se desarrolló un día frío de 2017 en la ciudad de La Cumbre, su segunda casa, junto a su compañera la escritora Tununa Mercado. Hablamos largo y tendido sobre ambas publicaciones intelectuales, aunque me aclaró que, de Pasado y Presente sabía poco, porque su participación había sido secundaria. Sí me describió, con cierta nostalgia, el espíritu revolucionario que circulaba en los pasillos universitarios de Córdoba en los años 60. Cuando hablamos de Carta Abierta mostró un entusiasmo extra, y comenzó a dar detalles específicos del espacio.

En 2019 tuve la posibilidad de conversar con Oscar del Barco; me recibió en su casa y hablamos durante unas dos horas. Apenas me vio me dijo "¿para qué te interesa este tema de los intelectuales?" Su tono, irónico, del que algunos me habían advertido, sobre todo mi amigo de la infancia Martín Spangenber, nieto de Del Barco, se hizo presente esa tarde.

Me contó con lujo de detalles el conflicto con el Partido Comunista Argentino, luego de que publicaran la revista Pasado y Presente, en 1963.

Quizás el tramo más pasional fue cuando le consulté sobre el ya clásico escrito "No matarás", una carta que Del Barco envió a la revista La Intemperie, dirigida por Sergio Schmucler, para responder a la entrevista que Abril Schmucler y Ciro del Barco le habían hecho a Héctor Jouve, protagonista del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP). Sin entrar en esa discusión, quisiera recordar una frase que me quedó marcada a fuego: "nosotros embanderamos a un montón de jóvenes para que hicieran la revolución, y luego nos fuimos a México".

La "media entrevista" restante se trata de un intercambio epistolar breve que tuve con Horacio González. Meses antes de su muerte, le escribí porque tenía la intención de que supiera sobre la investigación en curso y quería hacerle preguntas vinculadas al rol del intelectual. Me respondió que se encontraba muy ocupado, pero que apenas pudiera me iba a responder en detalle. En ese correo hizo mención a Oscar del Barco, como un modelo de intelectual argentino.

En 2022 egresé del doctorado en Semiótica, luego de aprobar mi trabajo final, que en algunas próximas semanas será publicado por el sello Alción Editora, El dilema de los intelectuales argentinos. Revolución, democracia y poder. En este trabajo, me pregunto precisamente por el "dilema" que tuvieron durante décadas los intelectuales revolucionarios y partidarios: el peronismo, montoneros, el PCA, el comunismo internacional, el exilio y el fascismo; también el psicoanálisis, las prácticas artísticas y la responsabilidad de los intelectuales en las disputas sociopolíticas.

¿Cuál era el fin último de todo esto? Transformar la sociedad. Pero no desde cualquier lugar, sino como intelectuales y militantes de su época en tanto portadores privilegiados de visiones de mundo.

La muerte de Del Barco cierra una época, pero ¿abre otra? ¿Qué líneas de sentido pueden continuar, dentro del campo intelectual, en un contexto hiper mediático, centrado en el capitalismo de plataforma e inteligencias artificiales?

Volver a Pasado y Presente

Es probable que la figura tradicional del intelectual que escribía largos ensayos en revistas o cartas ya no pueda producir el mismo efecto en nuestra contemporaneidad. Si bien hay discursos de pensadores de distintos lugares del mundo que siguen generando efectos de reconocimiento relevantes, hay una nueva generación que, en medio de un eclecticismo de contenidos, con posiciones ideológicas diversas, está renovando y reinventando la escritura, que incorpora una lengua inclusiva, que inventa términos nuevos, que busca la inmediatez.

Los últimos 20 años han modificado las formas de subjetivación y por ende los lazos sociales y las fuentes de lo común. Byul Chul Han, en su reciente libro La crisis de la narración nos advierte del mundo actual como un lugar lleno de "información" en contraposición a la narración que tanto caracterizó los siglos anteriores. Sin los payadores y narradores de historias lo que queda es una vida en la inmediatez sin posibilidad de reflexión crítica. En este contexto, el campo intelectual se resignifica y se encuentra en un momento de transición.

En Argentina, la extrema derecha saca ventaja al tener intelectuales tradicionales y orgánicos que marcan el rumbo del país. Los primeros, son técnicos y expertos que saben contraer deudas externas y favorecer a los privados, mientras que los orgánicos, de modo más genuino buscan construir un espacio político cada vez más amplio para acabar con el "marxismo cultural" liderado por el significante que pareciera aglutinar todos los males: "el kichnerismo".

Por el lado contrario, el denominado "campo nacional y popular" se encuentra sumergido en una crisis profunda sin conducción política ni intelectual. Hace algunas semanas leí acusaciones de artistas de orientación de izquierda hacia otros de su mismo sindicato por "tibios" y "miedosos", precisamente porque no cuestionan las ideas de Milei. ¿Qué podríamos decir, en este mismo sentido, de los intelectuales? Parecieran estar agazapados a la espera del momento preciso para aparecer, pero como dice el activista Juan Grabois a menudo hace falta que estén presentes en ese "ahora" cuando la situación se pone cada vez más difícil. Ahí encontraremos una diferencia sustancial con el intelectual de los 60 y 70 que al tiempo que escribía largos manifiestos, también salía a protestar por las desigualdades como un actor central en la acción territorial.

Es en medio de este contexto que surge la siguiente pregunta: ¿qué se puede recuperar de la época pasadopresentista para reflexionar sobre nuestro presente? Recurro al generoso prólogo que hizo María Pía López de mi nuevo libro, para subrayar que, lejos de asistir al fin de la era de los intelectuales (al decir de Enzo Traverso), estamos viendo cómo las nuevas derechas combinan el uso exhaustivo de las tecnologías con el servicio de intelectuales con prácticas tradicionales (editar libros, participar en mesas redondas, dar conferencias, vincularse a esas organizaciones políticas) y que no desdeñan el uso de expresiones como "batalla cultural", y "el aroma de una revolución".

Quizás, entonces, revisitar el pensamiento intelectual de Oscar del Barco, José María Aricó, Héctor Schmucler y el grupo Pasado y Presente nos permita linkear aquellos años con nuestra contemporaneidad, anhelo gramsciano, para proponer así un futuro más justo e igualitario. Y, si no es así, que al menos contribuya a resistir la embestida de un capitalismo tardío que llegó para enterrar el espíritu combativo de los grandes intelectuales militantes.


Nació en Córdoba, Argentina, en 1992. Es Investigador y docente universitario. Es Doctor en Semiótica por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Licenciado en Comunicación Social. Fue Investigador Posdoctoral en la Università di Torino, Italia (Proyecto FACETS_ERC) y Visiting Scholars en el Centre of Discourse Studies (Teun Van Dijk) de Barcelona. Autor de De Córdoba a Turín ida y vuelta. Pasado y Presente de la intelectualidad local (2020) y El dilema de los intelectuales argentinos. Revolución, democracia y poder (2024). Se dedica a investigar sobre "arte, política e intelectualidad en la producción cultural independiente argentina".


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