El Cuerpo de la palabra

Circulación y encuentro entre voces

Segundo Slam La luna 2023 (Foto: Emilce Martínez)
Segundo Slam La luna 2023 (Foto: Emilce Martínez)

Dramaturgas y poetas que escriben el papel y la escena desde Córdoba.

Sonia Daniel, María Inés Prosdócimo, Julieta Reyes, Jesica Lourdes Orellana, Natalia Buyatti, Emilce Martínez, Eugenia Hadandoniou, Lula López, Paula Ailen, Belén Pistone, Nahir Edhad, Cristina Goméz Comini y quienes cronicamos, Mariela Serra y Soledad González.

Una crónica vivida

En palabras de Jesica Orellana: En el año 2021 nació El Cuerpo de la Palabra como un ardiente deseo de dar voz a las escrituras propias y emergentes. Somos una colectiva compuesta por poetxs y dramaturgxs con diversas trayectorias en el medio teatral. Nuestro objetivo es compartir, creemos en la fuerza de las palabras compartidas. Por eso creamos un espacio de encuentro entre dramaturgxs, poetas y músicxs. Nuestro escenario es un crisol de poéticas donde las palabras se adornan con vestuarios, utilería y maquillaje. Aquí la poesía se convierte en un acto político con pensamientos circulantes. Impulsamos la diversidad de voces y miradas. En nuestras prácticas y oficios encontramos un terreno común para explorar. Durante estos años nos hemos presentado en diversos espacios de Córdoba, donde intercambiamos experiencias y nos nutrimos de la creatividad de otrxs dramaturgxs y poetxs de diferentes regiones.

El slam cómo poesía corporal

Mariela Serra: Atravesadas por la dramaturgia teatral como medio de creación, nos planteamos buscar otra manera de presentar y representar las palabras. Entre la puesta en escena de nuestras producciones y la publicación de un libro que reúne voces de esta colectiva, surgió la idea de los Slam, encuentros poéticos a micrófono abierto. El primero fue en 2022. La experiencia que diseñamos, a nuestra manera, no tuvo el carácter competitivo original de los slam, porque privilegiamos la circulación de la palabra y el encuentro con les espectadores. La sinergia creada con el público fue el componente principal de estas performances, como así también la desjerarquización de la palabra.

¿De qué se trata hacer circular y desjerarquizar la palabra? En el caso de nuestra experiencia se trata de abrir otros espacios fuera de ciertos circuitos culturales que privilegian el lugar de la autoría, es por esta razón que el encuentro con el público es vital. En nuestra experiencia hacemos la performance poética y oral entre todes, esta acción ya nos saca del lugar de exclusividad de la autoría, no hay competencia, hay alegría de participar con micrófono abierto. Creamos un foro interactivo donde la poesía oral se dinamiza, se hace intrínsecamente pública y festiva, más allá de cada contenido.

Esta apuesta lúdica se ha convertido en nuestro principal vector creativo colectivo que funciona de manera paralela a nuestras otras actividades profesionales vitales y nos permite generar un espacio particular de reflexión y producción alrededor de la escritura. El segundo vector que nos convoca tiene que ver con la perspectiva de género, nos propusimos crear un evento artístico que refleje cómo nuestras maneras de producir arte, están también atravesadas por el género. Es por esta razón que nos conformamos como una colectiva de identidades femeninas y diversas que valorizan de manera artivista y política el escribir, producir y enseñar teatro.

¿Se trata de un ritual o es una fiesta? La respuesta es que son encuentros que reflejan todos estos componentes, ritual y fiesta, resumidas en el acto de encuentro, apelando a la presencia. El slam, como forma de comunicación artística, nació en los años ochenta en algún bar de Chicago como competencia deportiva de poesía oral, de ahí lo de slam, con intervenciones de no más de tres minutos, siendo los espectadores los encargados de elegir al mejor. Marc Smith, un poeta y obrero de la construcción, fue su creador. En Argentina según algunos registros existe como formato desde 2010 y se remonta a la cultura underground porteña y en particular al local bailable Pacha, pero luego su práctica se difundió por todo el país y devino en su formato digital, lo que posibilitó trasvasar fronteras. Inspiradas por estos relatos fundacionales y buscando el lado dinámico de las palabras es que reconstruimos los slam, como una manera escénica de compartir la poesía.

El primero que organizamos contó con el apoyo y financiamiento del Centro cultural España/Córdoba. Tuvimos la posibilidad de intervenir ese espacio y la propuesta fue de mucho interés por su originalidad y dinámica de participación, ya que permitió habitar el patio y utilizar todas las posibilidades edilicias que ofrece esta antigua casona de la Córdoba colonial, en pleno centro de la ciudad. A su vez, también hicimos lecturas de textos desde la radio que funciona allí. Por esos días en Córdoba se cumplía el aniversario de creación de la Sala de teatro La luna. Decidimos que este slam inaugural homenajeara a la sala y sus creadoras, Mónica Carbone y Graciela Albarenque. Para ello creamos una dinámica de unión entre los dos espacios y destinamos parte de la ayuda a una escultura inspirada en la luna realizada por Nadia Budini, Tatiana Barniz, Selene Sanagustín y Natalia Pardal que se erigió como tótem principal de un altar lúdico donde el público colgaba sus mensajes escritos durante el slam. Al final de la fiesta, la escultura con sus mensajes, fueron llevados en caravana desde el CCEC al teatro La luna por el grupo de taller de clown coordinado por Laura Ortíz y formado por Carmen Reartes, Andrea Lorca, Luciana Musacchio, Susana Verche, Eliseo Luna, Agustina Braida y Nadia Budini. En la sala teatral se hizo un cierre del encuentro con la lectura de esas escrituras participativas. De allí en más, nuestros slams se caracterizaron por el juego de escritura que le proponemos al público, una pregunta, un mensaje, una lista de las cosas que nos llevaríamos del mundo si se acabase, como motor para escribir de manera participativa.

Escultura objeto Slam 2022 (Foto: Agostina Leda Rosso)
Escultura objeto Slam 2022 (Foto: Agostina Leda Rosso)
Procesión Clown, Primer Slam, 2022 (Foto: Agostina Leda Rosso)
Procesión Clown, Primer Slam, 2022 (Foto: Agostina Leda Rosso)


Una constelación de voces cercanas

Soledad González: Hemos creado cercanías y una colectiva de poetas y dramaturgas, el cuerpo de la palabra, que da título al libro inaugural de la colección Teatros y Territorios que dirijo en la Editorial Buena Vista, con el indispensable acompañamiento de su gestora y directora Daniela Mac Auliffe. Este libro se presentó el 15 de octubre de 2023 en la Feria del Libro Córdoba y nace del encuentro y del goce que provoca la diversidad de formas que cada dramaturga muestra con su voz de poeta. En esta constelación de textos/voces aparecen escenarios muy diversos y conflictos cercanos: la vida rural que pone en jaque el antropocentrismo citadino; los vínculos tóxicos en el mundo del deporte, la diversidad de las exclusiones y los usos del lenguaje de la generación z, la trata en las infancias, los escombros de la ciudad que muta y arrasa con la memoria, la supervivencia solitaria en espacios asfixiantes y las emociones desmesuradas que aumentó la pandemia. Aparecen temas graves agenciados con delicadeza y laboriosidad como son las violencias sobre la tierra, sus criaturas y la memoria como un ejercicio entre mujeres. Varían los tonos entre el drama, el humorismo y el desborde de humor negro. Así junto a la potencia de la oralidad y los Slam performáticos, nace esta nueva materialización del encuentro en forma de libro que da cuenta de las diversidades de temáticas y universos que nos acompañan en la cercanía. Como colectiva nos importa que nuestras prácticas se vistan de fiesta llenas de adornos donde la palabra alivie y alegre.

La primera intervención y encuentro presencial fue el 4 de mayo de 2022 en el Centro Cultural España Córdoba. Ese año recreamos el formato de Slam para diferentes públicos siempre participantes: Letras que laten en la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano con estudiantes de los primeros años, en la Feria del Libro de Córdoba y en el Teatro La Luna. En 2023 lo hicimos en el Seminario Jolie Libois abierto a estudiantes de diversas cátedras, en la Feria del Libro Córdoba donde presentamos el libro El cuerpo de la palabra y nuestra última versión que fue de vuelta en el querido espacio del teatro La Luna de Güemes, donde también leyeron dramaturgas que son nuestras maestras como Graciela Ferrari y Mónica Carbone.

 Feria del libro Córdoba 2023 (Foto: Lula López)
Feria del libro Córdoba 2023 (Foto: Lula López)


Entrevista a dramaturgas de la colectiva

¿Cómo influye el territorio en la escritura?

Julieta Reyes: Voy a parafrasear vagamente un concepto que he leído y escuchado en distintos momentos y de distintas personas. Se trata de la idea de entender que nosotres no somos habitantes de la tierra, sino que somos ella, un pedacito de ella, la tierra respira en nosotres. Imagino que el territorio es la tierra, y que la escritura es la visión singular sobre ese territorio/tierra. Entonces, creo que escribir sobre el territorio es SER EL TERRITORIO, en el recorte que mi mirada me permita ser. En lo personal, desde que vivo en contacto con la naturaleza, hace ya 12 años que vivo en el medio (literal) del monte, rodeada por un montón de eventos, imágenes y despliegues sensitivos que han nutrido mi imaginario y mi cosmovisión y han virado mi escritura hacia otras búsquedas, en comparación a lo que escribía antes, que vivía en la ciudad. Me acuerdo que mi periodo, también largo por la ciudad, me hacía escribir sobre personajes desgraciados, algunas cosas bizarras o cómicas, algunas cosas con estructuras medio pretenciosas de tiempos, flashbacks, personajes muy complejos, didascalias muy comentadas. De un tiempo a esta parte, el contacto con el territorio le ha traído a mi escritura más imágenes y poesía, menos conflicto, menos caracterización, más simpleza en las didascalias y más apertura sensorial para describirlas. Los temas que me interesan también son otros, en fin, yo diría que escribir es mi manera de contar el territorio.

María Inés Prosdócimo: Aspiro a ser la fotocopia, la imagen degradada que llega a manos donde quizás nunca llegue un libro. La copia pirata en baja resolución que llega donde quizás nunca llegue el cine HD. No me queda más que fracasar y eso me anima.

Jesica Orellana: El territorio ejerce una influencia significativa en la escritura, ya que no solo me proporciona el contexto geográfico y cultural, sino que también va generando identidad poética. Observando mis obras me doy cuenta que son una especie de mapeo simbólico donde el territorio se convierte en fuente de referencia y de lucha para dar voz a personajes o problemáticas que requieren ser develadas o discutidas. A través de la escritura puedo explorar y expresar la relación entre lugar e identidad, así como las dinámicas sociales y culturales que caracterizan a una región. Por ejemplo, mi escritura transita por los espacios en los que viví, desde Buenos Aires, pasando por Jovita y, finalmente, Córdoba. Estos tres espacios habitan en mí, a veces desordenados. Al trabajar desde hace varios años en el arte circense, observo como lo popular e itinerante aparece en la escritura, como también el paisaje, el ambiente, el monte. La escritura se despliega y organiza materiales diversos desde el ritmo y la musicalidad, reflejando la polifonía de voces y archivos.

Emilce Martínez: En mi caso, mi territorio es el límite, la frontera, el borde desdibujado, el cruce y el híbrido, mi escritura se contagia de las texturas, colores, tonalidades y ritmos de las dos culturas que me acunaron, La Quiaca en Jujuy y la ciudad de Córdoba. La composición es en gran parte la invitación a borrar las fronteras y converger en la comunidad.

Sonia Daniel: El territorio lo es todo, no solo concebido como un territorio físico, sino también desde su conjunto de usos y costumbres y desde lo simbólico del territorio que me ofrece. Lo vi, lo viví, lo conté. Puedo volar con mi imaginación hacia nuevos territorios, reales, maravillosos o fantásticos, pero el anclaje está, en mi escritura, en lo que habito y lo que aprendí en ese habitar, lo que mamé en la metáfora maternal que significa mi pertenencia. Mis escrituras se ubican en distintos tiempos cronológicos, en diversos espacios, tanto físicos como oníricos, pero siempre me remiten a algo, aunque transformado, de lo oído, de lo visto, de lo saboreado, en definitiva de lo vivido.

Eugenia Hadandoniou: Mi territorio es no solo el territorio que comparto con las compañeras en el encuentro que hacemos cuando hacemos talleres o slams, o cuando nos encontramos en las diversas escuelas de teatro que hay en Córdoba -que eso también nos marca un recorrido en la escena cordobesa o en las salas- sino también en lo personal, en los encuentros y en los ensayos y en la calle. Y cuando voy a tomar el colectivo y me cuentan una historia, o cuando estoy, como es en este caso, que estoy en este momento en un hostel en Tandil por un estudio, y la señora me cuenta cómo se armó este hostel hace 36 años. Entonces, todo eso influye directamente en la dramaturgia como una inspiración, pero también como parte de, como que no está separada la experiencia cotidiana, la experiencia sociocultural y económica de la escritura que se plasma, digamos, tanto en una obra como también puede ser en diferentes experiencias que no terminan siendo necesariamente una obra completa.

¿ Qué es para vos, en tu contexto, ser dramaturga?

Julieta Reyes: Para mi, ser dramaturga es ser una especie de traductora que materializa imágenes en palabras. Ser dramaturga ya es la obra puesta a circular como una voz que dice algo, después está la escena, está el teatro. A mi, escribir teatro me permitió desplegar la ficción, y hacer teatro sin necesariamente tener que montar obra.

María Inés Prosdócimo: Si soy dramaturga, es gracias a los títeres. Cuando digo que soy titiritera siempre me dicen: ¡Ah! ¡Te gustan los niños! No, no me gustan los niños, me gustan los títeres, sino tendría un jardín de infantes. En el 2003 le puse un nombre a mi retablo: Teatro de Títeres "Fresca Viruta", esta frase del saber popular "disfrutar de la fresca viruta" condensa mi manera de estar en el mundo. Esta expresión argentina es equivalente al dolce far niente, al dulce abandono a lo bueno de la vida y al disfrute de lo que se tiene a mano. Mis maestros han sido siempre los títeres y los niños. Su sabiduría es infinita. De los títeres aprendo la humildad, el descaro, el desacato, lo políticamente incorrecto, lo impredecible, sus contradicciones, sus fracasos, si son casi humanos. De los niños su manera de estar en el mundo, el presente puro, no hay un mañana, no hay un futuro donde el adulto lo obliga a imaginarse. Los niños y los títeres tienen mucho en común, son singulares, no hay un niño o un títere igual a otro. Nunca sabemos con qué van a salir o qué van a decir. A ambos se los intenta domesticar. Admiro su capacidad de adaptación, su versatilidad para cambiar de ánimo, su energía, la disponibilidad para el juego, el asombro, vivir el presente al máximo. La ventaja del títere por sobre el niño, es que el primero nunca llegará a ser un adulto. Los títeres me enseñan la humildad. Como titiritera trabajo de estar escondida, de hacerme invisible y esto te concede el don de la intrascendencia individual, en una sociedad que practica el culto a la personalidad, estar afuera, te vuelve libre. Salirme de los lugares habituales de consagración me permite adentrarme en caminos inhóspitos y eso te vuelve todoterreno. Los títeres no necesitan un teatro, ni un escenario repleto de luces; le es imprescindible el cobijo de una mirada, cercana y al alcance de su mano de trapo y sus pelos de lana roída, ajeno a las disputas estéticas. Los títeres y los niños no siempre hacen caso. Desobedecer es un acto de libertad.

Jesica Orellana: Mi escritura es como un campo de lucha y activismos, intento legitimar otros sentidos, otras voces. La escritura es una trinchera desde la cual se defienden significados, una herramienta fundamental para habilitar nuevos mundos posibles y un espacio de libertad. Es una herramienta de resistencia y transformación que permite cuestionar y construir nuevos significados en un mundo diverso y en constante cambio. También es un espacio donde se libran batallas por la legitimidad y la inclusión y donde se abren posibilidades para la creación de un futuro más igualitario y justo. Escritura como refugio, lugar a donde ir, reposar, donde disputar sentidos; un bálsamo que tiene doble filo, puede curar, pero también puede herir, cortar, intervenir; que contemple la grupalidad, que sea un diálogo de innovación de nuestros espacios, una herramienta que permita la transformación cultural, una escritura de la contaminación que obliga a revisarse constantemente.

Mi escritura está intrínsecamente vinculada al concepto de territorialidad; no es estática, sino que se transforma en un diálogo continuo con los cambios socio-culturales. Es itinerante y se inspira en el arte popular. Busco desafiar las estructuras normativas y jerárquicas, en sintonía con teorías de la subversión cultural. Mi escritora se enamoró de la poesía hace dos años y del circo hace muchos más. Mi escritura se inspira en la creatividad colectiva y la libertad de expresión, elementos esenciales en la construcción de una sociedad diversa y polifónica.

Emilce Martínez: Ser dramaturga y madre en la ciudad es una forma de resistir. Resistir desde la palabra, levantar poesía entre medio del horror. También ser dramaturga en los tiempos que corren es tener una misión secreta: tocar con calidez los corazones fríos hambrientos de crueldad y consumo. Ser dramaturga es ser un poco fuego en la oscuridad.

Sonia Daniel: Es una elección a través de un formato de escritura en el que me siento cómoda para poder hablar de cosas que quiero contar. Me pregunto seguido si lo que hago escribiendo realmente significa algo en mi contexto, y luego me respondo que si hay alguien que encuentre en mis textos imágenes que disparan el deseo de llevar eso a la escena, esa es una buena razón para seguir escribiendo, en mi contexto y en otros contextos también. Es muy gratificante saber que lo que cuento desde ese territorio del que estábamos hablando signifique además en otros territorios.

Eugenia Hadandoniou: Qué es para mí ser dramaturga? Yo creo que tiene que ver mucho con escuchar y con primero escucharme a mí, porque también eso es parte de dar lugar a una historia, a una memoria particular y a poner la voz. Y como me escucho a mí, no dejo de escuchar al resto en el sentido que somos parte de toda una red. En esa red está ahí, también, eso que va tejiéndose con las demás personas y con los vínculos que armamos, sociales, culturales, como ya dije, intelectuales, emocionales, afectivos. Y no deja de estar particularmente en mi caso la escena como parte de esa dramaturgia, la escena y también, para nada separado, está la escena con un corte feminista y de género que es en vínculo a las otras dramaturgias, a cómo las otras escritoras, las otras poetas tienen esa vinculación con sus propias prácticas o contextos o palabras que alimentan la palabra propia que se vuelve colectiva. Ese es el deseo, por lo menos, y es el camino como parte de este viaje de la escritura.

¿Cómo es la relación que estableces entre la palabra y la escena?

Julieta Reyes: Me gusta montar las obras que escribo, porque en la escritura se cuela toda la poética de los lenguajes escénicos, que tanto la enriquece. Menos el estar en escena, he transitado por todos los lenguajes que la componen, y creo que todos estos se condensan en la escritura, de más está decir que cuando escribo me imagino la obra montada y todo el despliegue escénico, pero lo más importante para mí, más allá de poder vislumbrar la escena en la escritura, es vislumbrar la composición de la escritura, nutrida por la escena. Para mi son universos inseparables.

María Inés Prosdócimo: Trabajo en la escena desde lo azaroso, lo imprevisible, desde el accidente o error. El objeto es sujeto. Objeto y sujeto en el mismo plano. Escribir y hablar son sólo limitaciones, es el teatro a través de su fuerza transformadora y su capacidad de crear mundos lo que potencia la vida, lo que da sentido a mi existencia. Una obra es una eternidad encerrada en una historia. El Teatro es asomarse a esa eternidad por un período limitado de tiempo. Condensada (como la leche condensada) o como un dulce, que necesita un tiempo, a fuego lento, donde los ingredientes se concentran y se funden, se reducen, esa condensación está habitada por el todo inicial, menos lo que tuvo necesariamente que evaporarse, es algo de menor tamaño, ocupa menos espacio, pero basta una cucharadita para que estallen los sentidos. Después viene el tiempo de la maceración donde cada día se pone mejor.

Jesica Orellana: La escena demanda una re-evaluación meticulosa del texto escrito, reconociendo que la enunciación, ya sea hablada, cantada, murmurada o modulada por la emoción, hace estallar el significado original. Cada interpretación corpórea confiere al texto una polisemia que previamente permanecía latente, revelando estados que emergen a través de la interacción performativa. Esta acción en escena resalta la naturaleza dinámica del lenguaje y su capacidad para poetizar. Además, la multiplicidad de lecturas sugiere una riqueza semántica inherente al texto que se despliega en su contexto de recepción, así la dramaturgia es como un campo rizomático con sentidos múltiples.

Emilce Martínez: Veo ambas como un gran festín de posibilidades, en la palabra la capacidad de crear mundos y en la escena la capacidad de vivirlos y convidarlos en la combinación de las presencias.

Sonia Daniel: Mi escritura es solitaria, de escritorio. Al escribir un texto teatral amplió los horizontes de la escena. No condiciono mis textos a la escena, no busco un sentido práctico. Como no escribo para mi práctica teatral me sorprendo con lo que un equipo creativo desarrolla con ese texto.

Eugenia Hadandoniou: Creo que el cuerpo de la palabra surgió de una frase muy poética que nos punzó, así como esos acontecimientos que te ponen en un lugar presente muy concreto. En este caso, a mí me puso concretamente en el cuerpo pensar que la palabra es cuerpo, hace cuerpo y que esa palabra empieza a tomar una dimensión que traspasa, vamos a decir, el papel, creo que va por ahí o por lo menos es lo que a mí me resuena y que me parece interesante de seguir pensándolo. Que no es algo cerrado ni mucho menos, sino que está en construcción, pero que esa construcción tiene que ver con ponerle piel a esa palabra, ponerle esa intensidad que tiene cuando la sangre corre, la respiración y demás; entonces ahí hay algo que sucede, que traspasa a la pantalla o a la escritura o a la palabra y que no es solo logos, sino que tiene muchos elementos más, materialidades del cuerpo, fluidos que llenan de saliva esa palabra.

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¿Por qué el cuerpo de la palabra?

Julieta Reyes: Pienso que escribir es materializar, es otorgar presencia lúdica y tangible que se evoca en la palabra como canal. Ese canal/palabra cobra sentido en la composición, PONER- CON. El cuerpo de la palabra es esa palabra gordita, que al lado de otra y otra y otra, te arma una imagen que te sublima, y ahí entra el imaginario a desplegar, y la palabra a traducir ese vuelo.

María Inés Prosdócimo: Nos empecinamos en querer dar certezas, explicaciones, sobre todo a los niños, partiendo de que el lenguaje siempre es equívoco, insuficiente y arbitrario, no pretendo que las obras den un mensaje. Invito a ser tomado por el hecho artístico y que provoque, movilice, nos inquiete lo inexplicable. Ser seducidos por el misterio, saber que hay profundidades donde el ser humano no llega. Y que eso, es quizás lo más maravilloso de existir, preguntarnos cada día por los misterios del universo y vivir con ello. Le tememos como adultos a las preguntas de los niños porque no sabemos cómo responder. Quizás debiéramos sincerarnos e invitarlos a vivir en esta incertidumbre y quizás ellos podrían ayudarnos a sobrellevar mucho mejor. Prefiero que se fomente la autonomía, que podamos discernir por nosotros mismos que nos conviene con qué o quienes nos gusta acordar.

Jesica Orellana: Porque no se escribe solo con el pensamiento, sino también con el cuerpo, su emocionalidad, vivencias, con la escucha, el resonar de la voz hablada.
La expresión "el cuerpo de la palabra" se refiere, por un lado, a la materialidad y presencia física del lenguaje en la escritura. Las palabras adquieren una dimensión tangible a través de su inscripción en el papel o su manifestación en el espacio sonoro cuando se pronuncian. Por otro lado, no escribimos solo con el pensamiento sino con el cuerpo total, desde la voz hablada que está viva, que interactúa con el contexto cultural, histórico y personal. Finalmente, la forma en que las palabras se organizan en la página, su estilo caligráfico y cómo estos aspectos visuales contribuyen a la interpretación del texto. Al referirnos al "cuerpo de la palabra" en la escritura, se reconoce la potencia de las palabras para afectar y ser afectadas por el mundo físico y sensorial, así como su capacidad para habitar y transmitir la complejidad de la experiencia humana.

Emilce Martínez: Creo que la palabra hoy por hoy nos devela que puede materializarse de muchas maneras, virtuales, físicas. El cuerpo de la palabra porque ese tejido de palabras se nos presenta posible en todas las formas posibles, con el único placer...de ser, tomar voz, carne...cuerpo en fin.

Sonia Daniel: Porque encuentro pares con una diversidad de la que aprendo, porque me siento contenida, incluida. Porque el Cuerpo de la palabra comparte textos, y también comparte modos de llevar adelante proyectos. Porque hay una escucha amorosa y porque conozco gracias a este grupo perspectivas que me movilizan. Me da orgullo pertenecer a este colectivo.

Eugenia Hadandoniou: Y la palabra y la escena, en particular, no están desligadas nunca porque en mucho tiempo fue la escena la que daba inicios o inauguraba, en mi caso, una dramaturgia, una escritura de texto que después volvía al escritorio o al papel y luego se volvía a la escena, y volvía al escritorio, y entonces esa retroalimentación entre escena y palabra estaba todo el tiempo circulando. Luego, con el tiempo, también muchas veces apareció la palabra primero, no solamente en el escritorio y en el papel, sino también en entrevistas y en las palabras que las otras personas ponían a sus, vamos a ponerlo entre comillas, "personajes", porque trabajo con historias y experiencias personales de los actores y actrices que participan en los proyectos. Entonces, esa palabra ya empezaba a ser escena, y eso no está separado. Yo diría la palabra con la escena o la escena con la palabra, porque es parte de esa construcción que hacemos juntes y bueno, así, a pesar de que yo pueda escribir una obra muy entre comillas, "terminada en el escritorio" luego, con la escena, sobre todo con la actuación y con esos cuerpos ahí, es que empieza a reescribirse. No solo en cuestiones semióticas, o en significados, o en lo que se hace con esa palabra en la escena, sino concretamente con poder reescribir el texto a partir de la experiencia de la actuación.

Y atravesando territorios y contextos de producción, más allá de lo que se pueda situar, ¿Cuál es tu proyecto utópico desde la escritura y la escena?, ¿para qué el tiempo dedicado a esta práctica?

Julieta Reyes: Mi proyecto utópico es y será otro mundo posible. Pero veo que con el paso de la historia y nuestra humanidad en ella, eso puede ser un imposible irremediable. Entonces, hoy, en mi presente, mi proyecto utópico con la escritura creería que es ser yo en eso que hay ahí. Por mucho tiempo perseguí la idea de que había que escribir cosas grandes, sobre temas grandes, para cambios grandes, para despertar conciencias, y para cambiar un paradigma, algo bastante pretencioso por cierto. Por supuesto que después de darme tanto la cabeza contra la pared esperando cambiar con mi escritura el inevitable derrotero al cual parece dirigirse todo, empecé a ver disfrute en pequeños escritos o improvisaciones que grababa para no olvidarme, que después pasaba en limpio. Eran cositas chiquitas, ficciones de supervivencia, poesía berreta, cosas sin importancia, y entendí eso del no tener importancia, y me pareció fantástico. Lo que escribo no es importante para el mundo, y nadie lo necesita, YO lo necesito, entonces, "Yo escribo para mí, mismo, para mi sangre", dice Pablo en la obra La Joroba. Desde hace muy poco entendí eso de escribir para nosotras, y sinceramente no le estoy dedicando mucho tiempo a la escritura dramática últimamente, porque me estoy dispersando con escribir esto otro que contaba, armar versos y hacerlos canciones fugaces, escribir un diario, escribir cosas que se me vienen en papeles que después tiro. Mi escritura en este momento está siendo muy invisible, catártica y amorfa, y me siento bien con eso ahora.

María Inés Prosdócimo: Sin escrúpulos. Para poder escribir me dedico a sustraer diálogos y a desprenderme de la moral. Soy ermitaña y arisca. Salgo a la calle sólo con intención de encontrar la materia prima. En el transporte público, en la calle, en los bares, en las alcantarillas, debajo de las camas, dentro de algún ropero. Escuchando conversaciones ajenas, agazapada, en espera del momento justo para quitarle, no la sangre como los vampiros, sino la palabra dicha, las onomatopeyas, los gestos, los silencios, los errores, la jerga. Es el lenguaje coloquial que se convierte en poesía luego en el papel y así, transfigurada, sube a escena. Admito también que soy adicta al palimpsesto.
Una palabra es un barrilete y el territorio es el cielo de posibilidades donde remonta. Las palabras escritas son como amuletos para canalizar energía. La palabra sin el cuerpo no vive, necesita del aliento, de la respiración, de los gestos para ser pronunciada.
Mi utopía es conjurar en la escena lo terrible para que no ocurra luego en la realidad.

Jesica Orellana: Puedo decir que mi escritura viaja desde lo académico, desde mi lugar de artivista y desde lo poético ficcional. Al estar escribiendo al mismo tiempo en estos tres formatos comienza a parecer una contaminación. Lo que comencé a hacer como proyecto utópico es articular las voces colectivas y comenzar a correr los límites de la academia para impulsar la potencia irruptiva y contracultural en este tipo de textos. Generar espacios de escrituras en mis grupos de trabajo y en los contextos educativos donde soy docente. Pensar en puentes entre la escritura, permitirme el tráfico, el contagio de llevar y traer, el ejercicio de promiscuidad, conjugar lo que no se puede conjugar y mezclar lo que no podría mezclarse, abrir los sentidos, habilitar la mixtura. Reconocer mi identidad y darle valor, recuperando a personas que son parte esencial de mi forma de escribir con las anécdotas populares y mitológicas del monte santiagueño de mi papá o la forma de trenzar el pelo de mi abuela para protección y cuidado.

Emilce Martínez: Mi proyecto utópico desde la escritura es que más palabras en quechua, aymara, aparezcan en nuestro cotidiano. Así como cuando decimos "estoy full time" podemos incluir nuestras palabras autóctonas, reconocerlas, reproducirlas, ponerlas en juego. Una escritura que hable de la liminalidad, de la fragilidad como fuente de belleza. Pienso una escena plagada de cuerpos no hegemónicos, marrones, de todos los colores y con el potencial de cada uno de nuestros acentos. La música de nuestras palabras en escena.

Sonia Daniel: Es para mí la pregunta más compleja. Mi utopía es atravesar fronteras y mares con mi escritura, ser traducida y que mis textos encuentren otras musicalidades. Qué mi dramaturgia vuele a lugares en los que mi cuerpo no necesariamente esté presente. Sí, mi utopía, hoy, es esa.

Eugenia Hadandoniou: El tiempo dedicado a esta práctica creo que es un tiempo que hace un pequeño agujero, ese agujero famoso de la filosofía que a veces hay que hacerle al sistema imperialista, capitalista, que es un agujero para intentar salirse de un lugar en el cual no nos podemos salir, estamos inmersas, inmersos, y que ese agujero que tanto hace como una suerte de respiración cuando estás, por ejemplo, en un espacio cerrado mucho tiempo y necesitas sacar la cabeza por la ventana para refrescar, bueno, creo que eso hace en mí, por lo menos, particularmente, ese tiempo dedicado a la práctica, para tomar un poco de aire y luego poder contaminar un poco hacia el adentro del otro sistema a ver si en algún momento puede resquebrajarse.

Mi proyecto utópico de escritura creo que es un proyecto donde podamos escribir colectivamente una escena que sea compleja y diversa, pero a la vez singular, donde puedan aportarse diferentes voces y que esas voces tengan su propio espacio, y que eso aporte a lo colectivo y vuelva y como una escena, pero no en la idea de "bueno una creación colectiva y la hacemos y ya está" sino que, más bien sinceramente podamos construir desde esa experiencia propia de cada quien hacia la escritura. A mí, porque me interesan los procesos personales de vida y de cómo se relacionan con el arte y ese límite muy débil es ficción, y se vuelve ficción, y yo creo que la escritura es una ficción, pero una ficción que podemos armar juntas y cómo nos narramos, cómo reinventamos nuestra vida y arte, lo hacemos juntas.

Mariela Serra: El cuerpo de la palabra surgió con el deseo de generar espacios de encuentro en formato de slam performático poético/político a micrófono abierto entre dramaturgxs, poetas y músicxs, para compartir nuestras prácticas y oficios de la escena, impulsar pensamientos circulantes y encontrarnos con personas que están escribiendo desde Córdoba hoy. En esos espacios de encuentro se generan, también, pequeños mercados, trueques y venta de libros, fanzines, obras visuales, musicales y se crean espacios para las infancias que acompañan nuestras vidas. Que nadie quede afuera. La invitación sigue abierta.

Gracias por invitarnos a ser parte de Tierra Media.


Soledad González. Nací en Córdoba en 1970. Soy escritora, traductora y docente. Dirijo la Colección Teatros y Territorios en Ed. Buena Vista. Recibí el título de Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba. Mis textos han sido estrenados, traducidos al catalán y gallego y editados por el INTeatro, Argentores, Libros del Rojas, Pánico el pánico y mi poesía reunida integra la colección dirigida por Alejandro Schmidt en Recovecos. Dirigí la colección Teatro europeo contemporáneo en Editorial Eduvim (2012-2015). Desde 2005 ofrecí talleres de Dramaturgia en Extensión de la UNC, donde coordiné el Programa de Posgrado en Dramaturgia (2009-2010) e inauguré la materia en el grado. Mis trabajos como directora de escena están documentados en mi página de artista. Desde la pandemia vivo en San Marcos Sierras.

https://www.soledadgonzalez.com.ar/

https://registrodeescritores.com.ar/project/soledad-gonzalez/

Mariela Serra. Nací en Córdoba en 1970, me dedico al teatro desde los 15 años, soy Licenciada en la Facultad de Artes y me especializo en teatrología con perspectiva de género. Actualmente doy clases en cuatro materias de la Licenciatura en teatro UNC. En el campo de la producción teatral me he dedicado los últimos años a la crítica con perspectiva de género, pero también soy actriz, dramaturga y música. Mis publicaciones sobre crítica están editadas en MATEO (medio argentino de teatro online). Además soy lesbiana feminista y trabajo desde el teatro y la antropología un cruce artístico/político entre la práctica teatral y las diversidades sexuales. Los temas desarrollados en mis producciones artísticas tienen relación con las diversas problemáticas sociales que plantea la cuestión del género en las prácticas sociales.


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