Editorial Octubre 2023

En el cuarto hay un número y el número es el cuarto

Ilustración: KomChingón
Ilustración: KomChingón

"Cada mañana me despierto ateo y cada noche me acuesto creyente", nos contaron que decía Martin Buber. También escuchamos en Brasil describir la vida como el mandato de cada día salir a cazar un león. Metáforas que pegan en el palo y son enseñanzas. Y vidas latinoamericanas. Y puede incluso ser parte del vivir la férrea convicción de un ideario, o el embrujo de los propios intereses, o incluso el cinismo de considerar que los principios morales no guían a las acciones, sino que van detrás de estas. Cada quien va aferrado a lo que sea que rige sus vidas. "Cada uno para sí y Dios contra todos", según el genial título acuñado por Werner Herzog. Así seguimos la ruta pautada por los días, cambiando de fe de la noche a la mañana, o confiando, por qué no, en que tal vez no tomamos mal camino. A la larga, eso recibe el nombre de un rumbo.

Al llegar al número cuatro obviamos la numerología y nos paseamos entre los canteros del jardín, realizando acciones metafóricas: sobrevolamos, por ejemplo, la vida de Myrian Stefford, y también visitamos un pueblo fantasma que queda cerca de Springfield, mientras terminamos de resaltar párrafos de una historia vivencial del autocultivo y activismo cannábico. Incluso damos una pasada por la Vía Láctea, a observar las fotografías que nos señalan los territorios del viento y las memorias del cuerpo. Se hacen presentes personajes que traspasan el tiempo, hay canciones que incluso lo detienen; hay inspiraciones para crearlas y voces que las cantaron. Y un arte de contagiar la lectura. O la organización y la militancia cultural que atrapan por nosotros mundos audiovisuales que nos interconectan en forma horizontal, y, de pronto, en algún lugar pueden sonar nuevos tangos, tangos nuevos. Y el folklore, por su lado, reclama sus estrategias, y todas las gestas culturales, las grandes y las pequeñas, tienen su historia, mejor aún si se trata de historias desde lo personal, que nos acercan a través de una entrevista a una experiencia no menos social. También las viejas fotografías familiares dan fe de ese pasado, como asimismo lo alude una historia dormida en un documento colonial. E incómodos entre las desigualdades que impiden la accesibilidad y el disfrute, y críticos de las desmemorias, observamos el modo amenazante con que relampaguea el horizonte. Luego volvemos en busca del corazón de la poesía que, en formato epistolar, se parece a un oráculo. Y abrimos grandes los ojos y así nos retrata la gran foto colectiva en cuya colección figuramos todos.



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