Editorial Noviembre 2024

Las estrellas van en tribu

La idea de caleidoscopio conduce a un juego de espejos y tanto el artefacto como sus piezas acercan la idea de rebotes de la luz, de su multiplicación, un juego luminoso que entra por la pupila con un picor de estrellas. El gas de la soda que hace llorar los ojos y evoca una fractalidad parecida al pie dormido. Sensaciones como la de llevar una antorcha, no por honor ni ritual, sino para nada menos alumbrarse el propio camino. Es ese arder en marcha como de brasas al crepitar que liberan aire y salpican astillas de luz. Es ese tipo de luces las que evoca este ir y venir reuniendo mundos con amigos y amigas, puntadas radiantes de un tapiz donde el lugar en el que lo hacemos, y las vidas de cada uno y una que lo bordamos, son también astillas y son también estrellas errantes que dejan estelas en un lugar del mundo natal o por opción. Si parecemos una tribu, tal vez lo seamos, y eso incluye a tantos cuantos leyendo Tierra Media puedan sentirse identificados ante la evocación debida, en la esquina de una frase bien puesta, en el acercamiento a un mundo concéntrico y divergente, en las voces que transportan los textos a palpar algunos jirones de patria.

Para el Día de la Tradición bien vale evocar el viejo proverbio que mencionó Freud en El chiste y su relación con el inconsciente: "Notable ejemplo de uno de estos chistes por modificación es la conocida exclamación: «¡traduttore traditore!» «¡Traductor, traidor!»). La semejanza entre las dos palabras, que llegan casi a ser idénticas, figura de una manera muy impresionante la fatalidad de que el traductor deba hacer traición a su autor." La palabra tradición también es semejante a la palabra traducción, y si se quiere, a traición. Amamos la tradición por lo que trae hasta nosotros de las voces de otros que, como nosotros, respiraron por aquí hace siglos o hace un rato. Sabemos por qué sus voces son nuestras referencias. Pero las tradiciones también son rehenes de diversos intereses y reaparecen la idea de traducción y de traición. Quién traduce, para quien y para qué. Cómo lo hace, por qué escoge este signo y no aquel otro. Ya no están las tradiciones orales tejiendo el mundo a su manera. Están los algoritmos, los likes, el odio, la confiscación de los símbolos, su posible degradación. La siempre potencial traición. Hay que aclarar que la mala disposición humana social tiene una historia mucho más larga que la de las nuevas tecnologías.

Escribe Roger Bartra, académico mexicano de la lengua: "traición y traducción tienen una raíz latina similar; forman parte de un conglomerado de ideas que incluye también la palabra tradición, y en cuyo eje se encuentran las nociones de continuidad y ruptura, de un objeto que cambia de manos o de un sujeto que cambia de ideas." Este intelectual sugiere que los partidos políticos, en su accionar, pueden servir como un ejemplo acabado de esa peculiar combinación de traducciones, tradiciones y traiciones.

Dejamos al pie una postal de tradición, que tiene todos los elementos de un oído que juega con otras tradiciones, que dice las cosas de frente, que trae al presente una energía que tal vez nos ande faltando. La de una tradición crítica que se hace cargo de señalar la vieja ruta perdida para "cuerpear el impudor de tanta frase vacía".

De Raúl Carnota: Pecado de juventud.


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