Cuando el carnaval viene de lejos
Breve recorrido por los supuestos orígenes de una festividad pagana
Cristina Gómez Comini

La túnica mojada se adhiere a la piel después de horas y horas de danza, la garganta y el brazo derecho arden de tanto cantar y golpear el pandero. Nos sentimos libres, reímos y bebemos hasta perder el sentido. La Hélade entera se alza en honor a Pan y a Dionisio, nuestros poderosos dioses que fecundan alegremente las tierras. Celebramos el fin de la siembra de invierno, el equinoccio de primavera y la fertilidad de un nuevo ciclo. Los festejos se inician al alba y ahora, al atardecer, llega el momento más esperado: las máscaras, los disfraces y la representación.
Llevamos varios días homenajeando a los dioses más generosos, los rituales y procesiones se preparan con bastante antelación, a los jóvenes nos toca adornar los templos y espacios públicos con flores, hojas de vid, frutos y objetos que construimos con nuestras propias manos en una ceremonia casi de iniciación. Actores/bailarines ensayan tragedias y comedias, preparan el vestuario, fabrican máscaras e incluso varios aprenden de los músicos a tocar la flauta, la lira y el aulos para la ocasión. Tambores y panderos son instrumentos de todos y los hacemos sonar cuando nos sumamos espontáneamente al gran desfile. En las casas se cocinan platos especiales y a medida que se consumen se elaboran otros para la gran mesa del banquete donde el vino nunca falta. Por pocas semanas hay licencia para todo tipo de placeres y excesos, incluso para la sátira de nuestros gobernantes.
Un pequeño salto en el tiempo y aparezco rodeada de mis hermanas sacerdotisas: soy una bacante clandestina. El Senado Romano ha emitido un decreto que prohíbe nuestros rituales por considerarlos inmorales y causa de desestabilización social, sin embargo, de noche, en la espesura de los bosques, arden las fogatas y nada impide que cantemos y dancemos en éxtasis. Hombres y mujeres llevamos coronas de flores y uvas que se sacuden al frenético compás de nuestros pies. El espíritu de Baco estalla en los cuerpos y nos posee el placer del vino y la embriaguez al grito de Evoe Baco!!!
Estas grandes fiestas paganas se mantienen a pesar de la llegada del cristianismo y conviven con él. En la Edad Media la religión monoteísta endurece sus reglas y los festejos arrastrados desde la antigua cultura greco romana se convierten en una suerte de compensación previa al período de prohibiciones. Primero la celebración, el derroche, la locura, el canto, el teatro, la danza, la carne y el alcohol, después los cuarenta días de austeridad, abstinencia y ayuno. Precisamente, se cree que el origen de la palabra Carnaval podría derivar de la expresión en latín carnem levare: quitar la carne o adiós a la carne que era lo que sucedía una vez que terminaban las fiestas paganas e iniciaba la Cuaresma. Con el tiempo el término se convirtió en sinónimo de las celebraciones y distintas festividades que tenían lugar antes del inicio de la Cuaresma. La Pascua era el final de las restricciones.
La represión y persecuciones durante el oscurantismo medieval dieron lugar a manifestaciones danzadas de liberación (tanto en las festividades de carnaval como fuera de ellas) con movimientos desenfrenados y caóticos. Incluso ciertas enfermedades ligadas a la epilepsia o a trastornos mentales tomaban forma de danzas histéricas que iban sumando seguidores a medida que se recorrían las calles, ejemplo de ello es la follia o danza de los locos y la danza macabra o danza de la muerte entre tantas otras. En todos los casos los danzantes, que también se convertían en actores, usaban máscaras y disfraces que podrían haber influido en la tradición actual de disfrazarse para Carnaval.

Estoy en Palazzo Pitti (Gran Ducado de Toscana o lo que ahora llaman Florencia, en Italia), tengo catorce años, me siento nerviosa y feliz al mismo tiempo porque, por primera vez, he sido invitada al Baile de las Estrellas, una fiesta nocturna en la que nos disfrazamos de astros y planetas. Es carnaval en la corte y el corazón palpita ante la belleza de los trajes, las brillantes máscaras, los magníficos carros decorados y esos caballos adornados con sus jinetes ricamente disfrazados. Mis amigas y yo espiamos a los muchachos que nos han asignado como compañeros para la danza inaugural, será una pavana y desde hace meses venimos practicando sus pasos suaves, largos, deslizados, sus avances y retrocesos, prestamos atención a cada reverencia y al diseño general de procesión, es una linda danza aunque demasiado tranquila y solemne para mi gusto. Nuestro príncipe Lorenzo de Medici, llegará a medianoche para abrir el baile.
Los carnavales en las cortes europeas de los siglos XV y XVI, especialmente en Italia y Francia, se convierten en celebraciones muy refinadas. Se mantiene el uso de disfraces y máscaras aunque ambos se vuelven más elaborados, se usan materiales ricos y diseños sofisticados. Las cortes renacentistas compiten en estas festividades y muestran su esplendor en desfiles y procesiones con carros alegóricos, música, danza, representaciones teatrales, juegos, competencias y torneos de caballería al aire libre. El Carnaval de Venecia es uno de los más famosos y ha sobrevivido al paso del tiempo manteniendo sus características de riqueza cortesana. Con suntuosos disfraces y máscaras de estilo barroco, renacentista o moderno se representan profesiones, gremios o personajes fantásticos como diablos, bufones, seres mitológicos y otros de los más diversos e insólitos. Hoy el Carnaval de Venecia es símbolo de imaginación y libertad creativa.
Las celebraciones en el nuevo mundo
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Con la llegada de los europeos a América Latina asistimos a la fusión de tradiciones del viejo continente con aquellas indígenas y africanas. Después de complejos procesos históricos los carnavales latinoamericanos adquieren características originales que reflejan la gran diversidad cultural y el sincretismo religioso-pagano. Entre los carnavales más conocidos y multitudinarios se encuentra el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil, famoso por sus escolas do samba, su brillo, color y vestuarios con grandes espaldares y prominentes tocados, la cita principal es la competencia de comparsas que se realiza en el sambódromo Marqués de Sapucaí. El Carnaval de Oruro en Bolivia, con sus dieciocho tradicionales danzas entre las que se destacan la Danza de los Diablos o Diablada, la Morenada, los Caporales y los rituales a dioses autóctonos; el de Barranquilla en Colombia con sus ritmos de cumbia, vallenato, mapalé que alientan coloridos desfiles y comparsas. También es conocido el Carnaval de Montevideo, Uruguay, del que se dice es el más largo del mundo por durar cuarenta días; este carnaval comprende dos fuertes manifestaciones: la murga y el candombe; la primera, de origen español, es un canto colectivo con letras de alto contenido humorístico, sátira social y reclamo político que remite a aquellos antecedentes greco romanos donde estaba permitido, sólo por esos días de fiesta, criticar y ridiculizar a los gobernantes. El candombe es una danza que recrea los orígenes, tradiciones, culturas y religiones de los negros africanos llegados como esclavos al Río de la Plata en la época de la colonia y es la danza más bailada durante los carnavales.
En todos los casos se celebra la vida y la alegría, se bebe, se come, se actúa, se canta, se baila y en varios países se rinde homenaje al Rey Momo o rey del carnaval.
En el país del sur
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En Argentina el Carnaval se festeja también desde la época colonial y tiene variantes según la región del país. En Buenos Aires está emparentado con el carnaval uruguayo y se caracteriza por la presencia de murgas, grupos musicales que bailan y tocan en los corsos.
En la Mesopotamia y especialmente en Corrientes las celebraciones son similares a las del carnaval brasileño, aunque con elementos de la cultura rioplatense. Plenos de color, ritmo y danza las comparsas trabajan todo el año en lujosos diseños de vestuarios y carrozas como así también en coreografías elaboradas a gran escala que se lucen especialmente en el corsódromo Nolo Alias.
En el noroeste andino las celebraciones se vinculan con tradiciones indígenas prehispánicas. Un hito importante es el desentierro y el entierro del diablo de carnaval.
Tengo 5 años, mi padre me lleva de la mano, es de noche y caminamos entre una multitud de personas de todas las edades. Hace mucho calor, la gente grita, canta y se ríe, nos tiran harina y papel picado. Me asusto y mi padre me sube a sus hombros. Debajo de un toldo blanco una mujer coya golpea su caja y canta una baguala con los ojos cerrados, otras mujeres y hombres a su alrededor le hacen coro mientras se balancean hacia adelante y atrás, cada tanto beben chicha y aloja. Hay olor a empanadas. Mi papá es salteño y me está llevando a conocer las carpas de Salta en Carnaval.
En Córdoba son conocidos los carnavales de Barrio San Vicente que tuvieron origen obrero allá por el año 1895. Según cuenta Luis Carreño… el gobierno hacía el corso oficial en el Avenida Ancha, que le llamaban a la General Paz. Pero la gente se venía toda a San Vicente, era más fresco, más familiar, más emotivo y mucho más alegre. Venían de todos los barrios, no solo de San Vicente…
Los mismos carnavales de la República de San Vicente son revividos en el entrañable recuerdo del periodista Juan Carlos Toledo, quien evoca sus vivencias en las primeras décadas de siglo XX…
Ya se vivía el clima del carnaval: la República comenzaba a prepararse para los corsos. En los principales negocios la policía publicaba su "Edicto del Carnaval", con las normas para conseguir el permiso de disfraz y la reglamentación de las horas del juego libre con agua, para los sábados, domingos, lunes y martes de Carnaval de 10 a 17. La modalidad se extendía por uso y costumbre, al fin de semana siguiente considerado como el cierre del Carnaval.
Desde meses antes ya funcionaban a pleno las comisiones del centro vecinal, que laboriosamente se encargaban de organizar el corso que se extendía, por la avenida San Jerónimo, desde la Plaza Urquiza hasta la Plaza Lavalle. Nada se dejaba al azar y había que organizar el alquiler de los palcos en el centro de la avenida, por donde tenían la obligación de pasar las carrozas, las comparsas y las murgas que participaban del concurso en procura de los primeros premios.
Mi casa, antigua y humilde, tenía un enorme patio de entrada que después del mediodía se transformaba en el "fuerte de los varones" que se abastecían para arrojar sus baldazos de agua a las mujeres que tenían "su fuerte" en la vereda de enfrente.
También sobresalía cada noche, al cerrase el corso, el baile que se encendía en la pista del Jardín de las Familias. A la madrugada, ese bullicio se trasladaba a los distintos puntos de San Vicente y a los barrios cercanos con el regreso de las murgas y las comparsas que ya no sonaban tan estridentes, producto del cansancio y también de algún vinito de más.
En nuestra ciudad la música y el baile de cuarteto se han impuesto en las celebraciones carnavalescas, sumando un condimento típicamente cordobés al ritmo de las comparsas e incluso a las temáticas alegóricas de las carrozas. La alegría, energía y creatividad humorística de los cordobeses son una expresión auténtica de su cultura que encuentra en el Carnaval un motivo de inspiración.
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Para concluir
Desde aquellas celebraciones en la Grecia antigua hasta hoy, en todo el mundo el Carnaval es vivido como una fiesta popular, participativa, alegre, exuberante y en muchos casos liberadora. No ha perdido la esencia de aquellos rituales de las primeras civilizaciones donde la danza, el teatro y la música fueron y siguen siendo las formas que la humanidad elige para expresarse, para afirmarse en este mundo y conectar con otros más allá de esta dimensión. Tan ligadas al rito, a la celebración y al covivium la música, el teatro y la danza son parte de todas las culturas porque son intrínsecamente humanas; no es de extrañar entonces que el Carnaval en tanto acontecimiento cultural se exprese a través de ellas.
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