Consignas en la piel

En tiempos en que los tatuajes se han multiplicado como mensajes identificatorios de una clase social, de ciertos gustos musicales, incluso de pertenencia política, y también a propósito de consagrar un amor como imborrable, resulta difícil visualizar un tatuaje como una conexión con lo trascendente, si bien no faltan tatuajes religiosos de devoción, de agradecimiento y de protección. Alguna vez rechazados como un signo carcelario, de bajo fondo, o incluso como una declaración social provocadora, hoy el tatuaje se ha difundido en las huestes de adolescentes, varones y mujeres que se atreven a llevar desde un pequeño dibujo escondido hasta una cartografía tatuada en la extensión de la piel. Sin embargo, e independientemente del contagio cultural que los ha traído a la escena cotidiana, existen tradiciones muy antiguas como prácticas, casi siempre vinculadas a un signo de identidad, en tanto marcas del paso de la adolescencia a la edad adulta, entre otros usos. La religión cristiana, por ejemplo, puede dar cuenta de una tradición al respecto, incluso anterior, que los cristianos adoptaron y que muestra una continuidad en el presente. 

En este último tipo cultural de tatuajes se ha interesado el jesuita cordobés Gustavo Morello, autor de numerosas publicaciones y de quien se presenta en Córdoba el 18 de diciembre el libro Alma, Corazón y tinta, publicado por editorial Clarice. Morello, sociólogo de la religión, enseñó en la Universidad Católica de Córdoba entre 1997 y 2011. Actualmente reside en Boston. En el libro próximo a presentar, el autor explora el pasado y el presente de esa práctica, desde siglos, incluso milenios atrás, cuando el viaje a los sitios santos quedaba registrado en la piel, como prueba de devoción. Peregrinar a Jerusalén, a Lourdes o a Compostela, dejaba una huella en el cuerpo. Existe una tradición, en el sur y en el norte de España, en los lugares sagrados del cristianismo, que se han transmitido de familia el oficio de tatuador de peregrinos.

Gustavo Morello sugiere considerar a los tatuajes contemporáneos como "prácticas de sacralización", y ha estudiado sus diseños, significados y, en particular, en tanto declaración de pertenencia religiosa, la expresión de las identidades personales más profundas, cuya trascendencia está vinculada a un acto -el tatuarse- dedicado a la permanencia más allá del cotidiano.

"Ojalá que la gente vea este libro como una invitación a descubrir esta presencia de lo trascendente en nuestra vida cotidiana", expresa Morello referido a Alma, Corazón y tinta. La presentación se hará en el Museo Evita - Palacio Ferreyra, el 18 de diciembre, a las 18, donde el autor conversará con Guillermina Delupi.


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