Cartas pintadas unen dos Repúblicas

El pintor de La Boca, Ricardo Mitolo, y el sanvicentino Sergio Blatto se escribieron durante varios años hasta sumar, entre ambos, setenta cartas, todas y cada una obras de arte con textos y pensamientos sobre las dos "Repúblicas", sus respectivos barrios en Buenos Aires y en Córdoba.

Gabriel Abalos

Ricardo Mitolo y Segio Blatto
Ricardo Mitolo y Segio Blatto

En el Museo Genaro Pérez se puede visitar hasta el 15 de septiembre la muestra de los artistas Sergio Blatto y Ricardo Mitolo, curada por Sara Picconi, "71 Cañonazos dese a todos los vientos de mar y tierra…", que inauguró el pasado 11 de julio. Rodeadas de obras de maestros pintores de La Boca y de San Vicente, las cartas hacen patente un universo que amplía el diálogo entre el barrio portuario y el antiguo barrio vacacional del interior, cada cual con su fuerte identidad y con su historia.

La muestra dispone setenta obras centrales que son, a la vez, cartas que se escribieron entre sí, Blatto desde San Vicente, Córdoba, y Mitolo desde La Boca, Buenos Aires. El impulso de esa correspondencia y de esta muestra, se remonta a un documento histórico con buena parte de humor, fechado en "La Boca del Riachuelo, un 13 se abril de la era Quinqueliana de 1964". Se trata de una carta que firmaba "el Presidente Dictador de la República de La Boca", Victoriano Caffarena, dirigida a la "República de San Vicente", sellando la hermandad de dos barrios erigidos en "República" por voluntad popular; decretaba "…salva de setenta y un cañonazos al despuntar el día 15 de abril próximo", y ordenaba: "Comuníquese, dése a todos los vientos de Mar y Tierra y Archívese."

El hallazgo por Sergio Blatto de ese curioso documento llevó al plástico cordobés a buscar en La Boca a un corresponsal que se plegase al juego -seriamente artístico- de ir sumando carta viene, carta va, treinta y cinco misivas por lado hasta completar las "setenta salvas" que, con el manuscrito boquense de 1964 igualaran las setenta y una salutaciones. Ricardo Mitolo, artista de La Boca, de la misma generación de Blatto -ambos nacieron en 1962- respondió a la invitación al gran juego y se calzó la representación de su "República", para empezar a intercambiar con el sanvicentino una serie de páginas. Estas acabarían siendo una colección de textos poéticos, históricos, emotivos, sobre la identidad personal y local de ambos artistas, e ilustraciones que muestran la verdadera filigrana de talentos e inspiraciones que componen en espejo a los textos, de enorme delicadeza y valor artístico.

Los dos artistas plásticos sostuvieron esa fértil relación en el proyecto durante cinco años, desde antes de la pandemia, pero no se conocían personalmente hasta la inauguración de la muestra. Fruto de esos primeros encuentros en persona de Blatto y de Mitolo es la transcripción de esta entrevista a ambos, en un bar cordobés que recuerda a la flaca, triste y heroica figura  creada en la cárcel por la pluma de Cervantes. Fue un sábado de julio al mediodía, en el Paseo Santa Catalina, Dean Funes y Av. Vélez Sarsfield, frente a la casona Garzón hoy Museo Genaro Pérez.

¿Cuántos años de correspondencia sostuvieron, fueron tres, o más?

Sergio Blatto: No, fueron más, fueron cinco, porque empezamos con varias charlas telefónicas. Cuando me proponen el nombre de Ricardo, en el museo Benito Quinquela Martín, me dieron su teléfono y tuvimos la primera charla... Viste, uno cuando pega onda con las personas, vos te das cuenta... Al principio, por supuesto, está esa cosa de no conocerse, viste, pero después... Sí, yo lo sentí como que lo conocía de toda la vida, un viejo amigo. Yo creo que la clave estuvo que cuando yo hablé al museo Quinquela Martín, pedí que me contactaran con un artista de mi generación. Y coincidió, bueno, somos los dos del año 62, tenemos hoy 62 años, entonces vivimos cosas muy parecidas. Vivimos la historia del país, vivimos... el caso Malvinas, que sale siempre. Y yo creo, en estas cosas de contar historia, está bueno haberla vivido desde los dos puntos de vista.

Muchas veces los artistas suelen plantearse producir una serie, o desarrollar etapas. Este proyecto los unió en ese sentido ¿Cómo se pusieron de acuerdo en la metodología de trabajo?

Ricardo Mitolo: Sergio ya tenía todo en su cabeza, ¿no? Como él cuenta, ya cuando descubrió la carta tenía el proyecto en la cabeza. Y creo que cuando me lo pasa a mí, en forma verbal, obviamente, yo le hacía preguntas, para entender más o menos cómo iba a ser esto. Era un desafío, realmente, pensar treinta y cinco textos con treinta y cinco cuadros, digamos, dentro de ese proyecto. Sergio pensó en la carta original y treinta y cinco por cada uno de nosotros, por los setenta y un cañonazos. Y bueno, era todo un desafío para mí, porque recién hablábamos de cómo trabajar, si uno trabaja en serie. Yo, como pintor, no trabajo en serie. Yo salgo a trabajar afuera y hago una cantidad de obras y después, si salgo a una muestra, el curador verá y de los 40 quedarán 20 y así. No, no trabajo en serie. Entonces, para mí era un desafío. Yo soy muy libre para trabajar. Pero también muy básico en este aspecto, de la pintura de antes, salir a pintar. Sergio tiene otra formación y tiene otra visión del arte. Pero bueno, era un desafío y la verdad que me gustó. Nosotros lo charlamos mucho por teléfono y siempre íbamos ajustando, ¿no? Medida de hoja, todas esas cosas, lo que en verdad fue muy interesante.

Sergio Blatto: En las charlas nos contábamos la diaria, empezábamos por ahí para conocernos. Como si nos sentáramos, digamos, en un bar, entonces empezábamos hablando, justo había coincidencias en muchas cosas. Nuestros padres: él cuidaba a su madre, yo tenía a mi padre que tenía como la misma edad, por eso es importante la edad. Porque nuestros padres tenían la misma edad y tenían los mismos problemas. Nuestros hijos también tenían la misma edad, hablábamos de los matrimonios, hablábamos de política, hablábamos y después entrábamos en el arte, qué considerábamos, nuestras experiencias. Eso era la previa. Después en el trabajo de las cartas, digamos, fue como el cierre de la cuestión. Pero había que conocerse, porque le podríamos haber dicho, che, loco, hacéte 35 cartas. Y no era el caso.

Ricardo Mitolo: Si uno las pone en orden, las puede leer como un diálogo. Hay como una conversación digamos, que por ahí cambia de tema...

Sergio Blatto: Me parece que largamos en el momento justo a escribir las cartas. De todos modos, llevó cuatro años, o sea... Si uno ve la fecha, no era decir, che, te escribo una y otra y una. No, nos tomábamos nuestro tiempo. Era como en el mes, yo empecé con la primera y él me contestó en esa. Pero a la vez él me contaba alguna cosita, entonces yo le preguntaba. Y así se fue dando. Después no hablábamos de las cartas, la mayoría de las veces, sino de nosotros. Era un diálogo casi diario, como un amigo. Digamos que yo creo que ideológicamente estamos en común en muchas cosas. Eso ayudó mucho. Porque era como subirse a un tren y arrancar. Ahora, si hubiésemos estado, entre comillas por supuesto, en bandos opuestos, ahí sí, por supuesto, en el respeto, hubiésemos dicho: bueno, este tema no se toca. Pero bueno, no, no fue así. Era haber subido un tren y empezar una charla de cuatro años.

Quería preguntarles sobre la presencia de lo popular, digamos, en La Boca, en San Vicente y, por supuesto, en la obra.

Ricardo Mitolo: Bueno, es muy parecida. Son dos repúblicas, digamos, muy parecidas, tanto en el proyecto social, como en el caso de los trabajadores, y todo eso, y en la diversión también, ¿no? Porque Sergio me contaba que se declara república cuando les prohíben hacer los festejos de carnaval, y en La Boca pasó algo parecido, antes hubo otros problemas, pero también en la época de la dictadura, y lo primero que se prohibió fue el sistema de los carnavales, exactamente, y se volvieron a hacer las agrupaciones que eran casi centenarias, porque ya las agrupaciones de carnaval se volvieron a juntar y volvieron a salir a las calles con la música y todo eso, cobró de nuevo una fuerza... Las dos nacen de una resistencia a algo, ¿no?

Veo en Ricardo un componente nostálgico cuando hablás de La Boca... En tu caso, Sergio, ¿está ese elemento de interés por el pasado, en relación a San Vicente?

Sergio Blatto: No, no, digamos... Este proyecto te hace volver a vivir, pero me parece que él siente más nostalgia, porque él nació en La Boca, pasó toda su infancia ahí. Yo a mi infancia la viví en otro lado, en Río Tercero, donde nací en el sesenta y dos, y en el ochenta y dos me vine a Córdoba a estudiar, viví en Alberdi los primeros años, en el ochenta y nueve me casé y me fui a vivir a San Vicente. Mis tres hijos nacieron en San Vicente. Ahí ya me quedó mi casa taller y me gusta el barrio, pero no lo vivo como una nostalgia. Sí escucho a los vecinos que tienen como la misma apreciación de Ricardo, ¿no? Yo... está bien, del ochenta y nueve a hoy son más de treinta años... viví más en San Vicente que en Río Tercero, pero no, lo vivo como a diario. Cuando recién le decía a Ricardo de las cosas en común entre él y yo, por ejemplo, yo en una carta le hablé de las curtiembres, de los olores, y bueno, y él dice yo viví lo mismo. Y yo al vivir en una calle de mucha pendiente, que es Ramón Ocampo, y las inundaciones cuando llueve, y bueno, ¡qué le voy a hablar a él, que vive en La Boca!, ¿no? Entonces nos íbamos diciendo sí, yo lo viví. O sea, no nos contábamos cosas nuevas, extrañas.

Ricardo Mitolo: Bueno, eso está relacionado mucho con la inmigración italiana, ¿no? Mi papá llegó en el año 39 al país, de Molfetta, de Bari. Y ayer un poco en la muestra explicábamos eso, ¿no? De que cada lugar de Italia traía consigo sus costumbres. Entre ellas muchos, el tema de las procesiones y todo. Y cada uno tiene su santo y qué sé yo. Mi papá falleció en el año 86. Y yo me quedé con un portadocumento de él, donde llevaba las cosas. Y cuando una vez lo abrí encontré esa estampita de estos santos, San Cosme y San Damián, ¿no? Y bueno, fue un pretexto también para una de las cartas contarle a Sergio un poco lo de esta estampita. Y ahí se enlaza que voy hacia un lugar y voy caminando por un lugar. Y entonces le voy contando cosas del barrio. Lo que hablábamos recién del tema de la nostalgia, por ahí, de la Boca anterior, es que la Boca ha sufrido una transformación feroz. No es el mismo barrio que conocimos nosotros. Se ha modificado hasta lo que es toda la costanera de la Vuelta de Rocha, pero por una cuestión de que se hizo una obra muy grande que fue el desborde de lo que era la sudestada del Riachuelo, ¿no? Que por un lado favoreció, pero por el otro cambió toda la fisionomía del barrio. Los incendios han llevado todas las casas de chapa, de madera. Entonces, ante esa pérdida uno va diciendo, che, por donde yo caminaba esto no está más, no está más, no está más, o está modificado, o tiene otro aspecto. Está relacionado al cambio, como hablábamos recién, social, político, todo, ¿no? Creo que esa es un poco la nostalgia, el haber conocido una cosa y hoy nos encontramos con una cosa totalmente diferente.

¿Por eso vos buscás un poco el refugio, y el testimonio de la naturaleza?

Ricardo Mitolo: Sí, yo tengo obras del año... de los ochenta, de los noventa, donde todavía estaban las grúas y todo eso que era típico del barrio, ¿no? Conventillos, casas. Esa parte, esa obra quizás refleja un poco ese barrio. Y hoy lo que veo no me da, no me interesa. No me gusta pintar el cemento. Entonces busco como refugio, tengo ahí en la costanera sur una reserva ecológica y yo estoy más en contacto con la naturaleza. Yo me planto ahí solo, con el ruido de los pájaros, el viento, como les cuento en las cartas también a Sergio cuando le envíe una, que yo necesito de esas cosas. Es una necesidad agarrar la caja de pintura, salir, bien o mal, el cuadro no importa, pero ya todo ese proceso de agarrar la caja, pensarlo y estar en el lugar, olores, ruidos, todo eso ya me pone en contacto con otra cosa.

Sergio Blatto - Carta 3 - Casa de hierro Gustav Eiffel
Sergio Blatto - Carta 3 - Casa de hierro Gustav Eiffel
Ricardo Mitolo - Carta 3 - Aquí también tenemos hierro
Ricardo Mitolo - Carta 3 - Aquí también tenemos hierro

¿Sostuvieron realmente la ceremonia de enviarse las cartas por correo?

Sergio Blatto: Lo hicimos todo a través del mail, la única correspondencia, que ahí la tengo, guardada, fue cuando recibí toda la obra de él, que venía por correo argentino. Fue por una cuestión económica: imposible hoy enviar una carta. No, no, económicamente, una, lo hacemos, la mandamos... ahora, setenta... era una fortuna y bueno, por ahí uno dice, no sé, es mi criterio, apliquémoslo sobre el material: compramos un buen papel, qué sé yo, vamos por la inversión. Y aparte, sin perder de vista que somos contemporáneos, nosotros hemos trabajado siempre con el concepto: concepto carta, pero hoy, ¿qué es la carta? Es el mail, como decir, el diálogo, la conexión, la correspondencia, y el mail sigue guardando esa cosa de personal, yo te lo mando a vos. Eso, después si vos lo querés hacer público, igual que la carta, mirá lo que me llegaba, pero nosotros vivimos, sabíamos lo que era una carta. Yo siempre me acuerdo de las cartas que él le mandaba a su familia desde la guerra de Malvinas, ¡eso es valioso! Yo, buscando, encontré las cartas que yo le mandaba a mi mamá, cuando estudiaba, de Córdoba a Rio Tercero, porque no había teléfono. Ahora vos fíjate, porque vos se la mandabas a tu mamá, a las cartas, esta cosa del hijo varón y la figura de la madre, y que nosotros cuando hablábamos, por ejemplo, para nosotros era una presencia importante, por ejemplo, para entender esta cosa de la comunidad, cosas de acuerdo. Cuando él habló recién de su forma de trabajar, que es ir a la naturaleza, yo no lo hago, y en una de las cartas nos contamos eso. Lo que para vos es el paisaje, para mí es el cuerpo humano, yo siempre he trabajado con las figuras, y esa cosa que vos decís, bueno, el canto, el silencio, el viento, es lo que yo trato de descubrir en un cuerpo, buscar en las pequeñas formas, entonces de esa manera trabajábamos. Yo creo que es lo interesante, y lo bueno, que no veníamos ni de la misma escuela, ni hacíamos cosas parecidas, ni nada. Eso es lo importante, la diferencia en la parte plástica.

Ricardo Mitolo: Bueno, recién Sergio hablaba de recibir la carta y escribir la carta, de esa época de cuando uno era chico; yo conservo todas las cartas que envié y que me enviaron, mi mamá guardó las que yo le mandaba y yo guardaba las que recibía. Hoy las tengo a todas y, entre ellas, de la época de la guerra, hay cartas censuradas, hay cartas abiertas... abiertas. Bueno, eso yo cuando lo presento en las escuelas, que por ahí uno va a charlar, hay que explicarles a los chicos que una carta abierta era como que hoy a uno le saquen el teléfono y le miren quién le escribió un whatsapp o quién se comunicó, era una cosa media violenta. Bueno, pasando en limpio esto, a través de la comunicación, un poco volviendo a esto del ida y vuelta con Sergio, en el medio hubo emociones, como decía, el transitar la vejez de nuestros padres, falleció mi mamá en el transcurso del envío de este trabajo, el papá de Sergio también, por eso hay muchas cosas en común que hicieron a todo esto. Y en las cartas, por más que uno las lea en forma distinta, sin la correlatividad, por ahí pasan emociones, pasan un montón de cosas. Vida, ¿no? Pero que al leerlas uno se da cuenta, ¿no? Porque también hay una historia, hay un pasado. Y ahí está eso también, o sea, que en la parte literaria también se puede rescatar lo que con la plástica también está ahí latente. Se habla de nuestro perro, se habla del perro del vecino, de un montón de cosas, de vecinos nuestros, de casas, eso, en fin, es eso.

Justamente quería preguntarles sobre la parte literaria. Las cartas además de obras artísticas, tienen palabras también, ¿no? ¿Cómo se llevaron con el tema de la escritura? Incluso con el hecho de traspasar la escritura manuscrita al papel de la obra, ¿no?

Ricardo Mitolo: Bueno, a mí yo soy un humilde escritor, para mí también, ¿no? O sea, a mí me gusta mucho escribir. Es la práctica, digamos. Sí, nada, lo tomé como una cosa escribiendo. Empecé a escribir cuentos breves, relatos breves. Así que, cuando él me planteó hacer el cuento de escribir, no me fue problema, porque podría ser un problema. Hay gente que no se puede expresar, no sabe cómo expresarse. Eso, entonces, yo lo descarté. Para mí no era problema. La ilustración, mala o buena también, podía llegar a ser, se podía ajustar. Y el hecho de escribirla es como volver un poco a esa cosa que hablábamos recién, primitiva de la carta, ¿no? Che, le dije, Sergio, esta es mi letra. Me dijo, no, no, me gusta, está buena. Porque está muy claro, al no ejercitarla, puede haber una letra horrible, puede pasar, ¿no? Entonces, ¿cómo se hace? Bueno, no fue mi caso. En eso me llevé muy bien. Y ahí, como decíamos antes, uno también vuelca un montón de cosas en la escritura, no solo en la plástica, también en la escritura. En mi caso, por lo menos. Y a Sergio creo que le ha pasado lo mismo.

Sergio Blatto: Sí, yo igual, a mí me gusta escribir. No me considero un escritor, siempre escribí para mí. Me gusta mucho la poesía, yo siempre voy guardando, yo llevo muchos una bitácora. Carpetas y carpetas de bocetos, escritos, noticias de diario, recorto y pego. Todo eso es lo que produce mi obra. Yo como tengo una letra muy fea. Yo sabía que me iba a arruinar la obra. Así que fue también un trabajo de investigación encontrar un calígrafo. Que ya casi no hay. Y encontré un personaje divino, que le gusta el arte, orfebre. Entonces, pegó, él asumió, así, junto conmigo, el proyecto. No era decir, lo escribo. Nos juntábamos, yo le mostraba la obra, poníamos hoja transparente arriba, y diseñábamos dónde escribir. Bueno, él, y estaba anoche, en la inauguración, estaba tan contento. Se sentía parte de esto, ¿no? Así que también haber conocido gente a través de esto es otra experiencia.

Se puede decir que las obras de "Setenta y un cañonazos" están muy bien acompañadas en la exposición, ya que se muestran también obras clásicas de grandes maestros de ambos barrios, ¿no?

Sergio Blatto: Sí, sí, sí. Bueno, convocamos a una curadora, Sara Picconi, para que nos ayudara en el proyecto. Nosotros estábamos metidos en nuestras obras, en nuestro trabajo, pero la muestra va acompañada por Maestros de La Boca y Maestros de San Vicente, que estuvieran en las colecciones oficiales, el Museo Cárafa y el Museo General Pérez. Entonces ella realizó todo el trabajo de investigación. Y después, en el montaje, si uno la va a ver, no es una muestra común, que eso ya sobrepasa nuestra obra. Es como el recorrido de las personas y los textos, porque es una muestra con mucha historia, no es una muestra de colgar cuadros. Cada cuadrito que está puesto ahí está elegido, está detrás de una investigación. Por ejemplo, hay un aguafuerte de Quinquela Martín dedicado a Malanca, pero eso estaba en la casa de Malanca, en la casa de la familia, en San Vicente. Entonces, en los recorridos... ¿En San Vicente? En San Vicente. Y tan gentilmente la familia la apreció. Eso tenía que estar, porque eso para mí, la carta viene a través de esta unión. No había otra manera. La carta de 1964, Malanca, empiezan con esto de la República, si bien fue en el treinta y dos la revolución, fue en el 63. El primer decreto revolucionario fue en el 64. Eso para mí le cuenta. Y entonces, más al lado de la boca, más en la carta. Es mi teoría. La familia Malanca es de San Vicente. Y hay una cena en el 63, una cena de aniversario de la escuela Bedoya. Entonces, cuando están comiendo, está Malanca, por supuesto Vidal, el jefe de policía, el cura, como se usaba antes, las fuerzas vivas. Entonces dice Malanca, retomemos, refundémosla. Porque todo lo otro había quedado como en una teoría, en el 32. Ese día, el 8 de febrero, que todo el mundo, meter preso a una familia, van 500 personas, lo sacan, y cuando vuelven, gritan, viva la revolución, viva la República de San Vicente. Casi matan a Seba García. La familia iba en su auto, festejando, porque sí, eso sí o sí. Y un policía lo apunta. Entonces, lo llevan preso a los dos, al policía. Entonces, no es una cosa tan sencilla. No es jocoso. Y bueno, Malanca, después, en el 63, dice, bueno, fundemos la república, pero institucional. Ahí dan los ministerios. Por eso lo nombramos a Malanca.

Ricardo Mitolo: Y hay que destacar algo, que en esa época había mucha relación de amistad de Quinquela con los pintores del interior también. Y no olvidemos que Quinquela pasó una temporada, acá creo que fue en el año 15, tratándose una incipiente tuberculosis que tiene. Y hay mucha obra de acá de Córdoba que ha desaparecido de Quinquela. Pero cuando Quinquela forma esto del museo y todo esto, se relaciona mucho con los pintores. Tiene mucha relación con Malanca. Allá en el museo hay varios Malanca de Quinquela. Así que no es raro que se hayan comunicado, che, Benito, mirá, estamos en este plan, pasó esto, ¿no? Yo creo que tiene su relación con lo que aportabas recién, Sergio.

Sergio Blatto: Mirá qué interesante. No sabía que había estado Quinquela en Córdoba. Es una punta como para investigar.  

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Material Complementario:

- Enlace a la Hoja de Sala Digital de la Muestra (con ilustraciones, documentos e historia)

- Imagen de la Carta de Hermanamiento de Repúblicas



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