Poetas en acción / Qué son los Bosques de la Poesía

Fundamentos y los primeros pasos

Una antigua y firme tradición sostiene que, entre otras cosas, los poetas fueron y son visionarios anticipadores del futuro: sea este bueno o malo. Férreos sostenedores, desde siempre, tanto de utopías como de distopías, muchas veces cumplidas. Sobran ejemplos además (así lo testimonian poemas y canciones populares) de que, si desde temprana edad hemos aprendido, muchas veces jugando, lo que siente o dice un árbol, un río, una montaña, fue gracias a ellos, a sus creaciones, a su clarividencia poética.

En plena pandemia y proliferación de incendios, en el 2020, a partir de la iniciativa de Leopoldo "Teuco" Castilla y junto al poeta carlospacense Pedro Solans, nos propusimos la acción concreta de generar en cualquier pedazo de tierra disponible de cualquier rincón del país, espacios que restituyan ejemplares del bosque nativo y, al mismo tiempo, que ayuden a regenerar una forma artística en riesgo, como es la poesía; además, a que funcionen como lugares de reunión a cielo abierto (las reuniones en espacios cerrados no se permitían) para el vecindario, los estudiantes y los artistas en general.

A las invitaciones públicas a adherirse que formulábamos desde el grupo inicial -con el tiempo se sumaron incontables poetas de diferentes lugares- se sumó la necesidad de generar herramientas imprescindibles para cambiar, o al menos atenuar, tanto daño y agresividad a la naturaleza. Teníamos como ejemplo el antecedente de Ecuador, luego también lo que estableció Bolivia, para intentar la concreción de una ley que declarase a la naturaleza sujeto de derecho: proyecto de Ley Nacional que pudimos elaborar y que a fines del 2023 finalmente ingresamos al Congreso de la Nación. Y en eso estamos actualmente: no solo escribiendo sino generando acciones junto a nuevos fundadores que se sumaron y nos acompañan, para sostenernos y ampliar la presencia de Bosques de la poesía como lugares y actos concretos no solo de visibilización sino de remediación de la naturaleza física, por así decirlo, y de la naturaleza de los lenguajes con los que ella se expresa, incluyendo el lenguaje verbal humano, del cual el poeta es su ecólogo. Lo anterior, dicho desde un (polémico) concepto de cultura no como lo otro de natura, sino como una prolongación más, debido a que comparten un mismo código energético que atraviesa y vincula la totalidad del universo, solamente separado por diferentes estadios o momentos: uno de los cuales sería la cultura y sus diferentes manifestaciones.

Para poder llevar a cabo el proyecto, las comunas y los municipios -Carlos Paz en primer lugar- pusieron a disposición predios con infraestructura y seguridades básicas para plantar especies nativas, transformando de ese modo a los espacios en lugares simbólicos y de actividades artísticas y culturales para todas las edades, incluyendo especialmente al alumnado de los diferentes niveles educativos. Como toda práctica artística, la poesía es la más sensible antena social para captar y verbalizar lo que cada época o grupo humano siente y necesita. La cultura y la poesía no son lugares cerrados y autosuficientes, como –a veces- y para que no nos involucremos, muchos quieren hacernos creer. Lo que en esto mismo momento está sucediendo en el país, con la gente de arte, ciencia y cultura padeciendo el abandono y protestando en las calles, es un ejemplo de que se trata de potentes dispositivos socializadores y de pensamiento, que permiten que los seres humanos seamos esto: personas que pensamos, sentimos y actuamos para crecer, para madurar libremente –como las plantas, como la naturaleza- para entregarnos solidariamente en frutos mejorados y nutricios.

Los Bosques de la poesía también quieren decirnos que los poetas y los artistas -seres sensibles si los hay- además de las obras artísticas que intentamos, en esta época que nos está tocando vivir no tenemos otra alternativa que reaccionar con actividades concretas, reponiendo lo destruido y revalorizando lo que significa para el hombre la naturaleza: fuente de medicina y alimentación, física y espiritual.

El Bosque de la poesía también viene a recordarnos que la verdad suele estar más cerca de lo que creemos: como en las simples verdades de la Madre Tierra, el mito más extendido de nuestra América Latina. Y que la "ley" a seguir es la de la diversidad (no la práctica de monocultivos con resultados como la sojización que hoy estamos viviendo, por más dinero que dé) respetando la lógica universal que hace que cada especie, cada simple yuyito del monte exista respondiendo a la propia inteligencia de la tierra y de cada entorno, de cada paisaje. Eso no puede ser sustituido porque sí, por lo que dictamina el logos racionalista humano, hoy encaminado a la acumulación de riqueza y poder. Es la variedad, la diversidad, lo que hace que la naturaleza, la humanidad misma, sea más fuerte y más fértil; lo cual también vale por supuesto para la diversidad lingüística.

Algo que también se procuraba al plantear el proyecto, era alentar una salida del poeta, del escritor, hacia su entorno natural. Porque se tiene la idea de que los escritores debemos encerrarnos en nuestros cuartos a pensar y a escribir. Y esa es una imagen histórica que si bien encaja con la personalidad ensimismada del escritor, quisiéramos contribuir a modificar -aunque sea en escasa medida- ofreciendo el Bosque como un recuperado y más oxigenado espacio de creación y reunión. Creo que ha llegado también la hora de reconocer, al pie de cada ejemplar autóctono restituido (que es otro de los principales objetivos del proyecto) los nombres tanto de los poetas olvidados de cada lugar, de cada región, como la de quienes se dedicaron a publicar o difundir poesía: tal el caso del editor Alberto Burnichon, con cuyo nombre se bautizó al Bosque que recientemente se creó en el Jardín Botánico de Córdoba. Del mismo modo, se trata de incentivar a los escritores a que salgan de sus casas y vuelvan a escribir al aire libre; o que al menos digan sus creaciones -a viva voz y democráticamente- en espacios abiertos. Ya lo vienen haciendo, pero en el aire virtual de las redes; y lo que necesitaremos (social y humanamente) es el contacto directo con los dueños, con los hacedores de palabras, que, en definitiva, son los principales hacedores de los idiomas.

El hecho es que a pocos días de nacer este proyecto se concretaron las cesiones de predios para la creación de bosques en las provincias de Córdoba, Mendoza, Catamarca, La Rioja, Salta, Santiago del Estero, Entre Ríos, Tucumán, Misiones, Formosa, Chubut, Tierra del Fuego y Buenos Aires; y al poco tiempo en España, Perú y Colombia (próximamente México) lugares a los cuales nuestros poetas llevaron la propuesta, favorablemente acogida. Hasta el presente se ha fundado medio centenar de Bosques de la poesía.

Experiencias similares que deben considerarse precursoras de nuestros Bosques son las que se llevaron a cabo hace algunos años, también por iniciativa de Leopoldo Castilla, en Nueva Esparta y Arizmendi, en Venezuela y en Huánuco, Perú; pero fue aquí, en nuestro país y en plena pandemia Covid, en donde con el nombre de "Bosques de la poesía" finalmente fructificaron y se multiplican permanentemente: "Ante la devastación del planeta: para que los Bosques de la poesía nos devuelvan la Poesía de los bosques…" según poéticamente lo expresó en nuestra consigna el Teuco Castilla.

La iniciativa rápidamente recibió y cuenta con el apoyo de un sinnúmero de agrupaciones e instituciones, como la Institución Cervantes, Academia Nacional del Folklore, la Sociedad Argentina de Escritores, la Fundación Manuel J. Castilla, Fundación El Abra, Fundación Mempo Giardinelli, PEN Argentina, fundación Martí de Cuba y Otoño Cultural de Huelva (España); sin contar el obvio apoyo de los entes gubernamentales que hacen posible y acompañan las diferentes fundaciones.


Aldo Parfeniuk y el Bosque de la Poesía de Carlos Paz
Aldo Parfeniuk y el Bosque de la Poesía de Carlos Paz

Los Bosques y el lenguaje

Los iniciadores del proyecto consideramos que recrear el bosque nativo y la flora autóctona de cada región, acompañando a la naturaleza a conservar su integridad vital, era hacer algo a semejanza de un aspecto central de la función de la poesía dentro del lenguaje: sostener y enriquecer la vida natural de las palabras, según sería lo propio de su dinámica de ser lo otro de los excesos y patologías producidas por el desgaste y los usos tóxicos de las palabras. Usos que reconocen tanto en el palabrerío vacuo cuanto en la mentira, las principales fuentes en las que abrevan, al tiempo que fortalecen y diseminan, los dictadores, los malos políticos y los malos publicistas: la campaña llevada a cabo por el actual presidente de nuestro país en las últimas elecciones presidenciales es un lamentable ejemplo bien a mano: pocas veces se despreció y malversó públicamente el lenguaje de los seres humanos como él lo hizo: hasta los límites de recordarnos lo que George Steiner decía sobre el nazismo alemán, acusándolo de destruir el idioma. Hasta el punto de obligar a poetas y escritores a escribir en otros idiomas.

En el caso de la poesía, en tanto poiética, es decir en tanto palabra creadora, cabe también resguardarla como el origen natural de las lenguas e idiomas: Dante es el italiano, Shakespeare el inglés, Pessoa el portugués o Hernández el castellano-argentino. Lo dicho hasta aquí, por lo tanto, permitiría afirmar que la poesía es la expresión ecológica del lenguaje, y el poeta su ecólogo. Además, en la selva del lenguaje y la literatura, la poesía quizás también sea, hoy por hoy, una especie en riesgo de extinción, por lo que sí o sí hay que defenderla. Por supuesto, no se pasa por alto el hecho de que los poetas en general son quienes nos hablaron por primera vez de selvas, montañas, ríos o mares, permitiéndonos conocer lejanos lugares del planeta sin movernos de nuestro hogar. Sin embargo no se crea que el proyecto propone un programa temático de escritura, de creación poética. El poeta es un ecólogo de las palabras no porque sus poemas hablan o deben hablar del paisaje, la naturaleza, el deterioro ambiental, etc. Tampoco porque participa activamente en agrupaciones ambientalistas; lo que lo haría ser en todo caso un poeta ecologista…

El poeta es el ecólogo del lenguaje fundamentalmente porque es quien mejor conoce y maneja sus recursos de la manera más eficaz y sin producir entropía (pérdida de energía, sobrantes, redundancias, equívocos…) Sus capacidades -las del poeta- se originan tanto en el estudio como en su sensibilidad lingüística: eso que también suele llamarse genio, talento, intuición… Podría también decir que es quien sabe oír y traducir y respetar el logos de la naturaleza, de sus ejemplares (un astro, un árbol, un animal, un ser humano...) hablando no sobre ellos sino desde ellos. El poeta en tanto ecólogo intenta sustraerse al logos de la racionalidad propia de una modernidad que sostiene el progreso ilimitado de las fuerzas de la productividad. El afán de crecimiento y desarrollo de la humanidad que nos ha llevado al punto en el cual hoy estamos se fundó en el Iluminismo de la Razón: y así nos va… La supremacía del logos humano (occidental, acumulacionista, tecnocrático…) cambió los ejes del sentido mismo de la vida, haciendo del planeta una factoría que nos trajo hasta la actual situación de tener los días contados.

Bosque de la poesía (Diario de Carlos Paz)
Bosque de la poesía (Diario de Carlos Paz)

Diversidad y sostenibilidad

Conceptos como el de desarrollo sostenible (en ecología), y prácticas como la de la poesía (en lenguaje) permiten establecer comparaciones fructíferas a la hora de fundamentar la creación de nuestros Bosques…. De cualquier manera, cabe advertir sobre muchos casos en los que, hablando de desarrollo sostenible y, aun cuando se trata de una noción potencialmente dirigida a resaltar los límites y consecuencias de un productivismo y consumismo descontrolados, ciertos discursos que usan el concepto argumentalmente se han encargado no sólo de desactivar potencialidades y aspectos conflictivos, sino de utilizar los discursos como pantallas de prácticas abusivas y/o tóxicas.

Por otra parte es innegable que la sensibilidad del poeta en tanto artista, es clave para oír a la naturaleza más allá de lo que obtienen -a veces forzándola- los investigadores de las ciencias del agua, el aire y el suelo. (1)

Sobre la pertinencia del préstamo retórico-cognitivo entre ecología y poesía, también cabe recordar de qué modo la terminología propia de lo ambiental ha permitido no sólo llamar la atención sino describir satisfactoriamente muchos de los desequilibrios lingüísticos que se dan en el mundo a nivel idiomático. Del mismo modo, es común ya referirse a ciertas prácticas informáticas en términos de migraciones, relaciones amigables y entornos dóciles. Davil Crystal, en su libro La revolución del lenguaje, habla del predominio global del inglés sobre un gran número de idiomas y dialectos minoritarios y advierte sobre el daño que ocasiona a la biodiversidad lingüística (y por ende cultural); de modo parecido a como la sojización agraria perjudica la biodiversidad biológica. Asimismo, en esa obra de Crystal, el prologuista Enrique Bernárdez aporta varios ejemplos que advierten sobre la necesidad de proteger a las lenguas en extinción. Aunque suene anecdótico, allí refiere un hecho elocuente: recuerda la conducta de los indígenas de las islas Andamán ante un tsunami que nunca habían experimentado directamente: "Según parece, sus tradiciones mítico-legendarias contenían información sobre la conducta a seguir si el mar se retiraba más atrás de lo habitual: correr a los lugares más elevados del centro de las islas" (Crystal p.60). Efectivamente: la desaparición de lenguas conlleva la desaparición de experiencias humanas, la desaparición de culturas enteras; lo mismo que sucede en el reino animal con relación a las especies. Bosque y poesía (de manera especial el bosque nativo y las lenguas naturales) están hoy hermanados por un estado de emergencia tanto ambiental cuanto lingüístico, como nunca antes aconteciera en la historia de la humanidad. Estamos en pleno tránsito de la Era del Antropoceno.

Por último. En tren de ampliar posibilidades de pensar un poco más allá, metaforizando con el crecimiento y la maduración, podemos establecer una analogía entre las plantas y las palabras que crecen artificialmente, y las que lo hacen naturalmente; también podríamos hacerlo comparando las calidades de las que crecen abonadas artificialmente o en invernaderos y las que lo hacen en sus suelos naturales, incluyendo los trastornos que puedan ocasionarles eventuales perturbaciones propias de los ciclos de la naturaleza.

Como trasfondo de la necesidad de concretar un proyecto como el de los Bosques de la poesía, además de sentirlo como una necesidad y un aporte desde mi condición personal de poeta, también lo consideraba importante en tanto docente-investigador (de Antropología Cultural y Teoría y práctica de la investigación, en la Facultad de Lenguas de la UNC) y organizador, entre los años 2008 y 2015, de cinco Jornadas Internacionales denominadas Ecolenguas, en las cuales se presentaron una buena cantidad de trabajos sobre múltiples aspectos de las relaciones entre ecología y lenguaje. Como una simple anécdota de aquella movida recuerdo que con la por entonces decana de Lenguas, Silvia Barei (también reconocida poeta) logramos que nuestra Facultad fuera la primera "Facultad respetuosa del entorno ambiental" de la Universidad: iniciativa luego adoptada por otras facultades.

(1.) Por tratarse de un término multívoco, en ocasiones naturaleza puede entenderse como physis: "la substancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres naturales" (según lo pensaron varios presocráticos); "aquello a partir de lo cual la cosa se genera" (Aristóteles); "la totalidad de las cosas corpóreas" (Platón) o, más acá en el tiempo: "el saber absoluto como saber de lo otro" en palabras de Hegel. De cualquier manera cabe recordar que Raymond Williams, autor del clásico The Country and the City (El campo y la ciudad, 1973), señaló que "naturaleza" es quizás uno de los más complejos términos de nuestro lenguaje y que una historia completa de los usos del término implicaría una historia de gran parte del pensamiento humano.

“Bosque de la Poesía” en el Jardín Botánico de Córdoba
“Bosque de la Poesía” en el Jardín Botánico de Córdoba

Sobre la naturaleza como Sujeto de derecho

La idea de trabajar desde el sistema literario, más precisamente desde la poesía, en un proyecto como el de los Bosques de la Poesía también tuvo la aspiración de que finalmente en nuestro país se declarase -por ley- a la Naturaleza como Sujeto de derecho, para lo cual trabajamos estrechamente con especialistas en el tema, como el ex Juez de la Corte Suprema Dr. Raúl Eugenio Zaffaroni y juristas y abogados especializados en tal cuestión, como Gina Chávez, de Ecuador (país precursor de dicha legislación), el sociólogo Juan Pablo Olson Argumedo, y los abogados Federico Casiraghi y Gustavo Caramelo entre otros. Al presentarse en el Congreso de la Nación, en el octubre último, el portavoz de los Bosques de la poesía fue el poeta Leopoldo Teuco Castilla.

De tal manera, a mediados de 2022, y en gran medida a partir de la puesta en práctica de los Bosques de la Poesía, la senadora nacional Nora del Valle Giménez elaboró la propuesta de ley sobre los derechos de la naturaleza -formalmente ingresada al Congreso- y que fue presentada públicamente el miércoles 30 de agosto de 2023 por la Senadora Giménez, el Dr. Raúl Zaffaroni, el sociólogo Juan Pablo Olsson Argumedo, el poeta Leopoldo Castilla y el abogado Federico Casiraghi.

En tramos de sus Fundamentos, refiriéndose a la actual crisis ambiental, allí se manifiesta: "Dicha crisis obliga a buscar respuestas y nuevas soluciones que permitan trascender nuestra actual visión antropocéntrica y alcanzar un paradigma socio-biocéntrico que priorice el respeto y el cuidado de la vida de todos los seres y el equilibrio de la Madre Tierra o Madre Naturaleza. Promover y reconocer los Derechos de la Madre Naturaleza no supone la idea de una naturaleza virgen o prístina, sino propiciar el respeto integral por su existencia, impulsando una filosofía del cuidado que permita el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, su estructura, sus funciones y procesos de evolutivos. Se trata de pensar a la Naturaleza no como un objeto externo a los seres humanos, a ser dominado y explotado, sino como un sistema de vida que nos contiene. Es por ello que necesitamos promover un paradigma jurídico que reconozca su calidad como sujeto de derecho, considerándola una entidad viva, compleja, dinámica, y diversa". Si cabe agregar alguna más de las tantas razones y diagnósticos que reclaman acciones concretas, se sugiere que, dada la acción antrópica como causante principal del fenómeno del calentamiento global, hay expertos que afirman que estos hechos marcan el fin de la era del Holoceno, ya que el cambio que ha experimentado la Tierra es tan profundo que se ha iniciado una nueva época geológica: la Era del Antropoceno, caracterizada por la radical transformación de los ecosistemas terrestres debido a la actividad del ser humano.


Nació en 1945 en Villa Carlos Paz, Córdoba, Argentina, donde vive. Poeta, ensayista, crítico literario, docente universitario. En poesía publicó -entre otros-: Provincia verde y espinosa (1991), Los días verdaderos (1999), Un cielo, unas montañas (1996), Por donde sube el cielo al cerro (2010). Su último libro de poemas se titula Un poema no debe hablar (Alción, 2014) y Un hombre canta (nudista 2021). En ensayo ha publicado -entre otros-: Filosofía del poema (1982), Manuel J. Castilla, desde la aldea americana (1990 y 2017), Mundo Romilio,(2005), Bicentenario: cultura popular y nación (2012, Premio Bienal CFI), Alberto Burnichon: el delito de editar (2013 y 2023) y Ecopesía (2023). Integra el grupo que publica -en Córdoba- la revista Palabras de poeta. Obtuvo, entre otros, el 3r. Premio Nacional de Literatura.



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