Baila, Iris, baila…

Marta García

Obra de Carolina Daas, artista plástica residente en Rio Ceballos, Sierras Chicas, provincia de Córdoba. Forma parte del espacio La Vertiente Cultural, como artista y como gestora de las actividades. https://www.facebook.com/carolinaanalia.daas - https://www.facebook.com/lavertientecultural
Obra de Carolina Daas, artista plástica residente en Rio Ceballos, Sierras Chicas, provincia de Córdoba. Forma parte del espacio La Vertiente Cultural, como artista y como gestora de las actividades. https://www.facebook.com/carolinaanalia.daas - https://www.facebook.com/lavertientecultural


En mi pueblo perdido en las sierras chicas, cierta vez se nos terminó la sequía. Fue justo antes de que llegara el sol, arruinara nuestra humedad y el dique tuviera tos seca. Se mudó una odalisca con todos los accesorios y bajo sus aguas nos prendimos como cañitas voladoras. Y al borde de un volcán aguachento, nos pusimos en pie como misiles. Cuando caminaba, ella volaba y no había una persona que no se diera vuelta excitada por ese mar de lentejuelas levantando polvareda. Todo era multicolor, bailable y ansioso como una murga sin prozac. Y el barrio se hacía deseo por los cuatro costados.

Nunca fuimos tan bengalas. Así nos asumimos hasta quemarnos la carne y convertir las palabras en petardos. Frotamos el impulso y el anhelo contra el mostrador de la ferretería. Compramos el pan con frenesí y los bizcochitos con grasa leudaron en nuestras ganas. Hasta tomar un café en la estación de servicio pasó a ser el inquietante momento de un clímax colectivo en el que no éramos más que estallidos en celo revolviendo cucharas. Nadábamos en un mar de brasas mientras cargábamos nafta.

No éramos felices. Éramos dinamita.

Un día llegó el sol a arrebatarnos las calenturas y muerto de envidia se reflejó como una cachetada en las lentejuelas odaliscas, encandiló a los automovilistas y provocó un choque en cadena con un montón de gente muerta. Y las familias se redujeron a una sola persona. No importó lo que estábamos haciendo. Todo se nos secó. El dique volvió a toser. Y los placeres perdieron hasta el olor.

Dejamos de ser detonantes.

Hordas descontroladas como mongoles adolescentes fueron tras la odalisca porque contra el cuerpo celeste la venganza era imposible. Alguien tenía que pagar. Pero su bamboleo ya no estaba por ninguna parte. Y volvió la sequía. Nuestro pueblo siguió perdido por las sierras chicas. De las lentejuelas solo quedaron algunas piedras con mica y la humedad ya no quiso vivir más con personas tan cascotes.

Pero siempre hay días en que el sol se va, pierde fuerza o sale por otro continente. O, simplemente, lo hace a nuestras espaldas.

Es entonces cuando aparece el deseo a los cuetazos… y la odalisca vuelve.

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(Cada vez que el sol se distrae, aparece un cuerpo celeste más encandilante: el de Iris Scaccheri. Un 27 de Julio de 2014 se hartó de que no la entendiésemos: Soy una bruja, ¿y vos? … y la bruja se convirtió en una danza apareándose con las estrellas. La odalisca de nuestro pueblo era el vivo retrato de Iris, la que bailaba con el deseo. Nunca más nos faltó la luz, la humedad y el ansia).

"Iris golpeó la tierra con una larga vara blanca
Y subió por su propia cabellera.
El espacio giró a su alrededor.
El espacio era un ser de infinitas dimensiones
que despertaba y baila a su conjuro.
Entonces comprendí que me había encontrado con la danza"

-Susana Thenon-



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