Antonio Berni, del colegio a la Manifestación

Arturo Jaimez Lucchetta

El Antonio Berni es un colegio público del barrio de Argüello de la ciudad de Córdoba. Antonio Berni es un artista que pintó como pocos las desgracias de los trabajadores pobres en la década infame.

El cuadro más famoso de Berni está en uno de los museos más exclusivos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un cuadro sobre pobres en un barrio de ricos, en un museo caro de Palermo.

"Manifestación" fue terminada en 1934, fue la obra cumbre del pintor y está realizada a imagen y semejanza de las fotografías que el propio artista tomaba en las manifestaciones. El colectivo de abajo con la mirada y el puño arriba. La mujer, en tiempos machistas.

Hombres rústicos, urbanos y campesinos. Una revolución por el pan y no el panadero bebiendo champán. Una multitud en los tiempos del egoísmo. La potencia del impotente, muestra sin mostrar, la mentira de la potencia global del granero del mundo.

Los tristes, los duros, los peones, los desocupados, los de la orilla, los de la calle, los nadies, se salen del cuadro, se te vienen al cuerpo, te pegan fuerte y te dan ganas de arrancarte el corazón y ponerlo debajo del zapato.

90 años más tarde, salen del Antonio Berni, al norte de la docta, un puñado de chicos cuyos padres podrían entrar a la "Manifestación". Así como se salen de ese rectángulo de uno ochenta por dos y medio, en el Malba, se meten desde las villas de Lourdes y el IPB.

"Sé que tengo que estudiar", dice Dylan quien cursa quinto año de secundaria. "Mis viejos dicen que si no estudio voy a terminar siendo como ellos que tienen que laburar como negros, sin embargo yo los veo felices. Conozco hijos de médicos, abogados, ingenieros y lo pasan mal. Sus padres fueron a la facu, pero se separan, sufren estrés. Mi papá y mi mamá se llevan bárbaro y somos una familia feliz". Dylan no es muy estudioso, tiene facilidad para la albañilería y algunos sábados ayuda a su padre en la obra.

¿El estudio asegura la felicidad? ¿Laburar es cosa de negros? ¿El éxito pone en riesgo la familia?

Los sueños del pibe parecen atravesar los claustros y los oficios. En ese supuesto versus, Dylan se juega más por lo que ve, que por lo que le dicen sus padres. Aprende más fácil la aritmética contada con ladrillos y la geometría en el muro con nivel y plomada. Cinco palas de arena por una de cemento más tres baldes de agua. Cuarteto en la radio y asado de falda para terminar. Esos sábados son como el recreo, la parte que más le gusta de la escuela.

¿Dónde queda el cuadro? ¿Dónde la Manifestación? ¿Qué simboliza Antonio Berni: el del cuadro y el del cole, casi un siglo más tarde? "El arte es arte o es mierda", hubiese dicho Cándido Portinari, una especie de Berni brasileño.

La escuela pública en un barrio humilde, el nombre de un artista que ilustró la humildad, pibes que interpelan la movilidad social, que antes no se discutía. La del "hombre que está solo y espera", diría Scalabrini Ortiz. El hombre que dejó de estar solo por imperio de lo colectivo y que dejó de esperar por victoria del derecho.

Una vida online que olvida el arte de la tela, de la tinta y el papel. El testimonio de los chicos de la secundaria es unánime: lo que no está en las redes no pasa. Todos corren a publicar la última foto. No importa si no pueden comprar el libro de literatura, pero si no tienen datos móviles están "out".

Los adolescentes están en otra plataforma y los docentes parecen descolocados. Les cuesta interesar a los alumnos de los temas curriculares y el desafío es enorme. Hay quienes piensan que deben entrar en su modo, en sus formas para poder mostrarles el fondo. "Si leen, leen en el celular" reconoce Mariela, profesora de Contabilidad.

Alta, rubia, simpática, prolijamente vestida y perfumada con una buena fragancia nacional; la docente cuenta que ella tiene que entrar en la sintonía de los alumnos para lograr su atención. Es empática, pero rigurosa. Es de las profesoras que no perdonan y mandan un buen porcentaje de alumnos a los recuperatorios de diciembre y marzo. "Yo me comprometo, me involucro, soy militante de la educación pública. Los veo cuando llegan al colegio, me fijo con quién vienen, si están limpios, cómo se visten y los comparo con mis tiempos de estudiante", cuenta la profe. "En los recreos escuchan música, se sacan fotos, las suben a instagram, comparten algo de comer y, desde hace un tiempo, se ha impuesto la ronda del mate".

Todo queda inmortalizado en la nube. Todos tienen su teléfono móvil y aunque pueda ponerse algún límite, el celular está definitivamente instalado en los patios y en las aulas.

Amor, erotismo y diversidad también van del pintor al colegio y del colegio al pintor. Eso que aterra a los adultos es natural en la escuela. Los pibes y las pibas viven la diversidad con gran naturalidad. Tener novio, novia, chongo o chonga da igual, sólo importa que haya química o piel. Un alumno habla de su romance actual y del anterior; ahora es un chico y antes una chica. Antes no era homosexual ni ahora es hétero. No hay rótulos. Sin embargo, hay una gran conciencia sobre el abuso. El consentimiento no se negocia. Ellos, ellas, elles, hablan de los temas que todavía no impuso la Educación Sexual Integral (ESI).

La moral religiosa derrota a una ley de la democracia en un país donde la educación cristiana todavía ejerce su hegemonía, tanto en la educación privada como en la pública. "Todavía estamos lejos de lograr los objetivos de la ESI. Muchos docentes aún no entienden de que se trata o no comparten los conceptos. Mezclan la educación sexual con el erotismo y la pornografía", lamenta el docente de un Instituto Provincial de Enseñanza Media (IPEM).

Si Don Antonio viviera, podría contarles las que tuvo que padecer por pintar obras eróticas con secuencias de sexo explícito, con su inmortal creación de Ramona Montiel, la prostituta. Tampoco la sacó barata con Juanito Laguna, el niño pobre de Argentina, que el artista rosarino creó y que bien pudo haber sido cualquiera de estos adolescentes que hoy pueblan las aulas de la escuela de la avenida Ricardo Rojas.

En las escaleras del colegio siete alumnos fuman y toman mate. Charlan a los gritos, se ríen a carcajadas, se abrazan, se toman de la mano. Es plena hora de clase, pero faltó la profesora de artes visuales, pobre Berni. El tabaquismo ha descendido mucho en los últimos años, sin embargo es un clásico de los adolescentes. Se inician en el consumo e inician a otros. Están afuera de la escuela, ahí pueden fumar, pero también lo hacen en el baño, que está prohibido. Ellos no saben explicar por qué pero fuman, también beben alcohol cuando salen a la noche. Sin vergüenza ni temor a la crítica cuentan todo lo que hacen: "Arrancamos la previa temprano en la casa de algún compañero, charlamos comemos algo y tomamos mucho Priteado (vino tinto con gaseosa Pritty limón), Fernet con Coca, birra o lo que haya. A veces lo pasamos tan bien, que ni siquiera vamos al baile, nos quedamos ahí hasta que nos echan".

Los pibes reconocen los peligros del consumo excesivo de alcohol, pero igual toman de más. El único alcohol cero que se cumple es el de la educación. No hay materias en la currícula que hablen de consumos problemáticos y adicciones a drogas ilegales o permitidas. Todos los chicos conocen la marihuana y la cocaína, aunque todos dicen no haber consumido nunca. La mayoría son menores de 18 y a veces no les venden en los kioscos, pero algunos son mayores y esos son los encargados de hacer las compras.

Sin ánimo de juzgar, la crónica se mete en un colegio para escuchar a un alumno, un profe, un directivo, en un día cualquiera. El Berni por causa o por azar, o para hacer valer la admiración del cronista por el pintor. La mirada del observador no intenta hacer una tesis sobre el estado actual de la educación media, sólo se infiltra para contar, poner un espejo en las aulas y en el patio, el oído a la voz de la comunidad educativa y el corazón en ese sitio donde se viven los mejores años de la vida. Ese lugar donde todos dicen o mienten haber sido felices.

"A Juanito Laguna lo veo y lo siento como arquetipo que es; arquetipo de una realidad argentina y latinoamericana […]. Juanito Laguna no pide limosna, reclama justicia; en consecuencia pone a la gente ante esa disyuntiva; los cretinos compadecerán y harán beneficencia con los Juanitos Laguna; los hombres y mujeres de bien les harán justicia. De eso se trata. […]. Los Juanitos Laguna han enriquecido a mucha gente y también a mí; pero yo no los he explotado, yo estoy reivindicándolos. ¿Quiénes han hecho a la Argentina, eh? La masa trabajadora, todo ese pueblo que ha puesto el hombro para hacer un país, con su sacrificio y su trabajo; lo han hecho los Juanitos Laguna que, apenas sus fuerzas se lo permiten, van a trabajar a las fábricas, al campo, donde sea", manifestaba Antonio Berni -en un fragmento- desde sus escritos y papeles privados.


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