"Algo parecido pensaba Gramsci"

Matías Rodeiro

María Teresa Andruetto (foto: Natalia Roca)
María Teresa Andruetto (foto: Natalia Roca)

Una lectora de provincia

Alguna vez, a partir de la relectura de Recuerdos de provincia, Saúl Taborda sintió la necesidad de refutar el argumento robinsoneano del self made man con el que Sarmiento pretendía narrarse a sí mismo como genio y maestro de la patria. Piedra basal del individualismo liberal, Sarmiento se paraba sobre esa idea para declamar que su proceso formativo no le debía nada a nadie. Que él (alias "don yo") se formó como individuo, leyendo solo, aplicándose los principios de una ética que mandaba a "leer sin piedad" y "¡…sin más capacidad que la de leer, leer y más leer!" Que todo lo previo y circundante a su irrupción en la escena pública era retardatario, estéril, inútil, bárbaro. Taborda re-leía aquel escrito autobiográfico y demostraba las costuras del sanjuanino poniendo a la vista de todos los nudos de la comunidad sanjuanina que lo habían sostenido y proyectado: el cura Castro, su madre, sus tías, sus amigos; y sobre todo las lecturas compartidas y fomentadas por esos actores, como las biografías de Cicerón y de Franklin que les regaló su padre o esa Biblia que no paraba de leer. Bien pudiera llamarse a ese tejido: cultural popular.

"La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra", dijo Freire, quien, en sus reflexiones sobre el acto de leer, explica cómo en su primera infancia lo primero que aprendió a leer fue su mundo inmediato... "Toda acción educativa debe ir precedida de una reflexión del hombre y de un análisis del medio en que vive", dijo. Algo parecido pensaba Gramsci."

Eso escribe María Teresa Andruetto en Una lectora de provincia (2023). Ensayo abocado a brindar una reflexión sobre su formación como lectora, desde su infancia en la pampa gringa cordobesa arada por tanos emigrados (Nací en una casa de inquilinato con letrina comunitaria) hasta su actualidad como escritora en creciente consagración. 
O en verdadera consagración: como "escritora del pueblo", al certero decir de Yael Noris Ferri, quien así la definió en una presentación de Una lectora de provincia que sucedió en la Librería El Espejo, un viernes de lluvia torrencial. "María Teresa Andruetto es una lectora del pueblo, su nombre es conocido en cada esquina de nuestra ciudad. Desde niña se dedicó a hacer literatura. Todos la conocemos como ´'La Tere', La Tere del pueblo. Aquí lo voy a fundamentar para que no quede como un simple halago. ¿Qué significa ser del pueblo? Significa que lo que hace, lo hace en beneficio de toda la sociedad, del pueblo y para el pueblo. Porque su literatura es un literatura con una clara posición política que consiste en actuar contrariamente al egoísmo bastardo de un ególatra. Porque La Tere, como relata su libro, desde niña se interesó por el margen, los del margen. Ella es nuestra porque crecimos con sus cuentos, en nuestra juventud y adolescencia tuvimos sus poemas y en la adultez nos llegaron sus novelas... Quienes leemos a La Tere sabemos que no duda en entregar su literatura al pueblo, y eso la hace ser nuestra, nuestra escritora, nuestra lectora. Ahora te invito Tere a conversar presentándote como lo hacés en la página 157 de tu libro. Sería hermoso que nos leas un párrafo…" (publicada en el espacio digital La tecla Ñ (1).).

" 

El libro de Andruetto forma parte de una cuidada y muy bien pensada colección (Lector&s) de la editorial Ampersand, dirigida por Graciela Batticuore. Está dedicada a recoger experiencias de lectura en la vida de importantes autores argentinos y latinoamericanos (Jitrik, María Moreno, Margo Glantz, Silvia Molloy, etc.). ¿Qué es la lectura? ¿Cómo nos afecta a lo largo de una vida? Son algunas de sus preguntas inspiradoras. En el caso del libro de la Tere (le diremos así con el permiso de las palabras de Yael), además de su formación como lectora, se enuncia su teoría de la lectura y se derivan numerosos senderos, ya que, en el camino de su historia se hojaldran otras capas de interés, por ejemplo, la historia de la lectura en Córdoba. Y en esa senda, entre las palabras introductorias de Yael y la cita de Tere; nos queda resonando el algo parecido pensaba Gramsci…

Nombre que suele imponerse y mantenerse vigente por el propio peso de sus aportes al pensamiento político. Y que el corsi e ricorsi de la historia suele poner en primer plano, por diversas circunstancias. En nuestros días, la verba presidencial lo puso en la palestra para denunciar a quien sería el responsable de que en nuestro pueblo reine un supuesto sentido común de izquierda nacional-popular (Menéndez pensaba algo parecido y también culpó a Gramsci en su alegato cuando fue juzgado por delitos de lesa humanidad). Denunciado y denostado pero, reconocido. Para los "libertarios" (como el cordobés Laje) habría que tomar las estrategias de la "batalla cultural" pergeñadas por el jefe de la clase obrera italiana para invertir la dirección del supuesto sentido común del pueblo (que en su mayoría los votó).

Pero volvamos a la biografía como lectora de la Tere, a la posible historia de la lectura en Córdoba y a la fenomenología de la lectura que es ese apartado de una Lectora de provincia, que viene comentando las campañas de alfabetización en Cuba (concluida con una reflexión del poeta nicaragüense Zabala: "alfabetizar primero a los que saben leer libros, pero no saben leer el dolor de los hombres"); acompañando las argumentaciones de Freire, quien en sus reflexiones sobre el acto de leer, explica cómo en su primera infancia lo primero que aprendió a leer fue su mundo inmediato… "Toda acción educativa debe ir precedida de una reflexión del hombre y de un análisis del medio en que vive", dijo. Algo parecido pensaba Gramsci… ¿Quién cita así?

Más que una cita, es una glosa que además reflexiona desde la analogía. Es un modo peculiar de leer, de traer ideas mediante un nombre que pareciera asimilado a través de la intuición de sus esencias o demasiado incorporado y macerado desde un sereno rumiar. La evocación surge sin la necesidad de la cita académica normalizada o de la cita urgente y precisa que tiene la necesidad de tener razón, por ejemplo, en alguna polémica por sobre lo que Gramsci quiso decir o por los usos de Gramsci para trazar un qué hacer revolucionario. Como sucedía en nuestros años '60 y '70 en los debates entre marxistas, comunistas y peronistas que protagonizaron los gramscianos cordobeses, y de cuyos aportes y querellas Baal Delupi se ha explayado en un pasado número de Tierra Media. Además de contar para la consulta con un nutridísimo cuerpo de estudios y reflexiones sobre el tema (Martín Cortés, Diego García, Mónica Gordillo, Diego Tatián, etc.).

1971

En 1971 se publicaba en Buenos Aires una edición matrera de los Cuadernos de la Cárcel (que cuatrereaba la traducción realizada por José Aricó) con un estudio preliminar que llevaba por título un programático y desafiante "Para nosotros, Antonio Gramsci". El desafío se ofrecía a los gramscianos cordobeses que ya habían publicado la primera etapa de la revista Pasado y Presente. En cuyo último número se entreveraban los balances sobre las huelgas de la Fiat (conducidas por Sitrac-Sitram) con el juicio a "Rayuela" acometido por Toto Schmucler.

Sin alcanzar a apagarse las brasas del Cordobazo, se encendía el Viborazo y en el mismo año de 1971, María Teresa ingresaba en la Universidad Nacional de Córdoba, a la carrera de Letras. Y nos dirá, "mi modo de leer estaba por cambiar para siempre… Cursé Letras entre los años 1971 y 1975 y paralelamente milité en el Frente Estudiantil de la Izquierda Maoísta. Fue un tiempo de fuerte lectura de textos políticos: Mao, sobre todo, pero también Lenin, Marx, Engels, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramsci, la historia argentina de Milcíades Peña y cierta literatura peronista como Jauretche y Hernández Arregui con espíritu crítico (así decíamos). Cuando a fines del '75, apenas recibida, decidí resguardarme e irme de los lugares conocidos hacia la Patagonia, repartí los libros de literatura que tenía entre amigos y llevé a los más comprometedores –los de política- a la casa de mis padres para guardarlos en una cómoda grande de cinco cajones. Luego, me fui.

Entremezclado en un programa de lecturas militantes "paralelas" a las de la carrera de Letras (neorrealismo italiano: Pavese, Buzzati, Vittorini, Calvino, Morante, Silone, Papini, Pirandello; los poetas italianos del siglo XX: Montale, Ungaretti, Quasimodo, Pasolini, Penna, Sereni, Caproni, Campana, Saba, Bartolucci), de los años'70, e inscripto en una deriva de lectura con miedo que obligaba a deshacerse de los libros; aparece una vez más en esta historia de la lectura de Córdoba el nombre de Gramsci. Nos tienta preguntarle a Teresa qué textos de y sobre Gramsci leía con sus compañeros de cursada y de militancia. Y también si ese nombre formaba parte de los programas de la carrera de Letras o si entraba por los pasillos.

Lo cierto es que ese diálogo entre literatura y política es algo alimentado por Gramsci, más bien es algo constitutivo de lo que Gramsci considera para comenzar a pensar. Un obrero que lee suele comentar su relación con José Aricó, a quien conocía desde los años '50: "Pancho decía: 'Si querés saber de política, leé literatura. La literatura te pinta una sociedad, la política te la fragmenta. Leé Tolstoi, leé Dostoievski' Yo me hice tolstoiano por Pancho". El testimonio es del enorme Juan Carlos Cena, autor de El Guardapalabras, criado por la resistencia peronista y las luchas por el ferrocarril. Quien a modo de chanza, sobre el Aricó intelectual, decía que al único obrero de carne y hueso que conocía era él. Sobre el interés del gramsciano Aricó por la literatura, Emiliano Conil, suele observar que a la biblioteca que custodia (la Biblioteca Aricó) le falta la mitad. La parte de "literatura" que todavía usa y disfruta María Teresa Poyrazian, también lectora de Gramsci y partícipe de algunas aventuras colindantes al espacio de Pasado y Presente como lo fueron las traducciones y ediciones de Nagelkop.

Obrerismo

La fragua de la lengua lectora de la joven estudiante de Letras Andruetto, reconoce otra estación mediada por el mundo obrero. Para poder solventarse su estadía en la ciudad de Córdoba, comparar libros y estudiar en la Universidad. La futura escritora daba cuenta de su ingreso laboral a un taller de la avenida Colón, trabajando como correctora en una linotipia, un taller de composición tipográfica en plomo fundido.

En su contacto con las máquinas que fabrican letras y con la noche de los proletarios, es decir, con el momento dedicado por los obreros al trabajo con las lecturas políticas. La Tere escucha, por vez primera, un nombre. …yo debía inventar, estirar el texto, rellenarlas de algún modo, para evitar volver a tipear en plomo la página completa. Además de ese aprendizaje, de aquellos viejos obreros me quedaron referencias de lecturas políticas que se sumaron a las de la propia militancia; también fue ahí que escuché por primera vez hablar de Gramsci".

Viejos obreros inmigrantes españoles e italianos que habían leído mucho, que habían visto mucho, nombraban a Gramsci en un sótano de Córdoba. Como suele recordar Juan Carlos Maldonado, para pintar la época, en tiempos en que obreros y estudiantes caminaban por las calles con varios libros en sus manos. Pero, ¿quién recuerda así el sonido de un nombre escuchado por primera vez? Quizás solo alguien que ha hecho de ese sonido, eco, resonancia, susurro de sus pensamientos.

María Teresa Andruetto - Una lectora de provincia (foto: Infobae)
María Teresa Andruetto - Una lectora de provincia (foto: Infobae)

La cuestión meridional

El empirismo contextualista suele ser vía muerta en ciertos modelos de análisis de la literatura en particular y de la cultura en general. Los libros son de los pocos objetos que tienden a la eternidad y viajan con sus ocasionales tenedores; además, fue propósito de Sarmiento regar el "desierto" con inmigrantes.

Recuerda María Teresa Andruetto una escena de lectura colectiva y familiar junto a su madre (que se enamoró de su padre porque, como a ella, le gustaba leer) y su hermana. Leían Corazón: diario de un niño, de Edmundo de Amicis, publicado en Italia en 1886. Libro traído por su padre inmigrante, lector del Dante, Leopardi y Petrarca.

Los lunes, mi papá (que para entonces era gerente de la cooperativa eléctrica de nuestro pueblo) tenía reunión de directorio. Se iba después de la cena y regresaba tarde, pasada la medianoche. Esa era la única noche que estaba fuera de casa y la única en que podíamos, mi hermana y yo, acostarnos con nuestra madre en la cama grande. Apenas salía, nos tirábamos las tres sobre la colcha, o nos acurrucábamos bajo las frazadas y entonces ella nos leía…: 'Pasaron como un sueño los tres meses de vacaciones transcurridos en el campo...' comenzaba el diario del pequeño Enrique en 'Corazón' y el maestro de tercero, en aquella escuela de Turín (¡muy cerca de donde había ido a la escuela mi papá!), nos hacía llorar con sus relatos sobre el pequeño escribiente florentino, el vigía lombardo, el tamborcito sardo. […]Acurrucada en aquellos brazos escuchaba la historia de Garrone, el muchacho de piel oscura que había llegado del sur, el más alto y fuerte de la clase, el que defendía a los débiles, naciendo una vez y otra vez de aquel libro en la voz hermosa de mi madre, hasta que nos quedábamos dormidas. […] Mucho más tarde supe que el libro se había escrito con un fin pedagógico, moralista, aleccionador, en el marco de un proyecto pedagógico (el Risorgimento que convirtió varios reinos en una república) para integrar las diversas regiones de Italia y orientar al lector hacia el bien, pero a mí qué podía importarme…".

La niña Teresa sin saberlo mamaba la literatura del Risorgimento, quizás el principal asunto de reflexión de Antonio Gramsci. El Risorgimento y la literatura del Risorgimento, fueron motivos de desvelo y de infinitas anotaciones en los Cuadernos escritos en la cárcel. En ellos analiza el proceso de conformación y unificación del Estado italiano en 1871. Proceso al que considera fallido ya que, a su juicio, al no haberse alcanzado una revolución nacional-popular, dejando de lado a los sectores "subalternos" (principalmente los de la zona del Mezzogiorno), en Italia no se habría logrado conformar un "Estado integral". Por las características de su clase dirigente, de su burguesía y también por el carácter "no-nacional de su literatura". Pero la niña que escuchaba de boca de su madre la lectura de los novelones con los que los que los intelectuales italianos buscaban empatizar al Norte con el Sur, era argentina. Y de grande tradujo esas huellas para convertirlas en poesía y literatura nacional.

Notas sobre el estudio de la gramática

…Algo parecido pensaba Gramsci. Desde la cárcel escribió a su hermano y a su cuñada en Cerdeña, preocupado por la educación de su sobrino:

"¿En qué lengua habla? Espero que lo dejen hablar en sardo. No debes cometer el error con tus niños. Te recomiendo que no incurras en ese error y que dejes que tus niños absorban todo el sardismo que quieran y se desarrollen espontáneamente en el ambiente natural en el que nacieron: eso no será un obstáculo para su devenir, sino todo lo contrario. Por lo pronto el sardo no es un dialecto, es una lengua. Además, el italiano que ustedes le enseñen, será una lengua pobre, mutilada, hecha de pocas frases... Te ruego de corazón, no cometas ese error y deja que tus hijos absorban y se desarrollen espontáneamente en su ambiente".

Es otra cita, o desarrollo de la cita, del asunto Gramsci en Una lectora de provincia. Ahora Tere va al detalle y repara no sólo en una zona que suele ser desplazada de los corpus, la correspondencia. Sino que pone la lupa en temas que también suelen quedar en un segundo plano de los análisis del teórico de la revolución.

Insiste el gran pensador en el amor por sus sobrinos y en la dimensión política de la lengua, en la conciencia de que toda lengua es una lengua impura, un territorio complejo que conserva huellas del pasado muchas veces reprimido, porque la diversidad de la lengua es un modo de la diversidad humana y están ahí las huellas de lo que se ha sido y el germen de imprevisibles futuros.

María Teresa Andruetto se detiene en las tesis de Gramsci sobre la lengua. La búsqueda de una literatura nacional, sus escritos sobre la lengua ("Notas sobre el estudio de la gramática", "La lengua única y el esperanto", "El lenguaje y las metáforas", etc.), el análisis literario, la crítica literaria; eran parte esencial del pensamiento político del filólogo Gramsci. Quien incluso llegó a definir a la revolución nacional-popular recurriendo a la imagen-metáfora de un libro. Y a su noción de praxis desde la noción de traducción. La lengua y la cultura son aspectos inescindibles en la lucha (de clases). En sus intersticios el sentido común se hace cuerpos.

Pensaba Gramsci que "la gramática escrita es siempre una 'elección', una dirección cultural, es decir, que es siempre un acto de política cultural-nacional… es decir, que se trata de un acto político". Posición que acompañó a la Tere el día que intervino en el Congreso Internacional de la Lengua Española de 2019 (2), realizado en la ciudad de Córdoba. Alocución que fue recogida en un libro, De la lengua, publicado por Ediciones de la Terraza, con ilustraciones de El Esperpento y que además contiene una entrevista y otros materiales.

Pero decíamos que recuperando esa carta, Tere reparaba en dimensiones de lo político, es decir, no sólo en la lengua. También rozaba la intimidad de Gramsci, cuya la lengua materna era el sardo y dicen sus biógrafos, era la lengua a la que acudía en los momentos de máximo padecimiento en las mazmorras fascistas. Intimidad y conocimiento de la vida de Antonio, "Gramsci era de Cerdeña, zona de campesinos de subsistencia, zona aislada de Italia; en las conmovedoras cartas al hermano y a la cuñada –que tienen un hijo al que han educado en italiano y otro recién nacido- les pide que eduquen a este hijo en sardo, que no le hablen en italiano que es una lengua italiana en la que ellos tienen limitaciones, que por favor, le hablen en sardo porque ahí tienen mayor riqueza, mejor lenguaje, mayor saber, que así ese hijo se iba a criar con toda la riqueza de la propia lengua" (Entrevista en De la lengua, 2019).

Lengua, intimidad, pedagogía ("cada relación de hegemonía es una relación pedagógica, sostenía Gramsci"). Desde la pedagogía, Andruetto destaca otra dimensión, la del amor. En ese carta, amor por sus sobrinos, es decir, por el futuro (de Italia). Pero, la preocupación por al amor como núcleo del materialismo y catalizador de los lazos afectivos que puedan constituir una voluntad capaz de poner en acto la emancipación. También se hace presente en otra carta notable, en la que Gramsci advierte la condición de posibilidad de lo político y de lo común. Desde la cárcel, le escribe a su amada Julia Schucht, "Cuántas veces me he preguntado si era posible ligarse a una masa cuando no se había querido a nadie, ni siquiera a la propia familia, si era posible amar a una colectividad cuando no se había amado profundamente a criaturas humanas individuales. ¿No iba a tener eso un reflejo en mi vida de militante? ¿No iba a esterilizar y reducir a mero hecho intelectual, a puro cálculo matemático, mi cualidad revolucionaria?".


(1): https://lateclaenerevista.com/entrevista-a-maria-teresa-andruetto-una-lectora-de-provincia-por-yael-noris-ferri/
(2): Discurso completo de María Teresa Andruetto, en el Congreso de la Lengua Española en Córdoba. https://www.youtube.com/watch?v=T8HYTImbdiA



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Comentarios:
- Tere Andruetto: Impresionante Matias Rodeiro. Gracias por tu lectura y gracias Tierra Media!
- Raúl: Excelente nota

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