Alberto Burnichon

EL EDITOR

Aldo Parfeniuk

El hecho que definió la necesidad de rescatar la figura y la obra editorial y cultural de Alberto Burnichon fue contactarme por primera vez con su esposa, María Saleme. Corría el año 1988 y personalmente tenía interés en investigar la cultura y la poesía de nuestro NOA, en particular la obra de Manuel J. Castilla, autor a quien debo en gran medida mi iniciación en la poesía, leyéndolo en los delicados ejemplares publicados por Burnichon editor.

Sabía que se conocieron en el ámbito de la Universidad de Tucumán, en los años cuarenta, siendo ella estudiante y él generador -sobre todo junto a Ben Amí Voloj- de múltiples actividades culturales, incluyendo las primeras etapas del Grupo La Carpa. Se me ocurrió que a través de ella podía nutrirme -cosa que efectivamente sucedió- de valiosa información, habida cuenta que el tema involucraba a diferentes actores artísticos y culturales con estrechas relaciones entre sí, en un noroeste en donde prácticamente todos se conocían. A modo de anécdota, cuento que además descubrí que las letras N.S. que aparecían al pie del texto de contratapa de uno de los grandes libros de Castilla (El verde vuelve) eran las iniciales de la Negra Saleme, es decir de María.

Lo cierto es que a pesar de las múltiples ocupaciones que por aquellos años debía atender María, tanto por sus funciones académicas en la Facultad de Filosofía de la UNC, como por los innumerables cursos que dictaba en diferentes lugares, esas charlas en el decanato de la Facultad (de la cual egresé) resultaron muy fructíferas, y fueron cimentando una amistad que me permitió comprometerla como presentadora del libro que recogía mi investigación sobre Castilla, ya terminado, en el auditorio de Radio Nacional Córdoba. Hablo ya del año 1990. Pero es a partir de ese momento que, habiendo conocido más de cerca, y de primera mano, la trayectoria, la vida cultural del gran buceador de arte y cultura que fue Burnichon, pude dimensionar mejor la importancia de su papel en un país que reclamaba a gritos por alguien que se ocupara de abrirle puertas a quienes -especialmente los jóvenes- tuvieran talentos y cosas para decir y mostrar. Ahí me di cuenta de la peligrosidad que un promotor y divulgador artístico-cultural, como fue Burnichon, tenía para quienes, como es el caso de los militares del Proceso de 1976, veían en la libertad, la intelectualidad crítica, la apertura cultural y la solidaridad social, una amenaza que debían conjurar a cualquier precio. Es así como empecé a medir, también, la estrecha identificación entre los objetivos y actividades de María y Alberto, como si se tratara de las dos caras de una misma moneda. Ella, alfabetizando (no solo en nuestro país sino en su exilio en México), nutriendo a la Universidad y enseñando en las aulas o formando maestros y profesores, y él recorriendo y buceando minuciosa y solidariamente los diferentes interiores del país, para ir descubriendo y mostrándole a la gente esos diamantes en bruto que merecían la dignidad del libro o al menos la plaquette que él denominaba "palomilla" -generalmente a cargo de su modesta economía- Es decir: circulando y haciendo circular la obra de nuevos talentos, desde y por las entrañas mismas de un resto de país olvidado por las escasas usinas culturales capitalinas, preocupadas solamente en autoalimentarse, o esperar las últimas novedades llegadas de Europa. Lejos estaban aquellos intereses no solamente de las reales necesidades, sino de esa otra Argentina latinoamericana que uno comienza a percibir a medida que avanza hacia la selva y la montaña, y a la que el puerto históricamente le dio las espaldas. En aquellos años cincuenta o sesenta, apenas si Rosario, Córdoba o Tucumán contaban con espacios y movimientos culturales capaces de nutrir y aprovechar a los nuevos talentos nacidos en el inmenso y silenciado territorio del país profundo que María y Alberto conocían tan bien, desde bien adentro.

Es así como la pareja eligió nuestra provincia para vivir, trabajar y educar a sus hijos, en épocas en que Córdoba - y ellos mucho tuvieron que ver en esto- desbordaba de actividades y proyectos educativos, artísticos y culturales: desde experiencias universitarias como el Taller Total en el que María fue protagonista central, hasta eventos y muestras únicas, como las de Humor, las Bienales de Artes Plásticas, o los Festivales Internacionales de Teatro; más un rico y largo etcétera, todo lo cual –junto a las luchas sociales corporizadas en eventos como El Cordobazo- hicieron de la provincia y de su gente de arte, cultura y ciencia el objetivo prioritario a castigar, a desmantelar, por los ejecutores del Proceso de marzo del 76, que marcaron a Burnichon y a su familia como blancos principales y prioritarios de la represión: una vez asesinado este señor muchos de quienes lo rodeaban intelectual o amistosamente sabrían qué camino les estaban señalando.

Fue por ser contemporáneo de tal estado de cosas y conocedor cercano de estos y otros detalles, además por la gratitud debida tanto a Burnichon como a su compañera, más la necesidad de comenzar a pedir y a hacer justicia con los recursos disponibles, que surgió la iniciativa conjunta de iniciar el rescate público de Alberto Burnichon: auténtico mártir de la cultura asesinado por la Junta Militar el 25 de marzo de 1976.

El hecho es que se acordó la realización de diversas actividades orientadas a recuperar su trayectoria y su figura; además, a conjurar el miedo que increíblemente persistía en la sociedad. Fue así como reuniendo un pequeño grupo de poetas y trabajadores de la cultura armamos un proyecto que la gente de la Feria del Libro de Córdoba (año 1996, a veinte años del asesinato de A.B.) aceptó, y cuya realización tuvo una buena repercusión pública y de la prensa. El 25 de setiembre de aquel año se realizó en la Sala "Obispo Mercadillo" un panel de rescate y homenaje. El acto formó parte de la Muestra de Homenaje, consistente en un stand armado con las publicaciones que editó Burnichon, artículos sobre esos trabajos, fotografías, objetos personales (algunos rescatados días después, por sus propios hijos, de entre los escombros del hogar/taller de Villa Rivera Indarte dinamitado) testimonios varios y el catálogo del editor, trabajosamente reconstruido por sus familiares. La Muestra-stand estuvo abierta al público, entre el 19 y el 29 de setiembre de ese año.

Con los hijos de Alberto, Soledad y Moro Burnichon -sobre todo Moro- formamos un grupo de amigos. Algunos dedicados a tareas más bien prácticas, entre quienes estábamos Moro, Soledad, David, Chichí Montenegro, Gonzalo Vaca Narvaja, Pancho Colombo y Lucía Robledo (aunque con la invalorable ayuda de amigos como Malicha Leguizamón, Carlos Alonso y otros) Pero como la idea era que participara la mayor cantidad de conocidos y amigos de Burnichon, se habló con mucha gente que intervino de diferentes maneras, por ejemplo adhiriendo a la distancia, como Eduardo Galeano o Miguel Ángel Estrella. Especialmente en el Cispren encontramos muy buen apoyo en materia de adhesión y difusión en los medios.

Por otra parte trabajaron con absoluta identificación los integrantes de la Cámara del Libro de Córdoba; sobre todo Nelda Abed, que nos ayudó a conseguir (con Adriana Sappia, de Cultura de la Municipalidad) que se instituyera el Premio anual Alberto Burnichon al mejor libro de editor local. Asimismo se planificaron actividades a futuro, como la publicación de un libro ("fuera de comercio" como se leía en algunos de los que publicaba Burnichon) con el título Libro de Homenaje, con Ferreyra Editor en 2006, y posteriormente y ampliando aquella primera publicación, apareció El delito de editar, también generosamente editado en el 2013 por Babel, de Ramiro Iraola y Sergio Martina. En una coedición local de las editoriales Babel y A Capela a fines del año pasado apareció una nueva versión -ampliada con nuevos textos, documentos y fotografías- que presentamos en la sede de la Biblioteca Nacional, en Buenos Aires. Cabe destacar que los ejemplares que se imprimieron en todas las ediciones salieron a la venta con el solo objetivo de recuperar costos de impresión, y que la última versión del libro puede ser descargada gratuitamente del sitio web de A Capela, que se ocupó de la versión digital. Más allá de los agregados que fueron sumándose en las nuevas ediciones, El Delito de editar básicamente se armó con el material desgrabado del Panel de 1996, una síntesis de la consulta llevada a cabo entre libreros y editores de Córdoba en 2004 por alumnos de la Facultad de Lenguas, más una serie de artículos y poemas de escritores y amigos invitados a integrar la publicación junto al estudio crítico que reescribí para cada nueva edición.

En general, la intención de toda esa tarea de rescate fue de que lo realizado con tanto esfuerzo, no quedara como algo aislado, sino que se instalara en el tiempo como memoria de un golpe terrible a la vida y a la cultura que no podíamos olvidar y que no debía repetirse; además -por supuesto- de poner en valor la inmensa tarea cultural realizada por A.B. En tal sentido se pensaron diversas acciones y actividades que ojalá puedan continuarse, por ejemplo buscar maneras de interesar a universidades e investigadores para profundizar los buceos sobre el caso Burnichon y todo lo que tuviese que ver con el mundo y la época que le tocó protagonizar en vida. Del mismo modo, registrar fílmicamente lo que se pudiese rescatar, generando material de conocimiento y divulgación. En dicha dirección, y siempre con la intención de generar memoria en la sociedad, con el tiempo surgió la idea de proponer la Declaración del 25 de marzo (día en que lo mataron los militares) como el Día del Editor de Libros: algo que en 2014 se logró en Córdoba y después en Salta; en lo cual trabajamos –siempre con la familia- y con Sergio Martina, Ramiro Iraola, la legisladora provincial Alejandra Del Boca y, en Salta, especialmente con Silvana Irigoyen. Personalmente hace unos años hice gestiones para lograr que la conmemoración fuese Ley Nacional. Sin embargo,  en Buenos Aires la Cámara del Libro sostiene de hecho, sin que exista específicamente una ley al respecto, como Día de la Editora y Editor de Libros la fecha de nacimiento de Boris Spivacov, los días 17 de junio. 

De cualquier manera, con el paso de los años dedicado al rescate de la figura y la obra de A.B. comprobé que medida que transcurre el tiempo se afirman y se suman nuevos pensamientos y sentimientos sobre un hecho tan representativo de un modo de ser y de obrar que es cada vez más raro de encontrar y que tanto nos hace falta practicar como sociedad. Creo que seguir sosteniéndolo en la memoria activa es, especialmente en los momentos que lamentablemente se están volviendo a vivir en nuestro país, una tarea que debe ser continuada y profundizada.

Debido a que a Burnichon lo conocí "de lejos" por así decirlo, me parece oportuno, para redondear esta suerte de nueva puesta en valor, lo dicho por el titiritero y gran amigo de Burnichon, Héctor Di Mauro, en la mesa-panel con la que se inició el trabajo de rescate de su obra y figura: "Lo conocí a Alberto antes de conocerlo, por así decirlo. Fue a través de un pariente, cuñado, escritor y titiritero que se llamaba Enrique Wernicke. En la fábrica de soldaditos de plomo que tenía en Buenos Aires, él me contaba las historias de cuando recorría con su teatro de títeres los cuatro vientos del país. Y a algunas de esas giras Wernicke las había hecho con el "Barba" Burnichon. En Tucumán, pocos años después, en el '54, me lo encuentro por primera vez a Burnichon en persona. Estábamos haciendo una gira junto con el teatro Fray Mocho, y dio la casualidad que coincidimos ambos en Tucumán, con el teatro La Pareja y el Fray Mocho. Recuerdo que había un asado para actores y titiriteros y ahí nos encontramos con Burnichon. Durante toda la vida fuimos amigos, porque teníamos, en parte, la misma profesión, aunque él cuando quería hacer títeres, hacía títeres, pero también hizo teatro... Era multifacético, y le servían mucho esas caminatas por librerías donde él tenía sus postas, sus amigos libreros. Por eso, nos sabíamos reunir con él en casi todas la partes del país. Por ejemplo la posta nuestra en Posadas era la librería "El Escarabajo de Oro" de Eva Díaz; aunque la posta más importante fue quizás "El Fogón de los Arrieros", en Resistencia, donde siempre tratábamos de coincidir por muchas razones; él también colaboró ahí en el teatro "El Fogón" durante bastante tiempo. Lo cierto es que su llegada era esperada en todas partes: en Esperanza solíamos vivir en la casa del poeta José Pedroni; en la ciudad de Paraná solíamos encontrarnos en la librería de Don Pedro De Monte, y así, en los lugares más insólitos nos encontrábamos permanentemente; incluso hicimos algunas giras juntos aprovechando que él tenía una Citroneta y después yo tenía un Citroen, y con eso recorríamos y hacíamos nuestras tareas. Su preocupación más importante era siempre conocer a nuevos artistas, (dibujantes, pintores, escritores, músicos, actores, titiriteros...), gente que estuviera vinculada con el quehacer cultural, con el hacer creativo. Esas "palomillas" que él pagaba de su bolsillo -en detrimento de la economía de su familia- eran recibidas por la gente con un enorme amor. Yo creo que de ese tipo de personas, sólo conocí a uno solo que se le parecía: un imprentero de Villa Constitución que se llamaba Julio Milgevich, que también fue perseguido y se refugió en Villa Angela; era profesor de literatura y tenía una gran imprenta. Pero personas como Alberto, son totalmente insólitos en nuestro país". 

Estos actores culturales "modelo Burnichon" (y que ya casi no vienen más) son los constructores olvidados, sin los cuales no habría lo que los militares del golpe del 76 no querían que hubiese en nuestro país: gente soñando y construyendo, juntos, un profundo y definitivo cambio social.


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El catálogo de Burnichon editor

Libros

Martínez Estrada, Ezequiel. Exhortaciones. Buenos Aires, l957.
Hernández, Juan José. Claridad vencida. Buenos Aires, l957.
Castilla, Manuel J. De solo estar. Buenos Aires, l957.
Castilla, Manuel J. El cielo lejos. Buenos Aires, l957.
Rivas, Pablo. Uno, el país. Buenos Aires, l960.
Martínez Howard, Alfredo y Howard de Martínez, M. Doce sonetos de Shakespeare, l96l.
Castilla, Manuel J. Bajo las lentas nubes. Bs.As., l963.
Moyano, Daniel. El rescate. Buenos Aires, l963.
Hernández, Juan José. Dos cuentos. Córdoba, l963.
Campos, Martín. El vendedor de sangre. Buenos Aires, l963.
Wernique, Enrique. Otros Sainetes contemporáneos. l963.
Martínez Howard, Enrique. Libro de ausencias y adioses. Buenos Aires, l963.
Wernique, Enrique. Los aparatos. l965. Veiravé, Alfredo. Destrucciones. Buenos Aires, l965.
Francis, Hebert, Tres cuentos. Buenos Aires, l965.
Francis, Hebert. Toda la gente que nunca tuve. Buenos Aires, 1966.
Luchi, Luis. Vida de poeta. Buenos Aires, l966.
Castilla, Manuel J. Posesión entre pájaros. Salta, l966.
Castilla, Manuel, J. El verde vuelve. Buenos Aires, l970.
Rocha, Dilermando. El agua mansa. Buenos Aires, l970.
Alonso Ortiz, Rubén. Tres cuentos. Buenos Aires, l97l.
Regen, Jacobo. Umbroso mundo. Buenos Aires, l97l.
Castilla, Manuel J. Bajo las lentas nubes. Córdoba, l972.
Wernique, Enrique. Tucumán de paso. Buenos Aires, l972.
Galán, M. Raúl. Antología poética. Buenos Aires, l972.
Cúneo, Víctor Hugo. Poemas. Mendoza, l972.
Castilla, Manuel J. Cantos del gozante. Buenos Aires, l974.
Romeo, Héctor. Los ríos que nos habitan. Buenos Aires, 1975.
Oviedo, Antonio. Dos cuentos. Buenos Aires, l975.

Plaquetas y cuadernillos de poesía

Ramos, Juan Pedro. Homenaje de sus amigos. l957.
Cúneo, Víctor Hugo. A vincent Van Gogh. Buenos Aires, l960.
Dávalos, Baica. Poemas para Víctor Hugo Cúneo. Buenos Aires, l962.
Regen Jacobo. Seis poemas. Córdoba, l962.
Álvarez, Arturo J. Cinco sonetos. Buenos Aires, l962.
Pérez, Miguel Ángel. Cartas a mi casa. Mendoza, l963.
Castilla, Manuel J. Amantes bajo la lluvia. Salta, l963.
Polanco, Víctor. Poema. Mendoza, l964.
Andolfi, Luis. Canciones a Rosalba. Mendoza, 1964
Castillo, Blanca Ofelia. Reiteraciones. Córdoba, l964.
Serrano Pérez, Manuel. Llega noviembre. Córdoba, l964.
Alfonso, Lidia. Los espejos vacíos. Rosario, l964.
Alfonso, Lidia. Los anillos de papel. Rosario, l964.
Pérez, Miguel Ángel. Canciones a Elisa. Córdoba, l965.
Adet, Walter. Canciones a una rosa. Córdoba, l966.
Aráoz Anzoátegui, Raúl. Pasar la vida. Buenos Aires, l966.
González, Ángel. Dos poemas. Buenos Aires, l966.
Hernández, Juan José. Elegía, naturaleza y la garza. Buenos Aires, l966.
Folguera, Juan José. Dos poemas. Corrientes, l967.
Romero, Mario. Poeta de Tucumán. Córdoba, l968.
Martínez, Ortega, Gerardo. Poeta de Mendoza. Córdoba, l969.
Alonso Ortíz, Rubén. Dos poemas. Córdoba, l969.
Castilla, Manuel J. Tres veranos. Salta, l960.
Cúneo, Víctor Hugo. Bosques. Mendoza, l970.
Mirkin, Julio. Palestina. l97l.
Álvarez, Américo. Poeta de Mar del Plata. Bs. As., l97l.
Giordano, Carlos. Tres poemas. Córdoba, l972.
Tejada Gómez, Armando y Leguizamón, Gustavo. Mayo, l972.

Plaquetas y cuadernillos de dibujos

Alonso, Carlos. Los Aparatos. Buenos Aires, l966. Texto: Fernando Lorenzo.
De La Mota, Carlos. Los pájaros. Buenos Aires, l966. Texto: Fernando Lorenzo.
Alonso, Alberto. Las calaveras. Buenos Aires, l966. Texto: Jorge B. Centofantl
Aymá, Federico. De los rostros. Buenos Aires, l970. Texto: Ángel Leiva.
Guzmán, Miguel Ángel. Frases dibujadas. Buenos Aires, l97l. Texto: Roberto Sánchez.
Grifasi, Alfio. Figuras, l972. Texto: María Wernicke.
Crist. Las servilletas del Mandrú. Córdoba, l972. Texto: Luis Víctor Oites.
Bianchedi, Remo. La metamorfosis. Córdoba, l972 Texto: Carlos Giordano.
Fontanarrosa. Retratos (homenaje). Buenos Aires, l973. Texto: Juan Carlos Martini.
Sábat, Hermenegildo. Identidades. Buenos Aires, l973. Texto: Juan Gelman.
Peiteado. Pájaros. Córdoba, l973. Texto: Antonio Oviedo.
Sobisch, Enrique. Los perseguidos. Buenos Aires, l974. Texto: Hugo Acevedo.
Scafatti. Los infiltrados. Córdoba, l974. Texto: Alfonso Solá González.
Reynoso, Cristóbal. Nueve dibujos de Cristóbal Reynoso. Córdoba, l975. Texto: Antonio Oviedo.

Nota: El original de este catálogo dice textualmente: Catálogo preparado para la Muestra Homenaje Alberto Burnichon Feria del Libro Córdoba ´96. Este catálogo fue reconstruido rastreando bibliotecas de viejos amigos de Alberto, de su compañera (María Saleme) y de sus hijos; desde húmedos sótanos que guardaron durante casi 20 años, lo que el fuego y la barbarie dejaron de su cruzada. Quedan, sin duda, algunos papeles entintados, y sus autores en un injusto olvido, que merced a la memoria y la justicia de los pueblos, que no olvidan, reaparecerán. Tanto en la reconstrucción de este catálogo cuanto en la producción de la Muestra gráfico-documental y la producción del material gráfico complementario de aquella Muestra de 1996 (que entre otras cosas consistió en la realización de cuadernillo de poemas; poster-dibujo de Carlos Alonso y afiches varios), trabajaron activamente su esposa —ya fallecida— María "Negra" Saleme, los hijos del editor: Soledad, David, Moro y sus nietos y parientes cercanos. Lo mismo en cuanto a la gestión, implementación, sostenimiento, hasta hoy, del otorgamiento del Premio Alberto Burnichon al mejor libro editado en Córdoba (premio que se entrega anualmente como parte de la Feria del Libro Córdoba).

Realizado por @editorialserapis

Material Complementario:

Entrevista realizada por Jorge Boccanera para la Agencia Télam

Telam: Burnichon (1918-1976) fue detenido el mismo día del golpe y asesinado en forma brutal, ¿a qué adjudica usted ese ensañamiento?

Parfeniuk: A que necesitaban dar un aviso elocuente de lo que se venía. No hay duda de que sus captores lo consideraban muy peligroso, sabiendo que su "red" operativa eran las librerías, galerías de arte y casas de escritores, plásticos y músicos de casi todas las provincias. Eligieron bien a la hora de dar un mensaje a quienes tenían que irse del país.

T: Al momento de allanar su casa, se lo llevan junto a su esposa, la educadora María Saleme, y varios hijos, uno de los cuales habría estado detenido en un campo clandestino de Córdoba…

P: Fue detenido e interrogado junto a su hijo David de 17 años, en La Ribera y La Perla durante alrededor de 24 horas, luego los separaron. Al hijo lo abandonaron camino a Alta Gracia y a Burnichon lo ejecutaron con 7 disparos en la garganta.

Por su hija Soledad, que está siguiendo el tema en la Justicia, se sabe que los secuestradores fueron soldados del Tercer Cuerpo de uniforme, y que la causa "Burnichon -secuestro, asesinato y atentado con explosivos-" fue presentada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por fuera de la causa de La Perla, como es el caso de varios que aún están en proceso de presentación.

T: ¿Cree que el caso "Burnichon" ha estado sumido en cierto olvido, sin la atención y la difusión suficiente?

P: Por supuesto. En el libro hay información y reflexiones de diferentes escritores, plásticos y editores que dan cuenta de lo injusto de ese olvido, especialmente en momentos en que a nivel de país estamos tratando de hacer justicia.

T: Gente que lo conoció, enfatiza su condición de humanista y de caminante, ¿Qué palabras utilizaría usted para dar el perfil de un hombre entregado a la cultura y a lo fraterno?

P: En un poema, y al pensar en por qué lo mataron lo retrato como "un tipo peligroso: de libros llevar". Y coincido con su mujer, María Saleme: quien lo definió como "un buceador" de la vida y la cultura; "alguien que se daba siempre, sin esperar el vuelto".

Era un hombre ético. En un poema escrito a modo de homenaje, su amigo, el poeta Manuel J. Castilla, lo recuerda como el hombre que iba por todos los pueblos de Argentina dejando la voz de los poetas; versos que llevaban sus "ganas de hacer justicia y de mostrar belleza".

T: Usted también habla de él como "editor-chasqui y golondrina", ¿fue importante su labor por difundir a los autores del "interior?

P: Como vendedor itinerante de libros comerciales, enciclopedias, etcétera, Burnichon recorría todas las provincias. Con las ganancias publicaba en distintas provincias pequeños libros o plaquetas con textos y dibujos de artistas que, siendo del lugar -según su gusto infalible y anticipador- merecían trascender. Priorizaba a quienes nunca habían publicado.

Su tarea es clave para entender cómo funcionaba una parte importante de nuestra cultura y de nuestro sistema literario nacional, que en la época en que él actuaba era muy diferente a hoy. Fuera de Buenos Aires y algo en Rosario y Córdoba, en el resto del país no había industria editorial.

Entre los muchos nombres editados por el sello "Burnichon" a partir de 1957 figuran los escritores Daniel Moyano, Juan José Hernández, Luis Luchi, Manuel J. Castilla, Juan Gelman, Enrique Wernique, Jacobo Regen, Armando Tejada Gómez; y los pintores y dibujantes: Crist, Carlos Alonso, Roberto Fontanarrosa, Hermenegildo Sabat y Scafatti.

T: Su trabajo editorial arrancó en 1957 con "Exhortaciones", un libro de Ezequiel Martinez Estrada…

P: Sí, y libros de Manuel J. Castilla y de Juan J. Hernández. Lo de Martínez Estrada no es casual, Burnichon era su amigo y lo admiraba. Si uno recuerda lo que dice Martínez Estrada en "Exhortaciones" ve que ahí está en gran medida el ideario de Burnichon: sobre todo con respecto a qué es enseñar y aprender, qué es justicia, qué significa ética.

Algunos libros publicados por Burnichon y su Citroneta, en Pampa de Achala, en las Sierras de Córdoba.
Algunos libros publicados por Burnichon y su Citroneta, en Pampa de Achala, en las Sierras de Córdoba.


Día del Editor

Solicitud y fundamentos

Ciudad de Córdoba, 21 de noviembre de 2014.

Sr. ISAAC RUBINZAL
Presidente de la Cámara Argentina del Libro
Av. Belgrano 1580- p-4to- CABA

De mi mayor consideración:

Teniendo en cuenta que en la agenda de Días dedicados a celebrar las distintas actividades humanitarias, científicas, artísticas, profesionales, artesanales y laborales en general de nuestro país, no existe el "Día del editor de libros" (sí en cambio el "Día del editor de revistas"). Que es justo que tan noble actividad sea reconocida por una fecha realmente significativa. Que más allá de la oportunidad para realizar festejos y celebraciones, dicha fecha debe cumplir el objetivo de motivar un ejercicio constructivo de la memoria, recuperando: un nombre, una fecha, una circunstancia, etcétera, de real significación en la historia de la actividad.

En la convicción de que la figura del editor/librero ALBERTO BURNICHON, con una extensa labor editorial, especialmente en el interior del país, privilegiando ediciones de autores inéditos; nacido el 14/02/1921 en el Delta de Tigre (Provincia de Buenos Aires) y muerto en Córdoba -su lugar de residencia familiar- en las primeras horas del 25/03/1976, a manos de los ejecutores del golpe militar que finalizaría en l983, es una fecha más que apropiada para cumplir tal objetivo, considero que sería un acto de estricta justicia institucionalizar como "Día del editor de libros" en la República Argentina el 25 de marzo de cada año, coincidiendo con la fecha de la trágica desaparición del destacado Editor.

Al respecto cabe destacar que así lo entendió recientemente la Legislatura de la Provincia de Córdoba, que con fecha 27/08/14 procedió a sancionar la Ley Provincial 10219 (de la cual adjunto copia) estableciendo la fecha del 25 de marzo de cada año como la del "Día del Editor de libros" en todo el territorio provincial.

Desde hace varios años, junto con alumnos de la Facultad de Lenguas de la UNC, colegas escritores y editores y familiares de AB, vengo promoviendo y realizando tareas de divulgación, investigación y rescate, sobre quien considero que representa cabalmente a los editores de libros de todo el país.

Si bien la Argentina ostenta con orgullo nombres e historias de grandes editores, como Boris Spivacow, Francisco Colombo, Gonzalo Losada y tantos otros, es Alberto Burnichon quien perdió su vida por su tarea de editor-librero-divulgador, representando dignamente al resto de los colegas desde su trágica y dolorosa condición de editor-mártir. Su proyecto itinerante tuvo por norte la sacrificada e inclaudicable tarea de ofrecer libros, -muchas veces pagados de su propio bolsillo- tanto a valiosos e ignorados escritores y artistas plásticos, como a ávidos lectores, circulando por perdidos caminos y pueblos de nuestro ancho país. Y ello, en épocas en que -salvo excepciones- el interior no contaba con editores ni con las facilidades del acceso actual. Cabe insistir en resaltar su nombre y ejercicio de la profesión, especialmente en esta época en que la noble tarea y prestigio del Editor de Libros (que compromete su sello, nombre, recursos, historia y prestigio en la defensa de los mejores valores de la sociedad, la cultura y el arte) se ve amenazado por leyes del mercado que ponen en riesgo esa rica historia al servicio de la humanidad.

En mi condición de escritor argentino con 50 años de actividad, en nombre y representación de muchos otros colegas que reconocen en la figura y labores del Editor de Libros la actividad principal sin el cual la escritura -y todo lo que ella permitió y permite expresar- sería un ejercicio humano cerrado e inútil, propongo a la Cámara del Libro que usted preside, como institución postuladora de la iniciativa ante quien corresponda. Agradezco desde ya el apoyo que su institución pueda prestarle al proyecto, que cuenta con el acompañamiento de quienes publicamos, a fines del año pasado, el libro Alberto Burnichon, el delito de editar (Babel, Córdoba, 2013) en cuyas páginas encontrará información detallada sobre la vida y obra de AB, y que acompaña -en formato digital PDF- a la presente.

Sin otro particular, y a la espera de su respuesta, lo saludo cordialmente,

Aldo Parfeniuk

Sanción del Día del Editor de Libros en Córdoba

Reedición del libro "Alberto Burnichon: el delito de editar" de Aldo Parfeniuk (2023)
Reedición del libro "Alberto Burnichon: el delito de editar" de Aldo Parfeniuk (2023)


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