Cuadernos / Diarios / Di Tella / Piglia / Verano
Paula Arancibia Bravo
"En esos días en medio de la desbandada, empecé a escribir un diario, por supuesto no hay nada más ridículo que la pretensión de registrar la propia vida, sin embargo estoy convencido de qué si no hubiera empezado esa tarde a escribirlo, jamás habría escrito otra cosa." Ricardo Piglia

Es 6 de enero de 2025, estoy de vacaciones en la playa, y leo en el living del hostel donde me estoy hospedando una biografía sobre Ricardo Piglia. Cada vez que retomo el libro no lo puedo soltar por un rato y así voy postergando lentamente algunos de los planes del día, para quedarme leyendo. Menciono la fecha porque coincide con la muerte del escritor, un día como hoy pero de 2017, y era justamente ese día que yo lo conocía, que descubría al autor detrás del nombre.
Hacía dos años que había empezado a estudiar cine, era verano, hacía calor y como había dejado de trabajar para estudiar cine 24/7 no podía vacacionar fuera de la provincia, menos fuera del país. Ahí estaba yo, en la galería de la casa familiar, con calor, un vaso de gaseosa con hielo y los pies sobre la mesa, haciendo zapping en la tv. De pronto se cruza un anuncio en la TV Pública, Canal Encuentro o Cine Ar que anunciaba una película de Andrés Di Tella, (al que sí conocía y de quien ya había visto algo) 327 cuadernos, sentí que el título me convocaba por algún motivo, decidí verla y me quedé ahí mirando la película, como hipnotizada, apagué las luces rápidamente para entregarme de lleno a la historia sobre este personaje: Ricardo Piglia.
Ahora mientras leo la biografía que escribió Mauro Libertella sobre Piglia intento recordar las escenas de la película que menciona el libro. Algunas de esas escenas se me escapan pero de lo que sí tengo certeza es que la película no lo muestra gravemente enfermo o no lo recuerdo así, desmejorado. Leyendo el libro puedo comprender muchas de las decisiones realizativas y el cuidado con el que Di Tella realizó ese trabajo. Es el registro cuidado de un director que observa a un amigo y que además, no ha sido el primero. En el año 1995 Di Tella dirige "Macedonio Fernández" y lo escribe junto a Ricardo Piglia quien además va narrando momentos de la vida del escritor.
Esa noche cuando terminé de ver 327 Cuadernos envié un mensaje: "¿te enteraste lo de Piglia? Acabo de ver un documental sobre él que se llama 327 Cuadernos, lo vuelven a pasar mañana a las 19hs por Canal Encuentro, la TV Pública o Cine Ar. Beso."
327 cuadernos además formó parte de la retrospectiva que le dedicó el Cineclub Municipal Hugo del Carril a Andrés de Di Tella a principios de diciembre del año pasado. El 30 de noviembre participé en el taller de escritura que dio el mismo Di Tella, el taller se llamaba: "Cuadernos", la única indicación era llevar un cuaderno y si bien cuadernos en blanco no me faltan, no puedo superar un problema que arrastro hace años, una especie de imposibilidad de escribir en los cuadernos nuevos que compro de manera compulsiva. Entiendo que se trata de una cuestión de confianza sobre lo que escribo, como si no tuviera el valor para poder escribir en esos bellos cuadernos algo que valga la pena, pero eso ahora no es importante, supongo. Lo importante es que a la hora de los ejercicios que propuso Di Tella pude lanzarme a escribir en mi agenda que está llena de notas, listas que parecen pero que no son poemas, transcripciones, citas, cuentas, deudas, turnos, y obligaciones. No tuve ningún impedimento ni temor de leerlo frente a casi 30 personas desconocidas.
Como era de esperarse, en el taller abordamos la propia biografía a partir de los ejercicios y decidí vincular eso con la experiencia de los diarios que había escrito de niña /adolescente.
En unos 10/15 minutos escribí y luego leí lo siguiente:
"Una vez luego de un encuentro con Esteban nos pusimos a divagar mirando el techo. Estábamos desnudos, apenas tapados con una sábana, hacía calor.
No sé bien cómo empecé a contarle que cuando era niña escribía diarios íntimos.(Aaaah!!! Ahí está, ya me acordé!!. Él escribía guiones, de ahí venía su interés.)
Le conté que a los ocho años de edad mi madre me regaló por primera vez una agenda y como yo no sabía muy bien cómo llenarla empecé a usarla como diario:
viernes 29 de noviembre de 1998
Querido diario: Hoy estuvo nublado todo el día y a la mañana no paraba de llover.
La niñera nos hizo salchichas con puré. El transporte escolar pasó 5 minutos antes así que no me pude peinar bien y salimos apurados con Christian. Me saqué un MB en la prueba de Lengua y a la salida del cole jugué al voley con Carolina.
Le conté a Esteban que a los 16 dejé de escribir los diarios porque a la noche ya estaba cansada, me daba fiaca o estaba ocupada con otras cosas. También le conté sobre el final absurdo de los diarios: Un domingo en un arranque emocional y destructivo alimenté el fuego del asado que hacía mi padre con todas esas agendas y cuadernos. En ese momento sentía que estaba haciendo una especie de acto psicomágico o algo por el estilo para quemar todo ese pasado.
Entonces si escribiste diarios durante 8 años todos los días, vos sos escritora, me dijo Esteban, respondí que no, nos reímos un rato y volvimos a empezar."

Después de leer esto Andrés Di Tella me preguntó si había sido así…
"¿Qué cosa ?" le respondí
"Lo que pasó ese día de tu infancia que describiste" respondió
Le dije que no, que era una ficción, que el relato guardaba alguna correspondencia con ese día pero que no era tal cual.
En las últimas páginas de la biografía sobre Piglia se describe el gran trabajo que él realizó con sus diarios y esos mecanismos a través de los cuales transforma sus diarios personales en los de Emilio Renzi que no son más que los diarios de Ricardo Emilio Piglia Renzi.
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